Muy buenos días queridos lectores,
Lo sé, escribo poco y lo siento pero las obligaciones me abruman, desde que me retiré de los terrenos de juego voy como vaca sin cencerro y me apunto a todo lo que sale ignorando al sabio refranero que nos dice que el que mucho abarca poco aprieta.
Voy a hablar de algo que juré que nunca haría (falto a mi palabra más que un concejal de urbanismo) Hoy toca hablar de los fallos, cantadas o cómo quérais llamarlas, pero no voy a dedicarme a hacer leña del árbol caído, voy a intentar explicarlos cómo superarlos.
Hay dos tipos de porteros: Los que han fallado y los que van a fallar, de esto querido amigo no se libra nadie, es algo inherente a la posición y tienes que aprender a vivir con ello, cuanto antes lo asumas antes te quitarás el miedo y disfrutarás mucho más jugando.
Piensa en positivo: Vale, has fallado...¿y qué? también has acertado muchas veces y no te has dedicado a darte palmadas en la espalda. Hay que ser consecuente en lo bueno y en lo malo, no te obsesiones ni te tortures, pensar en ello continuamente es contraproducente porque provoca el miedo a fallar y eso es una de las peores cosas que le puede pasar a un portero. ¿Sabes qué ese miedo casi acaba con la carrera de Víctor Valdés? ¿Sabes qué ese miedo hace que ningún portero valga para la selección inglesa?
Analiza tus fallos: Después del partido y con calma piensa en qué has fallado, digamos que hay dos tipos de fallos, los fallos coyunturales y los fallos estructurales. Un fallo coyuntural es aquel que se produce una vez, no has calculado bien, te has confiado o te ha deslumbrado el sol... son cosas que pasan, la próxima vez lo harás mejor. Los fallos estructurales son los que se repiten ¿Se te dan mal las salidas? ¿Vas mal por alto? Es muy importante fijarte en las cosas que se te dan mal para entrenar y mejorarlas, a más entrenamiento menos fallos. Es preferible un portero que sea un notable en todo que un guardameta que sea un sobresaliente en un área y un suspenso en otra.
Aunque tú pienses que se acaba el mundo normalmente tus compañeros de equipo son más comprensivos de lo que parece, saben que tu trabajo es complicado y por eso normalmente no critican, también es cierto que capullos hay en todas partes, pero lo más sabio es ignorarles, a palabras necias oidos sordos.
Como siempre muchas gracias por vuestra atención y que disfrutéis de vuestros días porterísticos.