Los que estamos implicados en divulgar las ciencias e intentar enseñarlas tenemos dudas sobre su efecto. ¿Nuestro trabajo aporta de forma real al incremento y desarrollo de la cultura científica de las personas? y, siendo más ambiciosos ¿Es posible despertar vocaciones científicas en los más jóvenes?
Factores que influyen sobre lo que seremos
Hace poco estuve en Campus Gutenberg en Barcelona, donde asistí a la sesión llamada ‘El impacto de la comunicación en las vocaciones científicas’. Una de las expositoras fue Rosario Martínez (video a partir del minuto 9:40), quién presentó una interesante revisión bibliográfica de estudios que analizan el impacto de la comunicación científica sobre las vocaciones científico-tecnológicas.
Uno de los trabajos presentados fue un estudio efectuado por el Centro de Divulgación Científica de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires, publicado en Public Understanding of Science en el año 2009.
El estudio encuestó a más de 800 investigadores y becarios del CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas), a lo largo y ancho de Argentina y los resultados se analizaron en función del sexo, la edad y el área de conocimiento a la que pertenecían los investigadores. El trabajo se centró en indagar sobre cuáles fueron los factores que los llevaron a decidirse sobre la elección de su carrera profesional.
Los resultados mostraron que, si bien los factores que inciden en la vocación científica son múltiples y existen particularidades de acuerdo con el sexo, la edad y la disciplina, algunos parecen tener mayor peso. El estudio mostró que el primer factor que puede influir sobre las vocaciones científicas son los profesores.
El análisis también demostró que las diferentes manifestaciones de la comunicación pública de la ciencia y la tecnología (libros de ciencia, artículos de prensa, material audiovisual y actividades, tales como visitas a museos de ciencia) juegan un papel importante en el despertar de la vocación por la ciencia.
A predicar con el ejemplo, por favor
Sabemos que las ciencias tienen fama de pesadas, difíciles y para listos. Pero lamento decirles que son mentiras.
Cuando un estudiante tiene que practicar mucho o debe memorizar términos nuevos en poco tiempo y para colmo, sin saber para qué, es ahí donde empieza el problema. Por poner un ejemplo: ¿Cómo es posible que a los estudiantes les importe tan poco cómo funcionan sus células o su propio cuerpo?
Tengo una idea que explica parte de esta cuestión: es el/la profesor/profesora que tienen delante.
Seguro que hay excepciones y muchas, por eso pido disculpas de antemano, pero si el propio ‘profe’ es el que no tiene interés ni motivación por preguntarse cuestiones, menos que menos, los alumnos lo harán.
Un ‘sistema educativo’ donde prevalezcan profesores/as que no leen, que no se actualizan ni estudian y que no se involucran con su labor, están haciendo daños graves en nuestros jóvenes. Es más, probablemente estén sepultando las vocaciones de futuros hombres y mujeres que podrían haber sido el ‘Mendel’, la ‘Marie Curie’, el ‘Darwin’ o la ‘Rosalind Franklin’ de nuestra época (por dar ejemplos).
Hay docentes que si lo están haciendo bien. Orientan a sus alumnos en proyectos innovadores e interesantes, incorporan herramientas de la vida cotidiana; como por ejemplo el uso de internet, videos juegos o redes sociales, y sobre todo cultivan las inquietudes de sus alumnos.
¿Por qué no hacer que el colegio sea un sitio de motivación y generación de proyectos que involucren e interesen a los chicos? ¿A qué le tenemos miedo?