Revista Religión

Santo toribio, pastor de la misericordia

Por Joseantoniobenito
SANTO TORIBIO, PASTOR DE LA MISERICORDIA SANTO TORIBIO, PASTOR DE LA MISERICORDIA

PLIEGO TORIBIANO nº 8

http://ietoribianos.blogspot.com/

Coordina: José Antonio Benito

Publicado en Revista Teológica Limense, Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima. Vol. XLIX - N° /3 - 2015, Pliego Toribiano nº 8 (pp. 381 -400)

Foto gentileza de Carlos Milla, en Jauja (Perú)

La figura del segundo auténtico Santo Padre de América, va cobrando el puesto histórico que le corresponde. Tenemos la mejor prueba con motivo del IV Centenario de su muerte, celebrado el pasado 27 de abril del 2006. Entre los diversos aspectos de la rica personalidad de Mogrovejo descuella su gran preocupación por los nativos, los indios, los pobres más pobres de todos los pobres de su tiempo A ellos se entregará con denodada pasión, convirtiéndose en su auténtico padre y defensor, llegando a las periferias territoriales y humanas de su arquidiócesis y con "olor a oveja".

Como el propio Papa Francisco escribe en la bula convocatoria del Año de la Misericordia, debemos encomendarnos en oración a los grandes "santos y beatos que hicieron de la misericordia su misión de vida" ( Misericordiae Vultus 2 ). Entre ellos, sin duda, hay que colocar a nuestro Santo Toribio. Así da testimonio en el proceso de beatificación de 1631, Diego Morales, su secretario, que "se aficionó de él, de manera que siendo muchacho deseó entrar a servir esta iglesia de monaguillo para tener ocasión de verle cada día y besarle la mano y tener entrada...y a todos los pobres indios que encontraba los abrazaba y acariciaba".

O el campesino Gaspar Lorenzo de Rojas, natural de La Paz, quien recordará vívidamente que "el dicho siervo de Dios llevaba algunos regalos y confites para acariciar y atraer así con más facilidad a los indios pequeñuelos para con eso enseñarles la doctrina cristiana y ley evangélica...Y así mismo se holgaba de conversar con personas pobres, humildes y enfermos, viles y miserables, procurando la salvación de sus almas y muy especialmente con los indios; y, finalmente juzgaba de sí era el menor de todos y que todos eran superiores a él". No nos extraña, por tanto, lo que afirma de él su inseparable Sancho Dávila: "Le quieren y le aman como si fuera padre de cada uno"; tanto que, al dejar el poblado y continuar su peregrinación, "lloraban su partida como si se les ausentara su verdadero padre"

SUMARIO:

b. La dura realidad de los obrajes.

d. Diego González chamorro

e. Fray Melchor de monzón

f. Juan de Cáceres farfán

g. Fr. Andrés de Lissón:

h. Tomás de Mayorga

i. Lorenzo de Ulloa

9. Conclusión: "en razón de quererlos tanto"

La figura del segundo auténtico Santo Padre de América, va cobrando el puesto histórico que le corresponde. Tenemos la mejor prueba con motivo del IV Centenario de su muerte, celebrado el pasado 27 de abril del 2006, diez años atrás. Nuestra olvidadiza Lima, celebró por todo lo alto el IV Centenario de su muerte La Universidad Nacional de San Marcos en la persona de su rector Dr. Manuel Burga conmemoró la incorporación del Santo como doctor honoris causa, el Presidente del Congreso, Marcial Ayaipoma, a nombre del Congreso de la República, condecoró a Santo Toribio de Mogrovejo con la con el grado de Gran Cruz en Grado Póstumo. Mientras que el alcalde de Lima, Luis Castañeda Lossio, entregó la medalla de la ciudad de Lima al Santo Arzobispo.

