Revista Ciencia

Por la ría de Villaviciosa

Por Pin
El pasado domingo hice una pequeña escapada a la ría de Villaviciosa en compañía de unos colegas que comparten este pequeño vicio de ver pájaros conmigo. La jornada tuvo todo cuanto uno espera de un buen día de ornitología: buen tiempo, buena compañía y buenas observaciones. Voy a compartir unas cuantas para alejarme por una vez de mi "pequeño parche local", o "local patch" que dicen los ingleses.
Para empezar el día, el que era uno de los principales objetivos de la excursión, habíamos quedado en la zona del Centro de Interpretación y ya desde allí, aunque un poco lejano, el grupo de 7 cisnes cantores que lleva una temporada en la ría. Ahí están caminando en formación.
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Después de un rato observándolos se fueron nadando, mezclándose con el numeroso grupo de anátidas que había por allí, compuesto sobre todo de ánades reales.
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Una vez cumplido este primer objetivo nos desplazamos hasta El Cierrón, una zona de la ría cercana a Villaviciosa y quizá el mejor enclave para observar las aves acuáticas de cerca. Por allí andaba un par de espátulas, una adulta y otra de primer invierno.
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La adulta es un ave anillada en el año 2009 como pollo en Holanda; excepto su primer invierno el resto los ha pasado en la ría de Villaviciosa, si se porta como en temporadas anteriores se quedará hasta primeros de abril.
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Por la ría de VillaviciosaEstuvimos observando durante todo el tiempo un par de archibebes oscuros alimentándose, sin duda es éste uno de los mejores enclaves para localizar a este limícola tan escaso. Por la ría de VillaviciosaAunque buscaban comida de forma muy activa, de vez en cuando se detenían a descansar un poco.
Y a ellos se unía de vez en cuando alguna anátida, por ejemplo un macho de azulón.
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Y hablando de anátidas, un grupo muy grande de cerceta común se encontraba descansando a cierta distancia.
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Sólo alguna más cercana nos permitía observarla con todo detalle.
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Y, cómo no, también nos deleitamos con las acrobacias y la habilidad de algún que otro martín pescador.
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Después de un buen rato en El Cierrón nos fuimos a mitad de la ría, hasta El Bornizal. Lo malo que tiene esta zona es que, aunque hay un buen número de especies, se observan todas a bastante distancia. Por eso hago referencia a dos que son suficientemente significativas por ser muy escasas en Asturias.
La primera de ellas, como no, el águila pescadora Ben, que descubrimos en su posadero habitual, y que se permitió dar una vuelta para mostrarnos su poderoso vuelo.
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La segunda, una hembra de tarro blanco, que localizamos junto con otros patos bastante interesantes como un grupo de 3 ánades rabudos y otro de 6 silbones europeos. Es ese manchón blanco que aparece en las fotos.
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Tras pasar también un buen rato en El Bornizal, y después de una estupenda y suculenta comida por la zona (componente fundamental de toda jornada ornitológica que merezca ese calificativo), nos fuimos a aprovechar lo que quedaba de luz en El Puntal. Allí, además de un colimbo grande, pudimos ver como dato más interesante un buen bando de 26 garcillas boyeras.
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Y ya nos fuimos cuando casi era de noche. El colofón a un fantástico día en un enclave que todo asturiano aficionado a las aves debería conocer y visitar al menos una vez cada invierno.

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