A medio camino entre los cuadernillos Rubio (que estaban chupaos y se rellenaban el último día antes de volver a clase) y tener que estudiar como un perro para recuperar matemáticas, las vacaciones Santillana te dejaban disfrutar pero sólo lo justo para que no te olvidaras de que en septiembre volvía Paco con la rebaja.
Aunque tengo que trabajar y el tiempo no acompaña, intento ser consciente de que es verano y vaguear todo lo que puedo cuando acabo los deberes, pero para que no se me olvide escribir ni hornear, intentaré poner una receta de vacaciones Santillana cada una o dos semanas.
Los que viváis en el norte estaréis sufriendo en vuestras propias carnes y grasas la falta de sol, de modo que no hace falta invocar el VSHY (verano sin horno YA), como hicimos el año pasado. De momento, encender el horno un rato no está contraindicado, así que no habrá excusa que valga para no probar este pastel de pistacho y albaricoques.
Por alguna extraña razón, los albaricoques crudos no me atraen, pero sí cocinados o en mermelada, y en este pastel son el contrapunto perfecto a la base de frutos secos, que de otro modo no destacaría.
Se hace en un chimpún, sobre todo si pasáis de complicaciones igual que yo, y en vez de hacer la masa para la base, usáis hojaldre que tengáis por ahí (casero o congelado) o pasta quebrada.
Pastel de pistacho y albaricoques Dificultad, así de primeras:para niños y niñas, incluso repetidores. Sabor: grumf orf Tiempo: si pasas de la base, 1 h Receta de inspiración: con algún pequeño cambio, ésta de Comme un lait fraise INGREDIENTESpara un molde redondo de unos 22 cm
1 base de hojaldre, pasta brisa, quebrada o lo que queráis 100 g de azúcar 80 g de mantequilla a temperatura ambiente 60 g de almendra molida 80 g de pistachos (50 g bien triturados, el resto en trozos grandes) 2 huevos a temperatura ambiente 20 g de harina 4 albaricoques partidos a la mitad una pizca de azúcar
Si queréis hacer vosotros mismos la base de la tarta, de pâte sucrée, probad la receta e instrucciones de Comme un lait fraise
¿Qué no tenéis pistachos? Pues no será igual, pero puede ser mejor: sólo con almendras, avellanas o cualquier otro fruto seco que tengáis a mano.
PREPARACIÓN: Engrasad con un poco de mantequilla el fondo y bordes del molde, y precalentar el horno a 215 grados. Colocar el hojaldre estirado, de un grosor de unos 5 mm sobre el molde y ajustarlo al fondo y bordes, recortando o engurruñando lo que sobre por encima del molde.
PInchad el fondo con un tenedor, para que el hojaldre no suba, y meterlo al horno 5-7 minutos, bajando la temperatura a 200º. Queremos que la base se haga un poco pero que no se tueste ni endurezca. Después de este prehorneado, sacamos el molde y dejamos el horno a 180º, esperando a terminar el pastel.
Para el relleno, primero hay que batir bien la mantequilla con el azúcar, hasta que la mezcla esponje. Después añadir los huevos de uno en uno, batiendo dos minutos después de cada adición (muy importante, sobre todo si usáis huevos fríos de la nevera). Agregar la almendra molida y los pistachos triturados en distintos grosores, mezclando bien todo. Finalmente, echar la harina y batir lo justo para que la masa sea homogénea.
Repartir el relleno sobre el fondo del pastel, intentando que quede más o menos liso. Ya sólo queda disponer los albaricoques partidos, con el agujero hacia arriba, encima de la crema de pistachos y echar un poco de azúcar encima de cada uno, para que creen almíbar y no se sequen.
Los bordes del hojaldre podemos todavía doblarlos un poco hacia dentro, para que no quede hueco entre la base y el relleno. Meter el molde al horno y dejarlo durante unos 30 minutos. Cuando la crema de pistachos se haya dorado, estará hecho el pastel. También olerá la cocina a gloria bendita y a paraíso terrenal, todo junto.
Sacar, dejar enfriar, cortar y comer, todo seguido.
Un pastel fácil, rápido, buenísimo, casi hasta saludable, y que ayudará a que no se nos olvide cómo funciona el horno durante lo que queda de verano.
Hace un año: Tarta de queso y frambuesa