Revista Opinión

Pobres de justicia

Publicado el 06 marzo 2012 por Carmentxu

Si algo está provocando esta estafa planetaria, planteada como una crisis a escala global,  es el intrusismo en un sector hasta ahora vedado a unos poco: el de la pobreza. Y es que hay mucho intrusismo, un fenómeno que está lastrando este sector y ahora ser pobre se ha convertido en una lucha diaria por la calle más céntrica, la mejor esquina, la mejor puerta de entrada de unos grandes almacenes. No hace tanto tiempo, cada pueblo que se preciara tenía su pobre, delmismo modo que también tenía su panadero, su zapatero, su tendero, también su loco autóctono, con su tema propio. Cada uno ocupaba su lugar y era respetado por el resto de la comunidad.

Pobres de justicia
Ahora, no sé si gracias a las tecnologías de la información y de la comunicación, cada loco no tiene tema único. Hay millones de locos, somos legión, con multitud de temas distintos, simultaneándose, y millones de pobres también, con sus infinitas miserias y tragedias particulares que son también las colectivas de todos, el fracaso como sociedad que no ha sabido encumbrar la justicia a derecho fundamental, que se deja llevar por mensajes envenenados y manipuladores, fácilmente digeribles en cómodas píldoras informativas. Falta sentido crítico, vocación de contestatario. Todos podemos ser el mejor árbitro de fútbol, el mejor presidente de club y sólo ahí tenemos la respuesta a todos los males. Pero cuando se trata de mirar, y sobre todo ver al que más lo necesita o, simplemente, al que lo necesita más que nosotros, cambiamos de canal, abrimos un link que nos lleve lejos y ponemos una cruz en el No sabe/no contesta. El problema debe empezar seguramente en la escuela: nadie nos enseña a ser pobres y menos aún a verlos fuera de la pantalla de televisión, a que ese pobre sea nuestro vecino, nuestro amigo. O nosotros mismos. Pero hay una salida: la justicia. Pero son tiempos de recortes, de tijeretazos, de elefantes en cacharrerías, así que o nos acostumbramos a lo insoportable o reclamamos ese derecho olvidado, lleno de polvo en la estantería. Acostumbrarse a lo insoportable es imposible.

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