Antes de empezar a escribir estas palabras, anduve un buen rato por la red buscando una explicación a la frase “feliz como una perdiz”. Se dice que no existe una razón folklórica o zoológica que la justifique, salvo su indudable sonoridad consonante. Lo que sí es de dominio popular es que no hay cuento de hadas que no finalice con un festín de estas aves no migratorias, felicidad culinaria no apta para veganos.
La reseña de hoy está relacionada con el consumo (narrativo) de perdices y la felicidad, pues este jueves 20 se presenta en sociedad el primer ejemplar de la revista PERDIZ, una muestra de periodismo positivo hecho para durar, con una presentación cuidada y orientada al coleccionismo, así como unos contenidos que invitan al arte a pasearse por unas páginas en las que encontraremos historias para todos los gustos. El niño de catorce años al que le gustan las matemáticas, la chica que se gana la vida haciendo de doble de Britney Spears, crónicas sobre el deporte y la felicidad, las utopías postcapitalistas y actividades peculiares por las azoteas de Brooklyn.
PERDIZ es una historia de belleza, de disfrutar de la vida y su cara más sorprendente. Una aventura bilingüe (español e inglés) con una web donde ya podéis reservarla, pues su nº 1, como tantas cosas buenas, verá la luz en edición limitada.