Revista Cine
9/10 Resulta muy gratificante para nuestra salud mental mirar de vez en cuando una película que nos divierta de principio a fin. Y este ha sido para mí el caso de “Que se mueran los feos”, dirigida por Nacho G. Velilla y expuesta a la luz del público en el año 2010. Cuenta con las magníficas actuaciones de Javier Cámara y Carmen Machi, además de un elenco muy bien articulado.
Alguna vez escribí que me sentía un poco cursi diciendo que me gustaba mucho la clásica “When Harry met Sally”; pues bien, en “Que se mueran los feos” sentí, guardando las distancias, una emoción similar que la que experimente al ver a Meg Ryan y Billy Crystal interactuando, pero a diferencia de la película gringa, en la española los personajes principales son una especie de antihéroes.
Eliseo (interpretado por Javier Cámara) es un soltero que no ha tenido suerte en el amor, porque, según la explicación de todos, es cojo, pelón, usa unos lentes muy gruesos y además no conoce muy bien las artes de la seducción. Como vive con su madre y su tío (Juan Diego), a quienes les ayuda en la granja familiar, un día, hace muchos años, renunció a su gran sueño de acudir a estudiar en el Conservatorio de Música. Pero eso no le robó su amor por la música, en el pequeño pueblo donde vive, él es el mejor para tocar la trompeta.
Nati (Carmen Machi), quien se casó con el hermano de Eliseo, llega a casa de Eliseo para darle el pésame por la muerte su madre, pero especialmente regresa a la granja porque su esposo la ha abandonado y la ha dejado en la quiebra financiera. Su presencia causará no menos de un problema; pero también traerá cosas positivas que todos alabarán.
Así, de un momento a otro, las cosas se torcerán un poco y se complicarán para delicia de los espectadores y para dolor de los personajes.
Pero aún en medio de los problemas, la música siempre está presente en la vida del pueblo. Me encantó mucho el juego repetitivo que se hizo en la película con “Tómame o déjame”, la famosa canción de Mocedades.
“Que se mueran los feos”, es una comedia romántica española muy bien hecha, que nos garantiza un poco más de una hora de amena distracción. Sí es, en definitiva, una comedia, pero como toda buena película, no le falta un poco de drama, un poco de filosofía de la vida, unas cuantas bofetadas, una lágrima por aquí y por allá, un poco de sexo, y, por supuesto, un final muy alegre y esperanzador.