El gran protagonista de la temporada ornitológica que está terminando ha sido sin duda el entrañable picogordo Coccothraustes coccothraustes. Habitualmente escaso en Asturias en cualquier época, el año pasado, a mediados del otoño, cientos de ellos, quizás unos pocos miles, llegaron a nuestro territorio en una arribada sin precedentes.
Una parte de los picogordos que llegaron en otoño se han quedado aquí a pasar también la estación invernal. Y para ello han tenido que buscarse la vida. El picogordo es un fringílido especializado en la ingesta de semillas, y éstas no son abundantes en invierno en Asturias. Por ejemplo este macho, que lleva varios días en los parques de Avilés se alimentaba este fin de semana de las semillas de magnolio caídas en el suelo.
La dieta de los picogordos llegados a Asturias ha ido variando mucho en estos meses, en función de los recursos existentes. Así, en otoño se podían ver en torno a las matas de espino albar, cuyas rojas bayas constituyeron su sustento principal, hasta que se agotaron. En la misma ciudad de Avilés yo mismo pude detectar un pequeño grupo en las espineras que crecen en la senda de La Magdalena.
En la búsqueda continua de estos recursos alimenticios se han ido desplazando por Asturias. Es bastante probable que los ejemplares que están ahora en los parques avilesinos sean los mismos que llegaron en otoño a La Magdalena, después de todo ambos enclaves están muy próximos.
Ya en unos pocos días los picogordos se irán. Su época de cría se inicia ya en marzo en muchos lugares, en los más norteños en abril. No existen datos acerca de su reproducción en Asturias, pero ya puestos, quién sabe si este año 2018 será el primero.