El Enviado Especial del Papa Benedicto XVI, Cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, en la clausura del Congreso Académico Internacional Santo Toribio de Mogrovejo manifestó que una de las enseñanzas que debemos rescatar de Santo Toribio de Mogrovejo es su valentía de aceptar la voluntad del Señor con total disponibilidad y de entregarse al ejercicio de su ministerio sin reservas hasta el momento de su santa muerte:

He quedado muy impresionado con la polifacética personalidad de nuestro Santo y puedo asegurarles que, si bien conocía algo de su santa e intensa vida, es ahora cuando he podido conocerlo y quiero junto con ustedes dar gracias al Señor por haber regalado al Perú y a toda América tan Santo y egregio Pastor...Hoy, a cuatro siglos de su paso por este mundo, los esfuerzos del Santo Arzobispo se notan en cada templo y poblado del territorio peruano, donde la devoción a la Eucaristía y a la Virgen son los medios que acrecientan y alimentan su fe y esperanza y, sobre todo, lo que enciende sus corazones de caridad...Debe decirse en la celebración del IV Centenario de la muerte de Santo Toribio que su testimonio de vida, su santidad, sabiduría, celo apostólico, caridad y gobierno pastoral han dejado huellas imborrables en la historia eclesial del Perú y del Continente y que los llamados a ejercer el ministerio episcopal hoy en nuestra América Latina debemos estudiar y conocer mejor su ejemplar vida porque es mucho lo que nos puede enseñar .

Uno de los frutos del IV Centenario fue la creación del Instituto de Estudios Toribianos en la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima por decisión de su sucesor, S.E. Juan Luis Cipriani.

Nadie como él encarnó el perfil trazado por Juan Pablo II en su exhortación postosinodal Pastores gregis encaminada a valorar la triple misión (el "munus") de los obispos (enseñar, santificar y regir) proponiéndoles "el ejemplo de Pastores santos, tanto para su vida y su ministerio como para la propia espiritualidad y su esfuerzo por adaptar la acción apostólica" (n.25).

Nacido en Mayorga (Valladolid-España) en 1538 y fallecido en Zaña, Perú, 1606), contaba 39 años cuando fue elegido como segundo arzobispo de Lima; debió interrumpir sus estudios de doctorado en derecho civil y canónico por la Universidad de Salamanca al ser nombrado juez inquisidor de Granada. Sin pasar por ningún seminario, fue ordenado diácono, sacerdote y obispo en pocos meses, llega al Perú, donde desde el 1581 acomete la aventura de ser pastor de una de las diócesis más grandes del mundo, cuyo territorio se extendía del Océano Pacifico a la selva de la Amazonía y a los valles inaccesibles de los Andes, en un mundo en transformación y lleno de contradicciones. Efectivamente, la sociedad incaica del Tahuantinsuyo había sido conquistado hacía cincuenta años, sufriendo una metamorfosis con la presencia española que puso las bases de la nueva sociedad mestiza de la peruanidad.

Toribio "no perdió su tiempo": se puso manos a la obra construyendo la Iglesia, que él denominaba "la nueva cristiandad de las Indias". Trece sínodos diocesanos, tres concilios provinciales -especialmente el tercero de 1582- con sus instrumentos catequéticos como el Catecismo trilingüe (en castellano, quechua y aymara) -primer libro publicado en América del Sur-, las Visitas pastorales, en las que llegó a cada pueblo de su dilatada diócesis recorriendo más de cuarenta mil kilómetros, son los pilares de una civilización cristiana donde las distancias entre las culturas y las tradiciones fueron encontrando en la profundización de la fe el camino de la unidad y de la identidad. Como Pablo en la primitiva Iglesia; Benito, Cirilo y Metodio en la Europa medieval; Francisco de Sales, Carlos Borromeo y Francisco Javier en la Reforma Católica, o Juan de Zumárraga y Tata Vasco en América este gran misionero indica que en un mundo multicultural y multiétnico la fe cristiana induce al encuentro y al diálogo, a la pasión para que la verdad de Cristo sea conocida como respuesta a la exigencia de infinito que constituye el corazón de cada hombre. Como otro Cristo, se hizo servidor de todos apostando por un mundo de verdad, libertad y hermandad. Su vida de contemplativo en la acción fructificó en santos como Rosa de Lima, Martín de Porres, instituciones como el Seminario o el Convento de Santa Clara, organizaciones como nuevas cofradías, parroquias, poblados, leyes y costumbres del nuevo Perú.

Tal fue la importancia de su testimonio episcopal que el mismo Papa Juan Pablo II lo declaró, a pedido de los mismos Pastores latinoamericanos, Patrono de los Obispos de América Latina. Cuando el Papa vino a Perú, y tuvo que hablar a sus pastores, no encontró mejores palabras que trazar una semblanza sobre su " figura profética, central en vuestras Iglesias" , a la luz de los desafíos de nuestro tiempo. En aquel encuentro celebrado en Lima, en la casa de la Conferencia Episcopal, 2 de febrero de 1985, destacó: " En Santo Toribio descubrimos el valeroso defensor o promotor de la dignidad de la persona [...] El fue un auténtico precursor de la liberación cristiana en vuestro país (Perú) [...] El supo ser a la vez un respetuoso promotor de los valores culturales aborígenes".

