Revista Cocina

Poleás en tiempos de cuaresma y crisis

Por Rocastrillo @roabremeloya

¡Un postre muy nutritivo, económico y fácil de preparar! Gusta mucho a los niños por su sabor dulce

Las poleás son un plato muy antiguo y típico de Andalucía: una especie de pasta elaborada con harina, leche, aceite de oliva y una especia conocida con el nombre de matalauva, equivalente al actual anís en grano. Antes de darme la receta, mi madre me contó que, en los duros tiempos de la posguerra española, constituían la base alimentaria de muchas familias pobres. "Y ricas", la interrumpió mi padre, "porque no solo los pobres pasaban necesidad en aquella época. La única diferencia -precisó- es que en las familias más acomodadas se preparaban con leche, y en los hogares donde lo único que había era escasez, sustituían la leche por agua".

POLEÁS EN TIEMPOS DE CUARESMA Y CRISIS

El progreso redujo el uso de este plato popular a la sobremesa y caracterizó su uso actual, como postre típico de la época de Cuaresma. Además de económico, es muy sencillo de preparar y está riquísimo. La receta que dejo a continuación es una muestra, para una o dos personas como máximo. En caso de que alguien quiera prepararla para un mayor número de personas, basta con multiplicar las cantidades por el número de comensales.

INGREDIENTES: ¼ litro de leche, dos cucharadas grandes y rasas de harina, 3 de aceite de oliva, 3 de azúcar, una cucharada pequeña de matalauva o anís en grano, una cáscara de limón, una pizca de sal, canela molida para espolvorear y miel como acompañamiento.

MODO DE ELABORACIÓN: Lo primero que hay que hacer es poner el aceite al fuego y freír en él el anís en grano, con la intención de que coja el sabor (un par de segundos son suficientes). Se retira del fuego y, una vez frio, se cuela, se tira la especia y se reserva el aceite. A continuación se disuelven en la leche, en frío, el harina y el azúcar, con cuidado de que no queden grumos. Al preparado resultante se le añade la pizca de sal, el aceite que teníamos reservado y la cáscara de limón. Se pone la mezcla al fuego y se remueve constantemente, hasta que hierva y espese. Una vez conseguido ésto, se aparta y se echa en la fuente donde vaya a presentarse. Finalmente, se espolvorea con canela molida y se sirve acompañado de un cuenco de miel, para que cada persona se ponga la cantidad que desee. Las poleás se pueden tomar frías o calientes, según gustos. Yo las tomé ayer a temperatura ambiente, les añadí una cucharadita de miel y estaban buenísimas.

Un postre muy nutritivo, económico, fácil de hacer y que gusta mucho a los niños por su sabor dulce. ¡Os animo a prepararlas!

RoCastrillo


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