Revista Vino
En los Radikon se unen varias tradiciones que hacen que sus vinos sean algo emblemático para mí, en especial su Ribolla. En primer lugar, la tradición campesino y vitícola del Collio y del Friuli, en el que se vienen haciendo vinos apreciados desde el siglo I a.C., por lo menos: la bodega y sus viñedos (12 Ha) están en Oslavia, municipio de Gorizia, en el corazón del Collio de las hermosas colinas. En segundo lugar, la uva. Los Radikon trabajan con otras variedades (chardonnay, pinot grigio, sauvignon blanc, merlot, jakot), pero la que hunde sus raíces en esa tradición centenaria es, sobre todo, la ribolla gialla (en italiano), también llamada rabiola, ribuele, rébula (en la parte eslovena del Collio: Brda) y documentada históricamente desde el siglo XIII. Radikon siente este tipo de cosas, y hace sus vinos con sensibilidad hacia el pasado.
En tercer lugar, Radikon vinifica con atención y respeto hacia esos antepasados, que sabían del sabor discreto de ese mosto pero conocían también el valor del hollejo de la "rabiola", su carácter algo tánico pero fino, y su tendencia a la oxidación. ¿Cómo se trabajaba esta uva? Seguramente no se derrapaba y esa es la mayor innovación de Stanko Radikon. El resto ha sido siempre ir recuperando el modo de hacer antiguo, paso a paso y despacio, empezando por el campo, donde desde 1995 no usa ningún producto químico de síntesis, ni pesticidas ni herbicidas, nada que no sea natural. Y siguiendo por la bodega, donde la ribolla hace la fermentación con sus pieles en grandes fudres troncocónicos, Allí se queda, cuando ya es vino, con esos hollejos entre tres y cuatro meses. Cuando se descuba y se prensa, el vino vuelve a otros "botti" donde pasa un promedio de tres años, sin filtraciones ni estabilizaciones y, desde 2002, sin ningún añadido de sulfuroso.
Cuando el vino se embotella (el Ribolla en botellas de 50 cl) pasa todavía otro año en la bodega. Después, al mercado, que no siempre va a entender un vino de este tipo, quizá, si antes no sabe que tiene en la copa historia y tradición de un paisaje único, máxima naturalidad y respeto por la tierra y sus procesos (de hecho, la única acción "forzada" que reconoce Radikon son las trasiegas...) y sensibilidad y conocimiento de qué hacían los antepasados y por qué lo hacían. Tierra de arcilla muy compacta (ponca), colinas de orientación sur y sur-este, vientos únicos, frescas brisas y muy alta densidad de población de cepas. Uvas únicas de ribolla gialla, pues, para un vino y una manera de hacer hoy casi únicos: el color del sol del atardecer ventoso en una botella. Hollejos. Austeridad. Sequedad cartujana, profunda y silenciosa. Concentración. Piel del membrillo. Flor seca de la camomila antes de la infusión. Intensidad. Raíces. Arcilla roja en tus manos, ya seca. Nuez moscada. Manojo de tomillo seco en la cocina. El sol del membrillo, el atardecer de la vida, el renacimiento a una manera de sentir las cosas que fue nuestra y volverá a serlo gracias a vinos como éste y a actitudes como la de los Radikon.