La esencia de GTD es trabajar sin estrés. Paradójicamente, muchos de los que practican este método se quejan de que intentar mantener las listas al día y, sobretodo, el hecho de observar cómo las próximas acciones van aumentando cada vez más, les genera mucho más estrés del que tenían anteriormente.
En alguna ocasión ya he hablado sobre lo importante que es saber utilizar la lista “Algún día/Quizá” para aparcar las próximas acciones que no vamos a querer o poder atender próximamente. No se trata de olvidarnos de ellas, sino de posponer voluntaria y justificadamente su ejecución. Esto es muy sencillo para asuntos sobre los que tenemos el control, como por ejemplo llevar el coche al taller. Pero no resulta tan fácil cuando se trata de la fecha límite de un proyecto, o un compromiso con tu jefe.
No importa cuán necesaria u obligatoria parezca una tarea, si no tenemos el tiempo necesario para llevarla a cabo, finalmente no la haremos, por mucho que nos empeñemos en mantenerla en la lista de próximas acciones o en el calendario. Y lo que es peor, verla ahí sabiendo que seguramente no las vamos a poder atender, nos generará un elevado nivel de estrés. Entender esto es fundamental. Como decía mi padre: “lo que no puede ser, no puede ser, y además es imposible”. ;-)
Las cosas son como son, no como queremos que sean. La semana tiene un número fijo de horas de trabajo y nuestra capacidad de resolución es limitada. Y no, quedarte todos los días hasta las 11 pm en la oficina no es la solución. Si empiezas a sentir estrés por el volumen de trabajo, es hora de tomar cartas en el asunto.
En primer lugar debes mover a tu lista “Algun día/Quizá” todas las cosas que puedas sin afectar a tus compromisos con terceros. Es decir, aquellas cosas sobre las que la decisión depende exclusivamente de ti. ¿Es necesario ir al dentista esta semana o lo puedo dejar para la próxima? ¿Qué pasa si me olvido por un tiempo de modificar el diseño del blog?
Una vez aligerada las listas de compromisos que tienes contigo mismo, vuelve a revisar el panorama. ¿Es ahora mucho más asequible? ¿Crees que ya puedes centrarte mejor en el trabajo? En bastantes ocasiones esto es todo lo que necesitarás para recuperar el control y liberarte del exceso de estrés.
Si a pesar de todo sientes que todavía tienes demasiadas cosas que hacer, entonces tienes que empezar a renegociar tus compromisos con los demás. Por supuesto, no siempre será fácil ni agradable. Pero créeme, es preferible a terminar con una úlcera de estómago. Además, casi siempre es más fácil de lo que parece.
Por lo general las personas prefieren que les digas que no podrás terminar en una fecha, a que la termines incumpliendo. Porque no te engañes, si tienes demasiadas cosas que hacer, al final vas a terminar incumpliendo algunas.
El secreto para que los demás acepten fácilmente un cambio en un compromiso es que te vean como alguien confiable. Si saben que harás todo lo posible por cumplir, y que si no puedes vas a avisarles con tiempo –y con una alternativa en la mano–, casi siempre aceptarán sin oponer resistencia.
Ya lo sabes. Si tu sistema te agobia, empieza a renegociar tus compromisos. Inmediatamente sentirás cómo la presión empieza a disiparse y disfrutarás del trabajo sin estrés.
Y tú, ¿renegocias con frecuencia tus compromisos? ¿Cómo afecta ello a tu nivel de estrés? Comparte con nostros tu experiencia en un comentario.
Artículo original escrito por Jero Sánchez. Sígueme en Twitter.
Foto por Jordi GraellsSi te gusta lo que has leído, cómpartelo arriba, danos tu opinión en un comentario y considera suscribirte al blog --es gratis.
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