Prolongan el estado de negación, retrasan tu duelo y no sirven ni para resacirte ni para recuperarle. Quizás prefieras pensártelo dos (o diez) veces antes de utilizar Facebook, Instagram, Twitter o derivados para enviar mensajes subliminales a tu ex pareja.
Las redes sociales son un invento estupendo: ágiles, rápidas, con una cantidad ingente de información y entretenidísimas, nos sirven tanto para colgar fotos de las últimas vacaciones, como deleitarnos con vídeos de pequeños búhos adorables, pasando por sus otras innumerables maneras de perder el tiempo sin demasiada mala conciencia. Pero probablemente la clave del fulgurante éxito de estos medios no sea otra que su mejor baza: el permitir abandonarnos al siempre morboso ejercicio de espiar la vida ajena.
Si ya dilapidamos nuestros perecederos minutos espiando la boda de nuestra primera segunda Marisita, o el fantabuloso viaje a Cancún de un ex compañero de colegio al que no hemos visto en 20 años, no es de extrañar que a la hora de asomar el ojo al escaparate cibernético de nuestras ex parejas, los minutos se conviertan en horas e incluso en algunos casos, en días. Y si tenemos la dudosa suerte de que dicha ex pareja sea un usuario activo, la obsesión está servida.
Puede que te limites a observar obsesivamente y desde el cybersilencio los tejemanejes virtuales de tu ex, intentando dilucidar si todo lo que publica tendrá una especie de mensaje encubierto dirigido a tu persona. Y puedes hacer algo peor que eso: participar.
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(Lo que sigue a continuación es una simulación y no está basado en hechos reales).
Félix y Marta han sido novios durante 3 años, aunque la relación estaba un poco estancada porque Félix se resistía a vivir juntos. Finalmente, Marta le ha dado un ultimátum y Félix ha decidido romper la relación.
Marta se arrepiente y le pide a Félix que se reúnan para hablar de la relación y buscar soluciones y cambios. Félix se reafirma en la ruptura y Marta, muy dolida, pasa a aplicar el contacto cero para que él la eche de menos y recapacite.
Al poco tiempo mirando el facebook de Félix descubre, horrorizada, que su ex novio se dedica a salir de fiesta y a colgar fotos de la siguiente guisa:
Es un cerdo, nunca me quiso, mira lo bien que se lo está pasando sin mí, piensa Marta.
Pero ¡esto no quedará así!
Y pone un mensaje subliminal, algo en este plan:
Para sorpresa y desconcierto de Marta, a los 5 segundos, Félix le da al Me gusta. Y unos minutos después, el ex novio sube un vídeo tal que así:
Marta entra en aún mayor ebullición y saca la artillería pesada con una alusión algo menos sutil.
Félix, en un estilo algo más contundente a la par que forocochero, replica:
Mientras toda esta batalla virtual se desenvuelve en sendos muros, los amigos, conocidos, seguidores o curiosos de ambos bandos están disfrutando de lo lindo y con comidilla para el resto de la semana. Los más discretos se limitan a:
Para cuando han pasado unos días de dimes y diretes pegada al ordenador o en su defecto, al smartphone Marta empieza a darse cuenta de varias cosas:
- Félix no va a volver con ella.
- Mirar su facebook le hace sentir todavía peor.
- Una semana sin ver más luz que la de una pantalla hace que todo sea aún más deprimente.
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Si tenéis amigos con suficiente buen tino para aconsejaros quitar o bloquear a vuestros ex novios de las redes sociales, no dudéis en hacerles caso, a menos que realmente os resulte indiferente mantener a esa persona en dichos medios. No es recomendable si os encontrais en los estados más obsesivo-compulsivos de una ruptura y mucho menos si sentís que no podéis controlar la insaciable voracidad de saber lo que hacen vuestros ex.
Al final, lo que importa no es seguir siendo colegas en Twitter, o ganar los imaginarios combates de frases estúpidas, o quedar bien o hacer como que se es estupendo, educado y maduro: lo que importa es poneros bien, recuperaros lo antes posible y evitar innecesarios epílogos para un sufrimiento que no debiera ser mayor, ni durar más tiempo del estrictamente necesario. Todo lo que no tenga que ver con ello, es baladí. Lo que es relevante e importante en tu vida es lo que está ocurriendo fuera de las redes sociales, no dentro de ellas.
Lanzarse puyas y perderse en espionajes virtuales es muy tentador, pero sumará más días y horas al tiempo en el que te encontrarás hecho o hecha una mierda. Si has de alimentar tu ego, intenta darle comida de calidad: elegancia, amor propio y sobre todo, dignidad.