En un futuro cercano, Frank (Frank Langella), un ladrón retirado, tiene dos hijos adultos que están preocupados porque creen que él ya no puede vivir solo. Pese a que están tentados a ponerlo en un asilo para ancianos, Hunter (James Marsden) elige una opción distinta: en contra de los deseos de su padre, le compra un robot humanoide que camina, habla y que está programado para mejorar su salud física y mental. Pese a su rechazo inicial, Frank pronto descubrirá en el robot a un amigo con el cual no tardará en planear su retorno al mundo delictual.
Algún tiempo después de haberse graduado de la Escuela de Artes Tisch, perteneciente a la Universidad de Nueva York, Jake Schreier y Christopher D. Ford comenzaron a albergar el deseo de realizar un largometraje. Para ello decidieron tomar como base el guión que había escrito Ford como parte de su tesis en Tisch, el cual Schreier había ayudado a producir. Alrededor del año 2002, cuando ambos aun eran estudiantes, comenzaron a mostrar un gran interés en el rápido desarrollo que estaba teniendo la tecnología, y en el impacto que esta tenía a diario en la gente común y corriente. A diferencia de otros retratos distópicos que han intentado relatar el auge de la tecnología en el cine moderno, los realizadores deseaban que “Robot & Frank” explorara el tema sin la necesidad de exponer un dilema moral al respecto. De acuerdo con Schreier, “la tecnología no es mala ni buena pero va a cambiar la forma en como nosotros nos relacionamos con el resto de las personas. No hay forma de detener eso.” Con la intención de que el film presentara una apariencia futurista sin alejarse demasiado de la realidad actual, la dupla de creativos le pidió a Justin Oullette de Tumblr que diseñara diversos aparatos electrónicos que posteriormente serían utilizados por los protagonistas, y a la empresa Alterian, conocida por su autoría en los diseños de vestuario de la banda de música electrónica Daft Punk, que diseñara el robot en el cual se centraría la trama, el cual se suponía que debía emular a los robots creados en Japón para el cuidado de personas enfermas.
En el film, Frank es presentado básicamente como una reliquia. Mientras vive sus días en solitario sumido en una rutina interminable, no puede evitar sentirse incómodo con la forma en como el mundo está cambiando a su alrededor. Lo que es peor, es que su memoria ha comenzado a fallar de manera notoria. Debido a la falta de actividades recreativas o de cosas que despierten su pasión por la vida, Frank mata el tiempo coqueteando con Jennifer (Susan Sarandon), la bibliotecaria del pueblo en el cual reside, y robando objetos sin mucho valor de una pequeña tienda de artículos para baño. Y es que durante su juventud, Frank solía trabajar como ladrón de objetos que nadie creía que podían ser robados. Evidentemente el robo hormiga que ahora realiza jamás podrá reemplazar la emoción que sentía cuando planeaba grandes robos, pero es lo único que él tiene. Eso hasta que uno de sus hijos le regala un robot. Su hijo, Hunter, no puede evitar preocuparse por el notorio deterioro de la memoria de su padre, y por como eso ha alterado su forma de vida. Aunque en un principio Frank se niega a la idea de tener un robot rondando por la casa, no le queda más remedio que aceptar el curioso regalo de su hijo ante la amenaza de que será internado en un asilo para ancianos si no logra convivir con su nuevo huésped mecánico.
Ante el temor de que la presencia de su nuevo cuidador altere su esquema de vida, Frank inicialmente sabotea cada uno de los intentos del robot por mantenerlo saludable e intelectualmente estimulado. Eventualmente y luego de muchas discusiones, Frank aprenderá que si bien el robot está programado con diversas directrices, ninguna de estas le impide quebrantar la ley. Para su sorpresa, quien comenzó como un intruso no deseado en su hogar, no tarda en convertirse en el cómplice perfecto para emprender una nueva oleada criminal, cuyo blanco será una pareja de jóvenes empresarios que pretenden convertir la vieja biblioteca que suele visitar en un lugar completamente digitalizado. Evidentemente, gran parte de la trama del film se centra en la relación que se forma entre la extraña pareja protagónica. Según aseguran los Gerontólogos, una de las mejores maneras de ralentizar o prevenir el deterioro cognitivo en los adultos mayores, es mantenerlos activos mediante la realización de actividades significativas. Con esto en mente, inicialmente el robot trata de incentivar a Frank a salir de excursión y a crear una pequeña huerta en el patio de su casa. Sin embargo, ninguna de estas actividades llama la atención de Frank. Cuando ambos logran encontrar un punto de encuentro, Frank no solo comienza a verlo como un verdadero amigo, sino que además comienza a comer mejor, demuestra una vitalidad que parecía perdida, y su memoria parece mejorar de manera significativa. El único problema es que las actividades que han estado realizando lamentablemente han llamado la atención de la policía local y de una de sus víctimas, lo que les traerá una serie de problemas.
