(Piotr Kowalski, Varsovia, 10/10/2011)
El primer ministro vence sin mayoría por lo que tendrá que buscar aliado. Donald Tusk, el primer ministro de Polonia candidato a la reelección por la Plataforma Cívica (PO, centro derecha), se proclamó anoche vencedor de las elecciones legislativas en Polonia, una victoria avanzada por los sondeos a pie de urna que su principal rival, el ultraconservador Jaroslaw Kaczynski, no tardó en reconocer.
“Una parte significativa de la sociedad ha decidido que el modo en el que van las cosas ahora mismo es el adecuado”, concedió el líder del ultraderechista y euroescéptico partido Ley y Justicia (PiS).
Un eufórico Tusk agradeció, por su parte, a los polacos “su confianza”, que, en su opinión, confirma que los pasados cuatro años “son un buen comienzo para una Polonia mejor”, dijo Tusk tras comparecer junto a su esposa entre los vítores de sus seguidores.
Según los sondeos, en una cita electoral en la que más del 50% de los ciudadanos no fue a votar, Tusk batió a Kaczynski con un 40% de los votos. Si se confirman estos resultados, el aspirante a primer ministro de la derecha extrema habría alcanzado un resultado en torno al 30% de los sufragios. El tercer puesto, con el 10% de los votos, estaría en manos de Ruch Poparcia Palikota, una formación liberal y anticlerical liderada por Janusz Palikot, empresario y exdiputado del partido de Tusk.
El dirigente liberal consiguió su segunda victoria electoral, pero no logró la mayoría absoluta, lo que significa que tendrá que gobernar en coalición o buscar sólidos apoyos parlamentarios si quiere llevar a cabo las reformas pendientes y hacer frente a la oposición de la derecha radical.
Cabe pensar que el conservador PSL (en cuarta posición, con el 8,2% de los votos), heredero del histórico Partido Campesino que tuvo acto de presencia durante el régimen comunista, será el aliado preferente de Tusk en la nueva legislatura, porque Palikot es demasiado izquierdista para un segmento del PO.
Pero habrá que ver si Waldemar Pawlak, líder del PSL, que en la campaña electoral manifestó sus dudas ante el deterioro de la imagen de Tusk entre una parte de los votantes de PO, sobre todo los más escorados a la izquierda, acepta gobernar de nuevo el país con los liberales.
Avisos de bomba
Dos falsos avisos de bomba no impidieron que la jornada electoral se desarrollara con normalidad. Más de 30 millones de polacos estaban llamados a las urnas para elegir a 460 diputados y 100 senadores.
Tusk y Kaczynski acapararon el protagonismo. Los dos son de derechas, pero mientras el candidato de PO representa una corriente moderadamente conservadora, partidaria de la economía de mercado sin excesos neoliberales y europeísta, el jefe de filas del PiS encabeza la derecha nacionalista, clerical, xenófoba y populista. Tusk representa a las clases medias urbanas que han mejorado su nivel de vida y no miran con nostalgia el pasado.
Kaczynski, defendido por gran parte de la Iglesia católica, se ha convertido en el portavoz de las capas populares frustradas por 22 años de capitalismo que no les ha traído la prosperidad soñada. Ni todos los votantes de Tusk son ricos, ni todos los de Kaczynski son pobres, pero pertenecen a mundos enfrentados. En gran medida, Tusk encarna la Polonia urbana, moderna, moderadamente laica, pero celosa de sus tradiciones, que encara el futuro con confianza.
Mientras Europa agoniza económicamente, la Polonia de Tusk es un país triunfalista que crece en torno al 4% anual y consume como si hace tres años y medio no hubiera estallado una crisis económica internacional. El modelo de país de Kaczynski es la Polonia profunda bajo influencia del clero y la cultura campesina tradicional, antisemita y euroescéptica.
“Son dos países distintos dentro de un mismo país. Viven de espaldas el uno al otro. No se toleran, no se reconocen”, explica el sociólogo Marcin Frybes. La Polonia de Tusk es liberal en términos políticos y económicos, consumista y relativista en lo moral, y desprecia y se burla del país conservador. La Polonia de Kaczynski vive anclada en tiempos pretéritos y nutre su imaginario colectivo de glorias pasadas, batallas heroicas contra el invasor y personajes y episodios épicos. Mira con recelo a los liberales, porque los considera egoístas y traidores a la patria.
“Hay muchas Polonias, pero las dos principales son la conservadora y la liberal; viven en épocas y tiempos diferentes”, apunta el periodista del diario Gazeta Wyborcza Marek Beylin.