Es el turno de '127 horas' de Danny Boyle, basada en hechos reales cuenta la historia de Aron Ralston un ingeniero alpinista que pasó 127 horas en atrapado en el interior de una grieta de un cañón en Utah en 2003.
Este, llamémosle (por que no) héroe, porque aunque no salva a nadie, ni defiende nada en particular, para mí lo es, simplemente por el hecho de tener la sangre fría, el casi don de aguantar lo que aguantó.
La verdad es que como película en sí es buena pero no para llevarse el Oscar a mejor película, pero aún así es bueno reconocer el gran trabajo que ha hecho Boyle, si habéis visto algún vídeo del original (la mayoría en youtube), veréis que la similitud con el film es casi idéntico, lo que hace que te meta aún más en la historia, con un James Franco que parecía desaparecido, pero que clava el papel a la perfección, sin exageraciones o sobreactuación, perfecto.
Pero centrémonos, la parte que impacta y deja con los ojos como platos o bien todo lo contrario, no quieres mirar como un hombre toma la difícil decisión de cortarse el brazo para sobrevivir, porque aunque desde el instante en el que queda atrapado por esa dichosa roca y vemos como su carácter, su estima, todo el personaje va cambiando a peor, a deshidratarse, deprimirse, tener alucinaciones... pero el momento clave que marca toda la película y la convierte en lo que es, es ese momento que sinceramente duele, duele verlo de verdad, el realismo que le dan a la película es fantástico, porque así es como fue, Aron Ralston se corta la mitad del brazo y para colmo con una navaja barata (por no decir otra cosa), y todo esto sin desmayarse del dolor, para después salir deshidratado, perdiendo sangre y agotado, ¿qué por qué es un héroe? es evidente no??.