¿Te ha pasado alguna vez que ibas caminando por la calle y tenías la sensación de que todo el mundo te miraba mientras andabas? Si es así, no te preocupes, no padeces ningún delirio de persecución, simplemente tu percepción puede estar jugándote una mala pasada.
Tal y como comentamos en nuestro anterior artículo sobre el error del adivino, los seres humanos parecemos tener una obligada necesidad de buscar una explicación ante todo lo que nos ocurre. En el caso que mencionamos, nos cuesta muchísimo asumir que dos miradas hayan podido cruzarse por simple casualidad o que, simplemente, que el hecho de que nos miren no significa que nos estén juzgando o “riéndose” de alguno de nuestros supuestos defectos (ver la psicocuriosidad de la cicatriz).
En todo esto estarían jugando un papel importante los distintos complejos que todos tenemos en mayor o menor medida, así como nuestra tendencia automática a considerar los acercamientos desconocidos como intimidatorios o agresivos. De este modo, muchas veces en lugar de pensar que alguien que nos esté mirando lo hace porque quizá le guste nuestro corte de pelo, nuestra ropa o nuestros ojos, automáticamente nos vamos a la parte oscura, la de “seguro que me está mirando para reírse de mi barriga, de mis caderas o porque camino fatal”
Es importante que seamos capaces de distinguir entre lo que son nuestros pensamientos y lo que es la realidad objetiva. Por desgracia, muchas veces no lo hacemos, y llegamos a casa con la certeza de que “algo habremos hecho mal al ir a comprar al super porque nos han mirado mucho, no me quedan bien estos pantalones o mejor saldré sin gafas porque mi aspecto es horroroso”
Por esto hay que incidir en que toda esta cascada incesante de comentarios autodestructivos procede únicamente de nosotros mismos. Seguramente todas esas personas que “nos miraron”, no pensaron nada de esas cosas, quizá ni tan siquiera se dieron cuenta de que te habías equivocado al pagar, de que tus pantalones te quedaban algo largos o de si tus gafas te quedaban bien o mal. Quizá es posible que algún pensamiento fugaz haya atravesado sus mentes, no sabemos si un poco crítico o halagador, pero la verdad, ¿acaso eso puede destruirte? ¿De que forma puede hacerte daño que alguien tenga una opinión puntual sobre algo de ti?
En resumidas cuentas, aunque esto sea algo que le ocurre más a unas personas que a otras, todos nos hemos llegado a sentir observados alguna vez. Por tanto, la próxima vez que te suceda trata de darle la vuelta a la tortilla: “seguro que me está mirando porque le gusta mi peinado, mi camisa o, simplemente, porque estoy haciendo algo que seguramente a él le gustaría hacer y no hace”
foto|Matt Banks