Revista Cocina

Prado Rey Rosado 2010

Por Orlando

Prado Rey Rosado 2010 Uva: 50 % Tempranillo, 50% Merlot.
Bodega: Real Sitio de Ventosilla.
DO Ribera del Duero
Crianza: 3 meses, sobre lías, en barricas de Roble europeo.
Precio: 6,60 €

ELECCIÓN DE: Carlos E. López, Catador y Socio Fundador de la Asociación Grupo de Cata BACO VIVE.

 En pocas ocasiones anteriores he tenido las cosas tan claras a la hora de elegir un vino para el verano y, sobre todo, después de decidir que éste fuera rosado.
Desde que lo probé por primera vez me llamó poderosamente la atención por sus cualidades y siempre me ha servido como referencia para poner como ejemplo de cómo un vino rosado, de esta calidad, no tiene nada que envidiar a los tintos.

Prado Rey Rosado es un vino rosado un tanto peculiar. Está elaborado con las variedades de Tempranillo y Merlot, a partes iguales, y ha realizado la fermentación en conos de madera francesa de 21.000 litros y en barricas de roble europeo del Cáucaso, en donde ha tenido una corta crianza de unos tres meses.
La bodega que lo realiza, enclavada en la finca Real Sitio de Ventosilla,  es una de esas cuyo curriculum impresiona. Y para que veáis que no exagero, ahí van algunos datos de ella. En cuanto a su historia baste decir que entre los propietarios de la finca están nombres tan ilustres como el de la Reina Isabel La Católica o el Duque de Lerma. En cuanto a sus dimensiones aparecen cifras tan significativas como una extensión de 3.000 hectáreas en plena Ribera del Duero (520 destinadas a viñedo) y con una zona que linda con el propio río en más de 7 kilómetros. De su capacidad de gestión, destacar que ha sido recientemente galardonada con un premio por la Fundación San Pablo CEU.

Pero vamos a centrarnos en nuestro vino que, por cierto, también ha sido galardonado el pasado año con el premio al Mejor Vino Rosado de España en el concurso de la Nariz de Oro 2010.
Desde la botella, troncocónica y transparente, con una elegante etiqueta y una contraetiqueta que nos brinda una detallada información sobre el vino; todo en él está muy bien pensado para que no pase desapercibido. Pero su valor, su gran valor, está en el contenido; y en ese nos vamos a centrar ahora.
De su cata, a 8º grados de temperatura, destacamos:

Vista: De color rosa fresa con irisaciones cobrizas; limpio, muy brillante, muy glicérico, con una densa lágrima que se desprende con lentitud por la copa.
Nariz: Tiene buena intensidad, limpio, muy afrutado, con el toque de la crianza casi imperceptible, con el recuerdo de frutas como la fresa, cereza y coco a las que acompañan un toque de lías (las levaduras que acompañaron su crianza), una ligera nota ahumada, vainillas y regaliz rojo; todo ello proporcionando un aroma muy grato y de cierta golosidad.
Boca: Tiene buena entrada, es amplio, intenso, sabroso, denso, muy afrutado, algo goloso, ligeramente cálido, con una buena estructura, la acidez muy bien ajustada y un final que es persistente y afrutado.

En resumen, es un estupendo vino rosado, atractivo de color; perfumado, goloso y frutal en el aroma y con un sabor intenso, cremoso, persistente; de los que es capaz de llamar la atención incluso a los que no son especialmente partidarios del vino; y lo digo con tanta seguridad porque, después de la cata, puse el vino en una comida en la que había algunas personas de esas que ya de antemano, me avisaban de “… yo soy de los que prefieren la cerveza …” (naturalmente, también les tenía preparada esa bebida) pero no llegó a utilizarse en la comida. 
Un valor seguro a la hora de elegir un vino rico para acompañar multitud de platos de nuestra gastronomía y, muy especialmente, en la época de los calores veraniegos.
Mi puntación: 9,0

OPINIÓN Y CATA DE: Antonio Rubio, enólogo.

Hace cuatro años que no probaba un rosado con barrica. Entonces creo que fue este mismo el vino que tuve ocasión de catar y realmente, creí que se trataba de un estilo que yo nunca entendería y que muy pocas veces disfrutaría voluntariamente. El tiempo me ha demostrado que durante estos años me he comportado como un necio ya que he necesitado que uno de mis amigos me forzara a catarlo a ciegas para darme cuenta de que se trata de un vido muy disfrutable. En honor a la verdad y para no hacerme quedar tan mal conmigo mismo, no sé exactamente que porcentaje corresponde a mi necedad y cuanto a la evolución en la elaboración de un rosado con barrica.

Recuerdo que entonces lo encontré vacío de fruta, con una acidez muy cortada por la presencia tánica de la barrica. Sin embargo, hoy en día al enfrentarme de nuevo con este vino, sí aprecié una importante cantidad de fruta roja perfectamente conjugada con unas suaves notas tostadas y especias dulces provocadas por el contacto con la madera. Tomillo, cacao, vainillas y tofee envuelven la fruta que recuerda de esta forma más a la típica fruta escarchada.
En boca se muestra equilibrado, con una fina acidez que ahora sí, alivia la posibilidad de que los taninos hagan de la copa de vino, una copa de trago largo. Goloso en el ataque y de final muy duradero.

Una gran evolución de aquel vino que probé, que entonces no le hubiese puesto una nota superior a 65 puntos y que sin embargo, me siento orgulloso de puntuar con 82.
Un todoterreno no solamente ayudado por la barrica, sino obtenido de una excelente combinación de uva tempranillo y merlot.
De ahora en adelante aprenderé la lección y seguiré dando segundas oportunidades a vinos que en su día catalogué negativamente.

