Ha sido un lento y gozoso peregrinar. Cuando conocí a Chiara Bombardi y a Daniele Rossi (junto con mis amigos de la Enoteca d'Italia, Leo y Alberto) estaban en plena preparación de Slow Vitis'07 (qué tiempos heroicos...). Me uní con muchas ganas al acontecimiento y empecé un aprendizaje con ellos que todavía sigue. Del barrio de Sant Antoni pasaron al del Poble Sec. Y desde el 3 de mayo de 2013 están en el Barri Gòtic, en Rasoterra. Cuando entré en el local (la foto de la ventana, casi como metáfora), me di cuenta de que les había llegado todo en su mejor momento: años de aprendizaje, un criterio muy bien formado, una larga y cuidada selección de productos (lo más importante, sin duda, para ellos), una buena preparación de recetas y un local que les viene como anillo al dedo. Vegetarianos son. ¿Y qué? Se come de maravilla y se bebe mejor, Déjense ustedes de prejuicios (si alguno los tiene...) y acudan a disfrutar de un ambiente muy agradable (la mesa para diez personas que preside el local, de maderas recicladas, es una maravilla), de una cocina casera (aunque no se sepa con exactitud dónde está la casa: la gracia de la mezcla de procedencias de los que trabajan allí), de una selección de vinos bien pensada y, sobre todo, de un recibimiento que hace que las cosas del cuerpo y del espíritu fluyan, allí, de una forma preciosa. Me gustó todo y no hicimos más que entrever posibilidades...
Tienen unas cuantas tapas bien ricas, tienen unos buenos platos del día y tienen especialidades. Tienen una carta de vinos que no es muy larga pero que nace del esfuerzo constante por el descubrimiento. Tienen una selección de quesos de leche cruda (su gran especialidad, quizá junto con la cerveza) que echa para atrás de rica e interesante. Y le ponen a todo cariño y buen humor. Como en casa, vamos. Tomamos unas alcachofas al vino blanco con un corazón de ajo rustido y almendras, intensas, sabrosas, al dente. Compartimos unos sabrosos rigatoni con salsa de calabaza y queso fiore sardo, que luché uno a uno (error: ¡los compartí!): impresionante el contraste de texturas (pasta al dente, claro, con la calabaza) y de sabores (el dulzor de la calabaza con el picante,el salado, el seco pecorino fiore sardo). Proseguimos con una cocotte de huevos ecológicos con dados de patata y trufa: sabores de antes, sin más. De postre, quesos. Imprescindibles en Rasoterra. De izquierda a derecha(foto inferior): Fermío de la Vall de Llèmena (quesería Balda), un "Saint-Marcellin" excepcionalmente intenso, cremoso y sabroso, para mí uno de los mejores de la sesión. Blanc de Tòrrec, de la quesería Tòrrec, en Vilanova de Meià, uno de los de cabra más logrados del país. Un clásico. En tercer lugar, un Crisembert de Camps, cabra de Palau d'Anglesola. Sigue un Blau de l'avi Ton de la misma quesería, leche de cabras de Linyola e inoculación del Penicillium Roquefortii. Punto y aparte para este y el siguiente, sobre todo éste, con unas gotas del estratosférico Meliterrani 2010 de Sicus Terrers Mediterranis, de Bonastre (Tarragona, pero en zona Penedès). Y finaliza con una de las estrellas de la casa, uno de los mejores pecorini que haya comido en mi vida, baluarte Slow Food: el Fiore Sardo, de Barbagia (provincia de Nuoro). El corazón de Cerdeña en un bocado, sin más.
Tuve mis problemas para elegir el vino...Dudas entre la estratosférica mencía de Barbanza Pintadoiro; entre el pujante albariño de Alberto Nanclares; Miranius; Coto de Gomariz; Clot de les Soleres; Libera Terra...Bueno, qué lista de vinos: pequeña pero enorme y llena de contrastes interesantes. Al final, ganó el comodín, un vino que apoyaría sin fisuras todo y que, solo, daría también grandes dosis de frescura y personalidad: Sicus Xarel.lo vermell 2011. 12%, vinificado con vasijas de barro. Cepas centenarias en Bonastre (sin DO) para una variedad que hay que saber tratar con mimo. No he estado en las viñas, todavía, pero me imagino todo sólo bebiendo este vino: impresionante, vertical, penetra como el filo del buen acero y recuerda el paso de la perdiz por el campo. Ligereza y agilidad, revuelo en el paladar y en el estómago. Frescura y fragancia. Profundidad y barro sin cocer. Madroño y arándanos rojos. Pomelo rojo y amargor discreto en el posgusto. Arbustos y otra perdiz que te mira sorprendida: ¿qué haces aquí? Me pregunta su ojo indiscreto...Con la comida, el vino sigue creciendo y llega hasta los quesos en plena forma, donde, prudente, se detiene y charla con la vaca de Fermió. Espléndido. Si les digo, además, que con café (excelente), panes y agua, todo salió por 45€ y, además, que al mediodía tienen fórmulas/menú que te dejan satisfecho y con una sonrisa en la boca por 10€, estarán conmigo en que Barcelona tiene un nuevo y magnífico local y que mis amigos Chiara y Daniele han llegado a él en el mejor momento de sus vidas profesionales. Yo pienso disfrutarlo con ellos a fondo. Con este tipo de asuntos tan serios no se puede uno andar con medias tintas.