Reyes lanza ante Mainoldi - ACB Photo.
Hay jugadores que parecen estar eternamente condenados a que se hable de su declive, de si el club tendría que plantearse venderlo... Es el caso de Felipe Reyes (Córdoba, 1980), un jugador al que algunos acaban descubriendo temporada tras temporada porque parecen olvidar una trayectoria ejemplar, un compromiso y un liderazgo fuera de toda duda. Un deportista único en un momento de forma óptimo que rescató a un Madrid sorprendido ante el Fuenlabrada grandioso de Porfi Fisac, que no pudo ser más gráfico: “Había momentos del partido en los que parecía que estaba dormido”. Se refería Fisac, un gran orador y un técnico valiente, a durante parte del partido pudo soñar con eliminar a los blancos y alcanzar por primera vez las semifinales en su tercera participación en la Copa del Rey, la primera para once de sus jugadores. Lo vio posible hasta que Reyes dijo basta: del 59-59 a 7m 38s al 75-66 final. El pívot cordobés metió nueve puntos en los últimos once minutos y se entendió de maravilla con Velickovic, encorsetado por Messina en la posición de 3 y liberado de las lesiones y de 4 con Laso. Esta pareja interior resultó lo mejor de un Madrid que jugará la segunda semifinal del torneo ante el Banca Cívica.A Reyes le puede el equipo y no el ego. Por eso le inquietó que en Teledeporte le hablasen de su gran actuación y después de decir que estaba “contento” por ello dejó claro que sobre todo lo estaba por la victoria “muy trabajada”. Por aquel entonces varios jugadores del Fuenlabrada chocaban de manos con su afición: un exponente de identificación y cariño al seguidor, sin el que el deportista se quedaría sin aliento. El capitán Laviña estuvo a la altura de las circunstancias reflexionando que más allá de un triunfo o una derrota lo mejor era llevarse y conservar el orgullo de la afición todo el año. Y el Fuenlabrada se merece tal aprecio empezando por los responsables de fichar a un buen número de desconocidos que acaban explotando o recuperando para la causa a gente que venía de una experiencia no muy positiva. El club es tan tenaz como su plantel, que lejos de amilanarse ante un Madrid que un buen rato con sus dos bases en pista -los dos Sergios, Llull y Rodríguez- y que le había doblegado con mucha facilidad en la Liga le jugó de igual a igual, sin miedos ni tregua.
Los tiros libres
Al principio surgió Hall con dos triples sin fallo y después le siguió Saúl Blanco -en su segunda etapa en el equipo tras su desafortunado paso por Málaga. Era un partido eléctrico, pues Singler también estaba muy enchufado, pero tan revolucionado que antes del descanso ya acumulaba tres personales. La cuestión para el Madrid es que su sustituto, Carroll, no tenía el día como Tomic, estancado desde hace meses, como si le pesasen pesasen los elogios recibidos por los medios, y el peor del equipo (2/6) en los tiros libres (10/19, 53%). Una faceta en la que los blancos deberán mejorar de inmediato en un torneo tan corto como la Copa.
En un torneo en el que el Fuenlabrada persistió por continuar, lanzado a ratos por Penney, la estrella junto a Blanco después de la marcha a la NBA de Ayón (35-31 al descanso). El conjunto de Fisac contuvo el arreón del Madrid (48-40), liderado entonces por un Mirotic discontinuo, gracias a los triples, dos de ellos, extraordinarios, del capitán Laviña. “Nadie os gana fácil”, había defendido el entrenador en un tiempo muerto y sus jugadores le dieron la razón perpetrando una actuación que ennoblece al baloncesto y minimiza las posibilidades económicas de unos y de otros. “Me siento ganador de este partido”, cerró Fisac, como siempre, con su tono de poeta.
MADRID 75 (15+20+20+20): Llull (8), Singler (7), Suárez (-), Mirotic (7), Begic (2) -quinteto inicial-, Carroll (8), Tomic (6), Reyes (17), Pocius (3), S. Rodríguez (4) y Velickovic (13). FUENLABRADA 66 (16+15+22+13): Colom (12), Laviña (6), Blanco (6), Mainoldi (13), Hall (6) -quinteto inicial-, Cortaberría (3), Penney (12), Diouf (4), Sánchez (2), Vega (-), Muñoz (2) y Laso (-). Árbitros: E. Pérez Pizarro, Oscar Perea y Carlos Peruga. Incidencias: Asistieron al encuentro 14.100 espectadores en el último partido de cuartos de final de la Copa del Rey disputado en el Palau Sant Jordi de Barcelona.