El amor no se busca, se encuentra…es que todavía no has conocido a la persona adecuada…el día menos pensado aparecerá alguien especial…¿estás hasta las narices de oír estas frases y que sigan pasando los años sin novedad en el frente amoroso?
Con el auge de la filosofía single, la soltería como opción de vida se ha despojado de las connotaciones negativas y la presión social en torno a conseguir pareja parece haberse relajado. La paradoja es que nunca hasta hoy ha existido tanto negocio en torno a encontrar a la media naranja. Que se respete más la pluralidad de elecciones existenciales al tiempo que por otra parte parezca fomentarse salvajemente el tener a alguien a como dé lugar, sólo es una muestra más de los tiempos de esquizofrenia emocional que estamos viviendo.
Pocas personas son tan independientes afectivamente como para sustraerse a este constante bombardeo en el que el sé feliz por ti mismo versus encuentra alguien que te haga feliz conviven alegremente dando lugar a relaciones bipolares en las que uno acaba por no saber ni quién es, ni lo que quiere, ni qué diantres era lo que se suponía que tenía que hacerle feliz.
Pero ¿qué ocurre cuando ni siquiera puedes elegir porque ni por las buenas ni por las malas has tenido una pareja?
Si sientes la soledad como una losa y no paras de preguntarte si te irás al otro barrio sin conocer lo que es amar y ser amado por alguien, seguramente no acabes de ver el porqué otras personas (menos atractivas, o menos inteligentes, o menos interesantes que tú) consiguen aquello de lo que tú empiezas a creerte incapaz.
Las causas pueden ser diversas: baja autoestima, demasiadas exigencias, imagen idealizada del amor, autoboicot, miedos no resueltos o que simplemente que la pareja haya sido para ti un objetivo secundario en la vida. Puede que ya hayas llegado a plantearte qué hacer, si rebajar tus expectativas o bien empezar a adoptar gatos.
Sea cual sea el origen de tu situación actual, tu pregunta será la misma ¿podré encontrar el amor? ¿o estoy destinado a la soledad?
En realidad, estás destinado a lo que te dé la gana destinarte. Como ser humano, te han equipado para sentir emociones, usarlas o no depende de ti.
La mayoría de las personas nos ejercitamos en la carrera sentimental a base de tener parejas buenas, malas o regulares. Cometemos mil errores, ponemos toda la carne en el asador, nos enamoramos hasta las trancas, nos hacen daño y lo hacemos nosotros, nos caemos, nos levantamos, aprendemos qué nos gusta, qué nos disgusta y así, como niños que deben chocarse contra todas las esquinas y meter los dedos en todos los enchufes, vamos sabiendo por dónde tenemos que ir.
Si en tu vida nunca te has mojado el culo porque ha preferido quedarse sentado/a cómodamente en la orilla esperando a ver si por un casual aparece el amor que se ajuste perfectamente a todos tus requisitos, mejor cómprate un buen sofá y empieza a enamorarte de tu soledad.
Pero si realmente quieres conocer el amor, te tocará alistarte a esta guerra. Salir de la zona segura y saltar sin paracaídas. Dar pasos y tomar iniciativas. Lanzar besos y reírse de las cobras. Asumir que un rechazo no es el fin del universo. Averiguar que las relaciones son para aprender, no para hacerte eternamente feliz o cuidarte cuando seas viejo. Disfrutar de las caricias y sobrevivir a las coces. Entregar lo mejor que puedas dar y si esto no es suficiente, aprender a dar más. Observar las señales y situarte en los lugares donde puedan encontrarte.
Salir a la vida, hacer cosas que te den miedo, abrazar a los amigos, sonreír a los extraños, bailar en el ascensor, silbar en la calle o simplemente darse permiso para volverte loco/a al menos cinco minutos al día. Descubrir que a veces la mejor manera de no sentirse solo…es cuando puedes elegir estar solo.
Dice Hecatón: te descubriré un modo de provocar el amor sin filtro mágico, sin hierbas, sin ensalmos de hechicera: si quieres ser amado, ama.
A día de hoy, aún no he conocido a nadie que aprendiese a amar sin haberse pringado hasta los codos. ¿Te quedas o te vienes?