He pasado dos semanas escuchando todas las versiones posibles de "Round midnight" (Cootie Williams&Thelonius Monk) en la red. Una sola condición buscaba: encontrar la calidad, profundidad y calidez en el sonido que había encontrado en un vino único, desconocido para mí, del Celler Can Credo de Recaredo. El momento mágico tuvo lugar en una de las actividades programadas durante el Vijazz de Vilafranca del Penedès (una cita que crece y crece cada año, en cantidad y en calidad), sábado 2 de julio de 2011. Celler Credo de Recaredo (la marca de vino blanco tranquilo, en la DO Penedès, de una de las casas más afamadas en la DO Cava) proponía, con la inestimable complicidad de un improvisado (pero muy efectivo) cuarteto de saxos (Roger Martínez, Sergi Raya, David Miret y Dani Margalef), un ensamblaje/maridaje/conjunción/concubinato entre sus tres vinos blancos tranquilos y tres piezas emblemáticas de jazz, creadas por tres "monstruos". La cosa empezó muy prometedora. Ton Mata y Joan Rubió presentaban el primer vino certificado como biodinámico de la DO Penedès, Aloers 2010, un ensamblaje de xarel.lo (65%), macabeo (23%) y parellada (11%). Las tres variedades emblemáticas del cava metamorfoseadas en una suerte de "coteau champenois", però en el Penedès. Armonizó con "A night in Tunisia" de Frank Paparelly&John "Dizzy" Gillespie. Es un vino que crece, que busca la luz, que explota en aromas de plantas y flores que saben guardar la humedad (algo de geranio, mucho de hortensia). Es un vino con cuerpo y con alma, algo herbáceo, que combinó muy bien con la potencia y marcha de la música "tunecina". Paso firme y ritmo al mismo tiempo, para este vino, que acaba recordando la tierra húmeda, tras la lluvia en un atardecer de verano. Es un vino serio, gastronómico pero que se puede beber ya.
La cosa decayó algo con el Can Credo 2009, el vino monovarietal de xarel.lo emblema de Recaredo. Salió acompañado por "Blue Monk" de Telonious Monk. Es la xarel.lo desnuda, profunda, calcárea, también húmeda, que tiene capacidad para absorver paisaje y para transmitir entorno. He probado botellas más vivas que esa: salió un vino más de reposo, de meditación casi, trabajo austero y denso, profundo, que resultó mejor en boca que en nariz. Pareció, casi, que el vino hubiera escuchado el "Blue Monk" antes y hubiera decidido salir de la botella con un ropaje que era poco usual para mí. La traca, los pañuelos, los aplausos y la admiración no exenta de sorpresa, llegaron con El Xarel.lo de Can Credo 2003. Yo no había probado jamás este vino, monovarietal de xarel.lo también, guardado en bodega ocho años...El comité de cata de la DO no lo dejó pasar en su momento: no entendían de qué iba, no les encajaba con lo que tenían previsto que tenía que ser un xarel.lo monovarietal en 2003. Y ahí se quedó. Lo que demostraron, en ese momento y en lo años que han seguido, Ton Mata y Joan Rubió, es que la xarel.lo es una variedad de muchos matices, de la que queda mucho más por descubrir y hacer de lo que la mayoría pensamos. Lo hicieron a modo de experimento casi, pero este Xarel.lo de Can Credo partía (aunque ellos no lo supieran) de los principios de un "vino bucciato" italiano: largas maceraciones del mosto con los hollejos como base para un vino de larga guarda y de profundos aromas y matices. Subyace también (aunque no todos los "bucciati" busquen eso) un franco enamoramiento (que nadie hable de defectos aquí, por favor...) entre el vino y el aire. Es un vino con mucho acero y muy poca madera. Todas las virtudes le vienen de ahí y de los hollejos. Es un vino profundo con espíritu volcánico. Huye del presente y hunde sus raíces en un pasado muy mediterráneo. Su profundidad corta el ambiente y la garganta como la mejor "navaja sanluqueña". Sus caudalías ni se sabe cuando acaban (al día siguiente, mi cerebro y mi paladar seguían con él). Almendras ligeramente saladas. Nueces. Metálico. Atisbos de oxidación. El aroma de la retama en flor. Un vino que es ya un clásico del que apenas quedan 16 botellas en bodega... Oid esa entrada monóloga del saxo y sabréis de qué sensaciones hablo. Siempre que se consigue ensamblar vino y música, la experiencia merece mucho la pena. La que propusieron Can Credo y sus amigos saxofonistas con este último vino, rozó lo esférico. ¡Y lo mejor es que van a hacer de nuevo este vino!
Jaume, de Vins de Catalunya, compartió la experiencia también, junto con otros afortunados. Aquí tenéis su crónica y su visión.