Hija de refugiados palestinos, educada en Beirut y formada como artista en el Reino Unido, estas son las credenciales que a menudo acompañan a la figura de Mona Hatoum y sirven como marco para presentar e interpretar su obra. El suyo es un arte que aborda cuestiones geopolíticas a través de las cualidades sensoriales y estéticas del objeto artístico, demostrando al igual que su origen, cuán difíciles de describir son cuestiones tales como la identidad cultural. La exposición que le dedica la Fundació Miró con motivo de la otorgación del premio Joan Miró 2011 nos ofrece la oportunidad de leer su obra en claves distintas a lo habitual. La selección llevada a cabo por Martina Millà, comisaria de la exposición, tiene como voluntad traspasar este marco político con el que se suele identificar la obra de Mona Hatoum y interpretar su obra en relación con distintas tradiciones del arte moderno como el Surrealismo, el Land Art o el Minimalismo.
Mona Hatoum, Suspended, 2011. Fundació Joan Miró. Foto: Pere Pratdesaba
Recordemos que la artista se dio a conocer a mediados de los ochenta utilizando la performance como medio para confrontar cuestiones identitarias de forma más directa (os recomiendo Measures of Distance). El origen de su práctica artística en la performance está representado en la exposición por la videoinstalación Corps Étranger donde una cámara endoscópica grava el interior de la artista, un cuerpo doblemente extraño puesto que no es el nuestro pero que si lo fuera tampoco reconoceríamos. Esta obra que establece una relación directa con el Body Art hace hincapié también en la noción de cuerpo, muy presente ya sea de forma implícita o explícita en las instalaciones de Hatoum.
Mona Hatoum, Grater, 1999. Fundació Joan Miró. Foto via furnitureandinteriordesignatadamsmith
En el caso de Suspended, una sala con columpios que se balancean por el contacto con el cuerpo del público muestran en el asiento los mapas de distintas ciudades, abstracciones de un espacio sobre el que podemos proyectarnos en el caso de reconocer e identificar la ciudad que representan, pero que también pueden dejarnos indiferentes si desconocemos el lugar que simbolizan. También el cuerpo está invocado en las camas-ralladores, objetos domésticos que se transforman en muebles y despiertan extrañeza e incomodidad a la vez que atracción, activando en el espectador una respuesta psicológica que aproximan el trabajo de la artista a una lectura surrealista que amplían el habitualmente depurado lenguaje estético de sus instalaciones.
Mona Hatoum, Undercurrent, 2004. Fundació Joan Miró. Foto via Egodesign
El suyo es un minimalismo que huye de la auto-referencialidad, con instalaciones a base de objetos reconocibles que abren un campo de significados y asociaciones posibles, como en el caso de los caramelos-granada, o la telaraña que da la bienvenida en la primera sala de la Fundació Miró. Política, tal vez sí, pero llegando a ella a través de la poesía visual de las instalaciones y de los objetos a los que logramos dar un segundo sentido según el propio bagaje político-cultural.
Mona Hatoum. Projecció
Fundació Joan Miró
Parc de Montjuïc s/n
Hasta el 24 de septiembre de 2012