Revista Cine

Persépolis

Publicado el 01 agosto 2012 por Vicented @Elcineesnuestro
PersépolisNo todo el mundo tiene una historia interesante que contar. La de Marjane Satrapi no es en sí misma más significativa que la de muchos, es decir, lo que a ella le sucedió le ha ocurrido y le ocurre a millones de personas en este mundo lleno de miserias, pero sí que sirve a modo de denuncia y por ello es digna de ser contada.
Marjane se crió en el seno de una familia acomodada de Irán. En 1979, el régimen dictatorial y represivo del sha Reza Pahlevi fue derrocado por una revolución que consiguió unir a islamistas, demócratas y comunistas, pero los primeros lograron hacerse con el control de la misma mediante más represión, despojándola de cualquier vestigio democrático y laico. La etapa más triste de Irán es contada a través de los ojos de la niña Marjane, vemos como durante su crecimiento se van sucediendo estos acontecimientos históricos que directamente afectan a ella y a su familia: el sufrimiento de sus padres, al tener que enviar a su hija fuera de un país que prohíbe a su población de los derechos y libertades más primarios, su tío Anoush, un hombre idealista, con grandes convicciones morales y convertido en prisionero político, su abuela, la verdadera guía de Marjane en su camino vital, con enseñanzas tan contundentes e inteligentes como la siguiente: "En la vida te encontrarás a muchos gilipollas, si te hacen daño piensa que es su estupidez lo que les impulsa a hacerte daño, así no responderás a su maldad, porque no hay nada peor en el mundo que la amargura y la venganza. Se siempre digna e íntegra contigo misma". Marjane Satrapi es una mosca cojonera que no deja títere con cabeza, su película es una crítica incómoda y nada velada contra el islamismo radical de Irán y la indolencia e hipocresía de la cultura occidental. La primera es reflejada a través de la policía iraní que oprime a su pueblo respaldada por una interpretación arbitraria de la sharia. La segunda la vemos principalmente en las amistades del Liceo francés de Viena de Marjane, no por la paz y el hedonismo que inundan sus vidas, sino por atreverse a dar lecciones morales a alguien que conoce el sufrimiento de una guerra. Es, en definitiva, una película de animación que tiene todos los alicientes que se le exige al cine de animación más adulto, que habla de libertad y de derechos, de lo doloroso y difícil que es conseguirlos, de lo fácil que resulta perderlos y también de lo poco que los valoramos y luchamos por ellos.

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