Revista Cultura y Ocio

Penas del alma

Publicado el 29 agosto 2016 por María Bertoni
Penas del alma

El último trabajo de Fontán también se proyectará en las ciudades de La Plata, Tandil, General Pico, Santa Fe.

El Paraná, con sus camalotes, con ese transcurrir imperturbable, es el gran protagonista de la nueva película de Gustavo Fontán, que se proyectará los viernes de septiembre a las 20 en el Malba. El autor de El rostro, Elegía de abril, La madre, La orilla que se abisma, El árbol encontró en la literatura -concretamente en El limonero real de Juan José Saer- la excusa para volver a retratar al río que lo inspira. El desafío consiste menos en adaptar la historia escrita en 1974 que en explotar la alegoría del enorme caudal de agua como representación de la vida que sigue su curso más allá de los accidentes que suponen el paso del tiempo y la muerte.

Wenceslao se levanta y toma mate de cara al río. Rema para encontrarse con sus cuñados y sobrinos. Almuerza en familia cerca de la orilla. Aprovecha un chapuzón para zambullirse y hundir sus penas. Al término de la jornada, regresa en bote a su casa. Antes de entrar, enciende un cigarrillo y mira hacia donde corre el agua.

Nadie mejor que Germán de Silva para encarnar a este hombre de pocas palabras, que carga con absoluta discreción la pena por su hijo muerto hace seis años, y por un duelo materno que se anuncia sin fin. El actor consigue que el silencio se convierta en vocero de un dolor que las palabras no pueden expresar.

Wenceslao parece encontrar en el río la contención que Edgar Romero Maciel describió en esta vieja polca: “Quien fuera como las aguas tranquilas del Paraná, que no conservan las huellas de los navíos, y así las penas del alma poder borrar”.


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