Botella Prado Rey Rosado 2010
OPINIÓN Y CATA DE: Luz Divina Merchán, Enóloga y Sumiller, Responsable de QueLujo Gastronomía y Vinos.

 En esta ocasión es mi gran amigo Carlos quién nos sorprende, y vaya si lo consiguió. Yo que voy tras la búsqueda de los buenos rosados, que conozco bastante bien la DO Ribera de Duero, y me había pasado desapercibido este vino!!.

Pues bien, este rosado, Prado Rey fermentado en barrica, es elaborado en una de las bodegas con mayor superficie de viñedo de la Denominación Ribera de Duero, Real Sitio de Ventosilla, donde el 90% se lo lleva la variedad tinta por excelencia de la zona, la Tinta Fina (llamada Tempranillo en otras zonas), junto a un 7% Cabernet Sauvignon y un 3% Merlot.
Como curiosidad, destacar que durante muchos años a la explotación vitivinícola junto a las 1200 Hectáreas de monte y 1300 de cultivo, se las consideró en su conjunto, como la finca más técnica e industrializada de España.
Todo un ejemplo de explotación sostenible y medioambiental, la finca es autosuficiente energéticamente, con una presa en el río Duero que data de 1924, que se ha completado en la actualidad con un parque de energía solar.
En lo que respecta al viñedo, para llevar a cabo un exhaustivo control, la plantación la tienen dividida en 7 términos, con extensiones entre 25 y 110 hectáreas y situaciones geográficas localizadas: Hoyo Dornajo, La Mina, Prado del Rey, El Pino, Los Robles, Valdelayegua y Salgüero. 

En este caso el vino rosado Prado Rey 2010 fermentado en barrica es un coupage de 50% Tempranillo y 50% Merlot (clon 184).
Como me parece curiosa su elaboración, plasmo lo que nos comenta la bodega: “La uva se macera a baja temperatura (5º) durante 2 días aproximadamente, tras los cuales se procede al sangrado y trasiego a conos de madera francesa de Nevers de 21.000 litros donde se producirá la fermentación alcohólica a temperatura controlada de 18ºC. Antes de terminar la fermentación alcohólica, se trasiega a barricas de Roble Europeo del Cáucaso de 225 litros donde finaliza la fermentación y se efectúa una crianza sobre lías durante 3 meses con agitación diaria. Después se trasiega a depósitos de acero inoxidable donde se produce una estabilización tartárica previa a su embotellado”.
Como dicen ellos mismos, “cuando comenzamos a elaborar este vino lo primero que intentamos fue recuperar la calidad y el estilo de nuestros antiguos Rosados. Para ello, seleccionamos uvas de primerísima calidad, cuidamos la elaboración y fermentamos en barricas de madera nueva, para evitar ciertos problemas que se encontraban en los vinos de antaño. El resultado habla por sí solo”.

Una botella estilizada, de color blanco por el que ya puedes ver el atractivo color del vino.
Tanto la etiqueta como contraetiqueta bastante grandes, demasiado para mi gusto, pero eso si, contienen toda la información que un comprador debe saber a la hora de decidir si le interesa o no este producto.
Tapón de corcho, limpio, con el logotipo y nombre de la Denominación de origen a la que pertenece, D.O. Ribera de Duero, y con olor al vino.
Visualmente un color limpio y brillante, color frambuesa del típico gloss de labios de verano. Lágrima que cae con cierta rapidez y sin color.
A copa parada, aromas limpios, de intensidad media-alta, notas a flores, me viene recuerdos del patio interior de casa de mi abuela donde tenía hortensias y lilas.
Esperando un poquito comienzan a salir notas dulzonas de suave vainilla.
Al mover, en nariz salen intensas notas a paraguaya, carnoso melocotón de secano, un rico mango dulce, del tipo mexicano (hay que decir que son diferentes los mangos en olor, sabor, e incluso de tamaño) que cuando lo dejo reposar unos 5 minutos pasan a aromas de especies mediterráneas de enebro, tomillo (esto si es trasladarme a la sierra del pueblo de mi niñez, El Real de San Vicente en Toledo). Con el paso del tiempo, curiosamente salen unos aromas a frambuesa que me ha dejado perpleja. No me esperaba notas frutales a los 15 minutos de servirlo.
En boca es pura golosina, entrada en boca golosa, cremosa, carnosa, con cierta untuosidad, buena acidez, equilibrada con el grado alcohólico, de paso en boca largo (es decir, tiene presencia a lo largo de todo el recorrido por la boca),  un final marcado, con bastante persistencia, y con recuerdos a crema catalana, repostería, aquí la fruta tiene un espacio secundario. Aunque, debo decir, que me ha sorprendido una rica frambuesa a los 10-15 minutos de servir, en el final de mi copa.
Un vino que no deja indiferente, que sorprenderá tanto a personas que sean iniciadores en el consumo del vino como amantes de este rico líquido.

Aconsejo que, por su contenido tan elevado de alcohol, son 14,5ºC los que menciona la contraetiqueta, la temperatura de servicio sea algo más baja de la temperatura normal de un rosado, lo pondría como a unos 8-10ºC para tener más tiempo de saborear esta delicia.
Un vino fantástico para comer con él, ya que tiene cuerpo y estructura como para aguantar una fideua, un Suc de Rap, una barbacoa de carnes, unas sardinas a la brasa, unos pulpitos, como una ensalada o plato de pasta.

 Para mí es un ejemplo de vino rosado que tiene un comportamiento de tinto con la comida, y que además, podemos disfrutarlo a una temperatura más baja que los tintos, lo cual le convierte en interesante y apetecible para épocas de calor.
Un vino que me ha resultado un viaje por mis recuerdos. Y esto es lo que más me puede influir a la hora de catalogar a un vino como recomendación en mi lista de vinos catados.
NOTA: 9,2


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