Frank Ocean (rollingstone.es)
Las bases del juego han cambiado, un puñado de jovenes ilustres abanderados del hip hop y el R&B de nueva generación han creado tal movimiento y repercusión en los últimos tiempos, que merecen ser tratados.
Ni son todos los que aquí estarán, ni estarán todos los que son. Kanye West se transformó, en la pasada década, en el fulgurante guía de una masa de artistas de color que creían en el cambio, y el proceso hacia él era la música. Una masa de artistas que creen y muestran en sus propias carnes que el éxito y el alegato de las raíces propias no tienen porqué estar enfrentados en la sociedad.
“Odio la forma en que nos retratan en los medios. Ves una familia negra; dice «Están saqueando». Ves una familia blanca; dice «Están buscando comida.» Y, sabes, han sido cinco días porque la mayoría de la gente son negros. E incluso para mí que me quejo de eso; sería un hipócrita porque he intentado apartarme de la televisión porque es demasiado duro de ver. Incluso he ido de compras antes de hacer una donación, así que ahora voy a llamar a mi administrador de negocios justo ahora para ver cuál es la mayor cantidad que puedo dar, y sólo por pensar que yo estuviera allí, y esos de ahí abajo fueran mi gente… Así que cualquiera ahí fuera que quiera hacer cualquier cosa en la que podamos ayudar – de la forma que América está dispuesta a ayudar a los pobres, a los negros, a los menos favorecidos, tan despacio como sea posible. Quiero decir… la Cruz Roja está haciendo todo lo que puede. Ya nos damos cuenta de que un montón de gente que podría ayudar está en la guerra ahora mismo, luchando de otra manera – y les han dado permiso para bajar y dispararnos.”
Estas palabras, si bien extensas, del propio Kanye, reflejan con exitosa certera el sector racial de todo este asunto. Creencias basadas en que con tus propios sentimientos, y elevadas dósis de desparpajo, el éxito tiene un valor añadido. 2012 fue el año de Channel Orange, el, para muchos, mejor álbum del marcado en esos 366 días. (Sí, fue bisiesto). Llevaba la firma de Frank Ocean, cuyo rostro lidera estas líneas. Y a partir de él, comienza el bombardeo de nombres y temas, desde el estravagante Mykki Blanco, hasta la guerrera Azealia Banks, pasando por el sentimentalismo de Miguel.
Todos, inmiscuidos dentro de un marco cultural común, diferenciados por unos rasgos inherentes a su música, a su pasado, a su futuro. Y el futuro aparece coloreado por más nombres, comenzando esta vez en Kendrick Lamar, A$AP Rocky y Schoolboy Q, firmes responsables del derrumbamiento de barreras en lo que a las etiquetas y géneros se refiere, claves en permitir la entrada ajena en su mundo, ministros en la salida de su arte al espacio exterior. Y acabando, con Tyler, The Creator, los reformistas Macklemore y Ryan Lewis, e incluso divas del próximo pop electrónico, como Jessie Ware o Elle Varner.
Pero por suerte, estos nombres son sólo el comienzo de una larga cuerda, de la que, en caso de tirar, aparecerán Angel Haze, Kindness, THEESatisfacion, Earl Sweatshirt, Odd Future, The Internet o MellowHype. Faltan muchos, sí, pero estas líneas son un buen entrante para lo que esta inmensa cultura puede ofrecer.