El intercambio de pensamientos y creencias que se produce entre Frank y el robot, es una de las muchas herramientas que el director Jake Schreier y el guionista Christopher D. Ford utilizan para lidiar con el tema de la pérdida de la memoria y con el temor a volverse viejo y obsoleto. En cierta medida, ese mismo temor es el que lleva a Frank a retomar la senda criminal, ya que mediante los robos que él comete busca demostrar que su inteligencia y la experiencia que ha recopilado durante el transcurso de su vida, son herramientas suficientes para vencer cualquier tipo de avance tecnológico. Si bien los frutos de la relación de amistad que Frank mantiene con el robot son evidentes, durante todo el transcurso del film existen pequeños momentos que buscan recordarle al espectador que la salud mental del protagonista no se encuentra del todo bien. En ocasiones Frank se muestra desorientado, lo que lo lleva a pensar que su hijo aún se encuentra estudiando en la universidad, o que su restaurante favorito todavía permanece en funcionamiento, cuando la verdad es que dicho lugar cerró hace años. El director también plantea una interrogante relacionada con el grado de entendimiento que posee el robot acerca de Frank o del mundo que lo rodea. “Yo no soy un ser humano”, le recuerda constante a su dueño, quien no puede evitar ver en la máquina un atisbo de humanidad.
Obviamente el film no funcionaria de la forma en que lo hace si no fuese por la actuación de Frank Langella, quien se lleva todo el peso dramático de la historia. Langella no solo maneja a la perfección los sutiles toques de humor negro que presenta la cinta, sino que además retrata de manera realista a un hombre testarudo y solitario cuya memoria ha comenzado a marchitarse, el cual gradualmente va abandonando su rígida coraza ante la presencia de un robot con características casi humanas. El resto del elenco por su parte, también realiza una labor encomiable, ya que todos logran proyectar con éxito que su afecto y sus problemas con el protagonista son reales. Obviamente cabe destacar el trabajo de la actriz Rachel Ma, a quien se le encomendó la tarea de darle vida al robot, y de Peter Sarsgaard, quien le otorgó la voz al adorable cuidador mecánico. En lo que respecta al aspecto técnico del film, resulta destacable el trabajo de fotografía de Matthew J. Lloyd, y la banda sonora compuesta por la banda Francis and the Lights, la cual al igual que el resto de la producción se caracteriza por su belleza y su simplicidad, y por la forma en como acompaña perfectamente una historia que se supone acontece en un futuro cercano.
“Robot & Frank” bien puede ser reconocida como una de las pocas películas que utiliza ciertos elementos propios de la ciencia ficción para contar una historia, y no para montar un espectáculo lleno de luces y colores. Probablemente lo único criticable que presenta el film, es la inclusión de una subtrama romántica cuya única función pareciera ser la elaboración de un golpe de efecto que se presenta en la forma de una inesperada vuelta de tuerca. El gran mérito de la cinta de Schreier y Ford radica en el hecho que realiza varias cosas a la vez. Al mismo tiempo que elabora un certero comentario social sobre el envejecimiento y el cuidado que se debe tener con las personas que padecen de demencia, relata una enternecedora historia de amistad entre un hombre cuya vida ha quedado suspendida en el tiempo, y un robot que por momentos parece tener alma. En definitiva, “Robot & Frank” es sin lugar a dudas un film con una alta carga emocional, el cual invita al espectador a sumergirse en la pequeña aventura de un hombre que está luchando contra los problemas propios de la vejez, el cual es rescatado de un olvido autoimpuesto por una amistad que él jamás se hubiese imaginado que sería capaz de forjar.
por Fantomas.