Entre los diversos aspectos de la rica personalidad de Mogrovejo descuella su gran preocupación por los nativos, los indios, los pobres más pobres de todos los pobres de su tiempo Su formación jurídica, su profesión de abogado y juez en el tribunal de la Inquisición, su aprendizaje como docente universitario al lado de su tío Juan de Mogrovejo, se proyectará en una misión solidaria al servicio de los demás desde su puesto de pastor. Como tal le tocará legislar, visitar, convivir con todos los fieles, pero de un modo particular con los indios, los naturales de Indias. A ellos se entregará con denodada pasión, convirtiéndose en su auténtico padre y defensor. Constatar y verificar tales menesteres son el objetivo del presente artículo. Lo sintetizó uno de los sacerdotes limeños que mejor le conoció, el Dr. Fernando de Guzmán, 40 años rector del Seminario Santo Toribio y tres veces rector de la Universidad de San Marcos, quien declaró en el proceso de beatificación del Prelado, 5.VII.1630, que fue de "muy honesto y amigo de pobres, y en especial de indios y gente humilde".

Toribio vino entrenado a América en su consideración acerca de los indios. Lo aprendió especialmente en Valladolid y en Salamanca. Corre el año 1550, Toribio cuenta con 13, y acude a Valladolid para estudiar la Gramática y Derecho hasta 1560. Diez años en Valladolid, "corazón del mundo hispánico" (B. Bennasar), cuna de Felipe II, punto de partida para el viaje eterno de Colón, la ciudad que acogió a Cortés para dar a conocer su nuevo mundo -el azteca-, foro de la polémica Las Casas-Sepúlveda y promulgación de las Leyes Nuevas, asiento del Consejo de Indias, el Abrojo, de donde salió el P. Antonio Ortiz como Comisario de la orden franciscana según el espíritu reformador de san Pedro Regalado, y donde fue prior el obispo de México, Zumárraga; la Chancillería, tribunal superior de Justicia para todo el norte de la Península, y desde donde saldrán numerosos documentos para el virreinato; don Pedro de Lagasca - pacificador del Perú, luego obispo de Palencia - quien funda la iglesia de la Magdalena. Del Colegio Mayor de San Gregorio saldrán los más selectos misioneros dominicos como aquellos que Fray Domingo de la Parra pedía a Felipe II "y que sean de Castilla porque están criados en más sujeción y religión". Aquí estaba el colegio san Ambrosio - hoy Santuario Nacional de la Gran Promesa- de donde salieron varios jesuitas que luego le ayudarían, como el medinense José de Acosta.

Parece ser que santo Toribio pudo estudiar el Arte y vocabulario quechua en España o en la propia travesía marítima, ya que fue publicada por Fray Domingo de Santo Tomás en Valladolid en 1564. Podemos colegir que, durante el largo viaje por barco hasta el puerto de Paita, el nuevo arzobispo de la Ciudad de los Reyes aprovechó del abundante tiempo que tuvo a su disposición para seguir estudiando, pues, aun antes de embarcarse en Sanlúcar, se le había visto repetidas veces con un ejemplar de esa obra

La célebre frase en negativo "quod natura non dat, Salmantica non praestat" no puede aplicarse al Licenciado Mogrovejo, más bien la contraria. Lo que Toribio recibió de la naturaleza, su perspicaz inteligencia y su férrea voluntad, lo completó en la famosa universidad salmantina, la que siempre consideró el arzobispo su alma máter.

Llegó allí en 1562, atraído por su tío Juan Mogrovejo, canónigo y célebre catedrático de la Universidad de Salamanca y Coimbra, a quien ayudará en ocasiones a transcribir sus lecciones. En 1562-3 lo hallamos matriculado como estudiante sin grado; en 1563, como bachiller canonista. Vive su Universidad su momento de oro en la renovada Escolástica y en la formación de la denominada por L. Pereña "la Escuela de Salamanca". Su máximo esfuerzo será el proyectar la teología en el hombre, como persona individual y en su cuerpo social. Tal como señala el historiador y teólogo Melquiades Andrés, "Salamanca humaniza la teología aplicándola al derecho, a la economía, a la vida, desde la consideración del hombre como imagen de Dios. Aquí basamenta la dignidad e igualdad de todos los hombres y la universalidad de la ley natural".

