Revista Cocina
Aprovechando que teníamos entradas para un teatro por la tarde, nos adentramos a comer en el barrio de Lavapies, una zona que tenemos excesivamente abandonada pero con un gran potencial.
Barajamos diferentes opciones (marisquería, cocido, tapeo...) pero ya que estábamos en esa zona, quisimos aprovechar que estábamos allí para probar lo más frecuente en el barrio, un restaurante Indio.
En la propia calle Lavapiés hay uno detrás de otro, con camareros a la puerta que te buscan y te invitan a pasar e incluso te ofrecen invitarte al "vermú" si te quedas a comer. No teníamos más conocimiento previo de la zona más allá de las opiniones que habíamos visto el día anterior por Internet así que, siguiendo lo que habíamos leído, nos decidimos a entrar en el Anarkoli.
El local es un local en el que tal vez nunca habríamos entrado, de mesas sobrias con manteles de papel rojos y paredes con cuadros y luces brillantes de colores. Decoración cuanto menos, curiosa.
Al recibir la carta, no sabíamos muy bien por donde empezar. Aparecían los nombres de los platos sin mucha explicación, así que elegimos
Chiken Pakura - Tiras de pollo empanadas, con un color muy rojo y muy sabrosas. El plato que más nos gustó.
Meat Samosa - De los pocos platos que elegimos con conocimiento y que nos decepcionó un poco: empanadilla de carne un poco seca
Pulao Rice - Arroz Basmati con zanahoria, un poco soso, típico oriental, que suele tener sabor flojo para compensar la intensidad de sabores de los platos principales.
Chicken Tandoori - Tradicional pollo indio en piezas grandes, en esta ocasión
Garlic Nam - Torta de pan de ajo tenía algo de queso
Acompañamos la comida con cerveza India "Cobra" y un agua.
No tuvimos opción a pedir postre, ya que sin ofrecernos siquiera la carta nos trajeron la cuenta sin haberla pedido y quedándonos alucinados.
Una buena comida, diferente y económica, en la que salimos apenas a 12 € por cabeza.
Barajamos diferentes opciones (marisquería, cocido, tapeo...) pero ya que estábamos en esa zona, quisimos aprovechar que estábamos allí para probar lo más frecuente en el barrio, un restaurante Indio.
En la propia calle Lavapiés hay uno detrás de otro, con camareros a la puerta que te buscan y te invitan a pasar e incluso te ofrecen invitarte al "vermú" si te quedas a comer. No teníamos más conocimiento previo de la zona más allá de las opiniones que habíamos visto el día anterior por Internet así que, siguiendo lo que habíamos leído, nos decidimos a entrar en el Anarkoli.
El local es un local en el que tal vez nunca habríamos entrado, de mesas sobrias con manteles de papel rojos y paredes con cuadros y luces brillantes de colores. Decoración cuanto menos, curiosa.
Al recibir la carta, no sabíamos muy bien por donde empezar. Aparecían los nombres de los platos sin mucha explicación, así que elegimos
Chiken Pakura - Tiras de pollo empanadas, con un color muy rojo y muy sabrosas. El plato que más nos gustó.
Meat Samosa - De los pocos platos que elegimos con conocimiento y que nos decepcionó un poco: empanadilla de carne un poco seca
Pulao Rice - Arroz Basmati con zanahoria, un poco soso, típico oriental, que suele tener sabor flojo para compensar la intensidad de sabores de los platos principales.
Chicken Tandoori - Tradicional pollo indio en piezas grandes, en esta ocasión
Garlic Nam - Torta de pan de ajo tenía algo de queso
Acompañamos la comida con cerveza India "Cobra" y un agua.
No tuvimos opción a pedir postre, ya que sin ofrecernos siquiera la carta nos trajeron la cuenta sin haberla pedido y quedándonos alucinados.
Una buena comida, diferente y económica, en la que salimos apenas a 12 € por cabeza.