Ryan ha estado a punto de morir. La culpa de eso la tiene Sarah. O al menos es de lo que parecen estar convencidos sus padres pues, aunque el susto tras la vertiginosa caída de varios metros quedó en una pierna rota, le han prohibido volver a verla.
El joven, recluido en su habitación tras el accidente, decide comenzar un diario donde plasmar sus inquietudes. Su miedo por Sarah. Su miedo DE Sarah. Pero sobre todo, la angustia por lo que vivió aquella noche en la draga del bosque; la noche del accidente.
En este punto empieza el libro (en forma de diario) en el que el protagonista nos cuenta que lo que le llevó aquella noche al bosque fue una pregunta que su amiga le planteó un día. ¿Por qué Skeleton Creek? ¿Por qué alguien le pondría ese nombre a un pueblo? Decidieron averiguarlo. ¿Qué mejor distracción para un amante de las historias de terror y una apasionada de los documentales? Quizá debieron pensárselo dos veces. Pero eso ya no tiene remedio. Ahora Ryan está encerrado en su casa mientras Sarah sigue fuera, más decidida que nunca a averiguar el misterio que envuelve al nombre del pueblo, sino al accidente de su mejor amigo. Mientras él intenta recabar información y dejarle breves mensajes en la red a Sarah, ella va colgando vídeos protegidos por contraseña para que su compañero pueda ver sus avances en la investigación. Vídeos que ponen los pelos de punta a Ryan, que no hacen más que aumentar su angustia, su miedo. Vídeos que en definitiva preferiría, en muchas ocasiones, no ver.
Skeleton Creek plantea una nueva forma de leer una historia. La de los protagonistas: seguir las investigaciones de Ryan a través de su diario mientras se siguen las de Sarah a través de sus vídeos, colgados en internet. La combinación es explosiva.
Recomendamos al lector que en una tarde tranquila (el diario consta de menos de 200 páginas) coja su ejemplar, mantenga el ordenador encendido y cerca y se sumerja en esta aventura. Pues mientras lees la angustia reflejada en las palabras de Ryan, el miedo en cada uno de sus pensamientos plasmados en el papel y empiezas a temer, al igual que lo hace él, qué habrá en cada uno de los nuevos vídeos que le proporciona Sarah, también aumentará tu curiosidad por saber dónde desemboca esta aventura.
Una novela de calidad a la que le acompañan unos vídeos de igual calidad. Si el diario refleja fielmente la personalidad de Ryan, los vídeos (que están realmente bien hechos y transmiten y fomentan más el ambiente tétrico de la novela) hacen lo propio con la de Sarah y ambos se complementan perfectamente.
Tres pegas le podemos sacar no obstante a Skeleton Creek:
La primera, que quizá el diseño de cubierta sea algo más infantil que el público al que realmente va dirigida la obra, por lo que os invitamos a que no os desaniméis por él; la segunda que para poder disfrutar en su totalidad la obra, hay que disponer de un ordenador a mano siempre, por lo que no os recomendamos que lo leáis fuera de casa; la tercera es que cuando lo acabéis no podréis dejar de pensar en la segunda parte para saber cómo continúa esta espeluznante historia, por lo que os tranquilizamos diciendo que Bruño ya ha adquirido los derechos para traerla a España.
Deja que el miedo te invada mientras intentas descubrir el origen de Skeleton Creek. Averigua lo que se siente cuando se está encerrado y no puedes confiar en nadie, ni siquiera en tus padres.
Revista Cultura y Ocio
Reseña literaria Skeleton Creek, El diario de Ryan, Patrick Carman
Por Eltemplodelasmilpuertas @Templo_Revista
Editorial Bruño