Revista Regiones del Mundo

Polacos: alcohólicos, antisemitas y beatos

Por Nestortazueco

(Adam Leszczynski, Gazeta Wyborcza, 25/01/2012)

Los periodistas de Europa Occidental han mencionado estos tres estereotipos sobre los polacos. Son ciertos, pero solo hasta cierto punto. Los polacos beben como la media; son católicos, pero no se preocupan tanto por lo que dice la Iglesia, y no les gustan los judíos, solo ligeramente por encima de la media europea. Según los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el polaco medio bebió en 2011 13,3 litros de alcohol puro, sobre todo en forma de cerveza (que constituye el 56% del consumo total de alcohol) y de vodka (un 31%). 

Polacos: alcohólicos, antisemitas y beatos
Según la OMS, Polonia se sitúa un poco por encima de la media europea, que alcanza los 12 litros por cabeza. Los polacos beben algo más que los alemanes (12,8 litros), casi la misma cantidad que los ingleses (13,4 litros), pero menos que los irlandeses (14,4 litros), los checos (16,5 litros), los ucranianos (15,6 litros) y los rusos (15,7 litros),

Estas estadísticas deben ser tratadas con cierta distancia. El organismo polaco encargado de combatir el alcoholismo habla de un consumo significativamente menor de alcohol: 9 litros por persona (todos los datos se refieren al año 2010). Puede ser porque la OMS suma el consumo “oficial” -es decir, el legal sometido al pago de impuestos– con el “no oficial”, o sea el calculado por los expertos. Cuanto más al este del país, más se bebe aguardiente y otras bebidas de producción casera, alcohol de producción clandestina y sin registrar, así como bebidas de contrabando. Por ello también resulta más difícil calcular la cantidad exacta. En todo caso, nada parece indicar que los polacos superen drásticamente la norma europea.

Entonces, ¿de dónde sale el estereotipo del polaco aficionado a empinar el codo? Casi la mitad del alcohol de Polonia se lo bebe solo un 7% de los consumidores. Según los estudios de mediados de los años noventa, los que más beben son los hombres con menor formación, principalmente agricultores y obreros no cualificados. Las personas con un buen salario beben en casa, en la calle suele verse a los más pobres. Enfrente de la tienda de la localidad en la que vivo, a las afueras de Varsovia, me encuentro con frecuencia al mismo grupo de señores bebiendo cerveza o vodka a cualquier hora del día o de la noche. Están ahí incluso a las 6.30 de la mañana en invierno, cuando hace frío, hay nieve y yo voy medio dormido a comprar la prensa.

Según un sondeo de noviembre de 2011, en torno al 95% de mis compatriotas se declara católico (¡pero solo un 92% se considera creyente!). Cada año que pasa aumenta poco a poco el número de personas no creyentes y disminuye el número de practicantes. Aproximadamente un 40% de los polacos declara ir el domingo a la iglesia, pero solo un 6% forma parte de alguna agrupación o movimiento católico, y solo un 7% se considera “profundamente creyente”.

No se sabe hasta qué punto estas declaraciones son resultado del conformismo y de la tradición. En otoño de 2011, casi la mitad de los polacos estaba a favor del derecho a interrumpir el embarazo, una opinión que no coincide con la de la Iglesia. En general tampoco coinciden con su actitud respecto al tema de los anticonceptivos o del divorcio. La beatitud (entendida como el mostrar con fervor y ostentación la propia religiosidad) es considerablemente menos habitual de lo que sugieren las estadísticas. También habría que preguntarse cuánto saben de verdad las personas sobre su fe: según unos estudios del año 2009, hasta un 33% creía en la reencarnación, un 42% en que los animales tienen alma y solo un 59% en el infierno. Por tanto, en Polonia es posible ser católico no creyente, creer en la reencarnación y contraer matrimonio por la iglesia y, al parecer, no es algo ni mucho menos infrecuente.

Según el censo del año 2002, 1.100 personas en Polonia se declararon de nacionalidad judía (de un total de 38,5 millones; los resultados del nuevo censo de 2011 aún no están disponibles). En las comunidades judías hay entre 8.000 y 12.000 personas inscritas.

Según un sondeo internacional llevado a cabo por el Comité Judío Estadounidense, hasta un 56% de los polacos estaba de acuerdo en 2005 (un 38% no lo estaba) con la siguiente opinión: “En la actualidad, igual que en el pasado, los judíos siguen teniendo una influencia demasiado grande sobre lo que pasa en el mundo”. Es el índice más alto de entre los nueve países analizados de Europa y Estados Unidos. ¡Pero en ningún sitio fue de menos del 25%!

“En Polonia la creencia en las influencias mundiales ‘de enorme medida” de los judíos es una variante del mito antisemita”, decía el catedrático de sociología polaco Antoni Sułek, comentando los resultados del estudio. Los sociólogos calculan que el número de personas que declaran tener una postura antisemita consecuente es solo de algo más del 10%.

Por otra parte –de nuevo según estadísticas internacionales– en Polonia hay muchos menos ataques a cementerios judíos, sinagogas o instituciones judías que en los países de Europa Occidental. Tras la caída del comunismo, los gobiernos polacos, tanto de derechas como de izquierdas, han formado parte de los aliados internacionales más consecuentes de Israel. Así que es cierto que el antisemitismo en Polonia sigue vivo, pero más en la esfera de los estereotipos ocultos en el subconsciente que en la política real. Hace poco oí a un niño de unos 10 años insultar a su amigo diciendo “Tú, judío”, porque no quería prestarle un juguete, tras lo cual ninguno de los dos fue capaz de explicar qué es un judío. Los dos se quedaron muy sorprendidos cuando se lo pregunté.


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