Del centenar de películas programadas para el 21º BAFICI, Selfie se perfila como una de las más fieles al espíritu independiente que se arroga este festival de cine. Para empezar, el documental de Agostino Ferrente aborda un tema que la opinión pública prefiere silenciar: en palabras del penalista Raúl Zaffaroni, la “masacre por goteo” de pibes pobres. Por si esta afrenta resultara insuficiente, el realizador italiano elige darles a dos referentes de esta juventud diezmada los dispositivos necesarios para filmarse a lo largo de un verano, y de esta manera describir su presente sin intermediarios.
El asesinato de Davide Biffolco a manos de un carabiniere en un rincón del barrio napolitano de Soccavo inspiró en Ferrente la idea de dedicarles un documental a los adolescentes que –en Italia también– son víctimas de algún gatillo fácil. En lugar de aproximaciones trilladas como la entrevista o el uso de cámaras ocultas, el realizador apostó a la estrecha relación que los llamados millennials mantienen con los teléfonos inteligentes y en especial con las aplicaciones diseñadas para sacar selfies.
Alessandro y Pietro se filman en sus casas, en el bar donde trabaja el primero, en la calle, montados en sus motorinos, con chicos del barrio, algunos ya enrolados en la Camorra. Ferrente compagina este material con imágenes registradas por cámaras de seguridad y con fragmentos de entrevistas informales realizadas a dos chicas quinceañeras, a un grupo de muchachos mayores que los protagonistas, a un ragazzo de diez años, a otro de doce. En menor medida aparecen el padre de Davide y extractos de la cobertura televisiva acordada a este asesinato que la Justicia consideró un accidente o, en términos más precisos, un caso de impericia policial.
Impresiona la lucidez de Alessandro y Pietro a la hora de reconocerse co-autores de esta película. La discusión en torno a si deben referirse a las “cosas negativas” de Rione Traiano ilustra no sólo el compromiso que los adolescentes de 16 años asumieron con el proyecto, sino los criterios que rigen el montaje realizado por dos mujeres: Letizia Caudullo y Chiara Russo.