Si alguna vez habéis ido al Louvre, habréis querido posar sonrientes como la Mona Lisa al lado de la ídem, o en el Prado os habréis querido sentir como una Menina de Velazquez, pero se habéis desenfundado la cámara de fotos para inmortalizar ese momento de comunión con las mejores obras pictóricas, seguramente un guardia de seguridad del museo se habrá acercado para confiscaros la cámara.
El motivo de que no quieran que se saquen fotografías en los museos es que las cámaras automáticas normalmente activan el flash, lo que perjudica los colores de las pinturas. Esto se debe a que los pigmentos colorantes que se usaban antiguamente eran compuestos químicos orgánicos, capaces de absorber la radiación luminosa, lo que genera reacciones fotoquímicas que desnaturalizan y alteran las condiciones originales de los colores. Vamos, que nos podemos cargar el cuadro con el flash.
LOS COMENTARIOS (1)
publicado el 28 abril a las 10:09
Ni con flash ni sin flash, simplemente vergonzoso, si queremos tener nuestros propios recuerdos, o te rascas el bolsillo o tienes buena memoria.