Tan sólo habían transcurrido 16 años de la muerte del gigante P. Vitoria. En 1539, a raíz de los hechos poco cristianos en la conquista del Perú, se cuestiona la presencia hispana en Indias y el mismo Carlos V pareció dispuesto a abandonar si tal era el dictamen de juristas y teólogos. Escribe las Relectio de Indiis. Partiendo de la libertad natural e igualdad jurídica de todos los hombres señala 7 títulos ilegítimos entre los que destacan la autoridad universal del Emperador y la del Papa. A continuación indica 7 títulos legítimos para justificar la guerra y ocupación del territorio: el derecho de natural sociedad y comunicación libre; derecho de evangelización o propaganda de la fe; derecho de intervención paran que los convertidos no vuelvan a la idolatría; dar un príncipe cristiano a los convertidos; derecho de intervención para evitar la tiranía, sacrificios y leyes vejatorias; la elección verdadera y voluntaria.

En tiempos del Licenciado Mogrovejo, enseñaban sus discípulos egregios Soto y Cano. Maestro suyo sería Martín Azpilcueta, el doctor Navarro, primo de san Francisco Javier. Probablemente fue alumno del célebre Fray Luis de León, pues justo los años en que se matricula para el doctorado en el Colegio San Salvador de Oviedo (1571-1575) explicaba el tratado De Legibus.

Anoto dos anécdotas del santo licenciado al hilo de sus recuerdos salmantinos ya en Perú. La primera fue escuchada y relatada por varios de los testigos en el proceso de beatificación. Parece que repetía mucho las palabras escuchadas al popular predicador P. Lobo, en Salamanca: "Juicio, infierno, eternidad. Antes reventar que cometer un pecado venial".

La segunda tiene como protagonista al Licenciado Gregorio de Arce de Sevilla, natural de Suances de Nava (Palencia), con 54 años de edad en 1631, relator de la Real Audiencia de los Reyes, Gobernador, corregidor y justicia mayor de Huancavelica. Le trató en Salamanca, en el Colegio Mayor de Oviedo, "donde tuvo gran noticia de su virtud, letras y santidad...y habiendo venido este testigo a esta tierra salió a recibir al dicho Sr. Arzobispo cuatro leguas de esta ciudad que venía de visitar y después de haberle saludado le dio el dicho recaudo y embajada y salió el dicho Sr. Arzobispo con este testigo al campo". Declara que, al ver lo poco que comía, se atrevió a decirle que "mirase lo que hacía porque era disminuir su salud y sustento", a lo que el Arzobispo respondió: "que ya tenía la naturaleza habituada a ello".

En Salamanca, en 1727, se organizó un octavario solemne acompañado de cohetes artificiales y hasta dos corridas de toros en la Plaza Mayor. El 21 de julio de 1727 -unos ocho meses después de la canonización, en diciembre de 1726- Salamanca organizó el más espléndido espectáculo académico de carácter religioso. Todos los colegios mayores, la Universidad, el clero secular, las órdenes religiosas se unieron para aclamar al santo en la iglesia de la Purísima. Durante dos horas y media, cuatro pirotecnios ayudados de espontáneos estuvieron disparando cohetes. Se trasladó la imagen del santo colegial desde su capilla del Colegio Mayor de Oviedo hasta las Madres Agustinas frente al Palacio Monterrey. Fue una profesión solemne en la que todas las fuerzas vivas de la ciudad tomaron parte. La estatua de santo Toribio, en hábito de colegial con la beca morada de terciopelo fue precedida por las de san Juan de Sahagún y santo Tomás de Villanueva. El cronista Guerrero dirá: "Con ser Salamanca la que dispone las más magníficas fiestas de España, preparó el Colegio de Oviedo una nunca vista...Parecía la plaza una encendida Roma".

No había pasado un siglo desde que la moruna Granada fuese reconquistada por los Reyes Católicos, en 1492. Frente a la Alhambra, el emperador Carlos V se había hecho edificar el suntuoso palacio poco antes de que Toribio fuese allá como inquisidor. En septiembre de 1536 se había instalado el célebre Juan de Dios que, por la predicación de Juan de Ávila, había comenzado la obra a favor de los enfermos mentales. Corre el año de 1574; estaba reciente la insurrección morisca que Juan de Austria apaciguase en Las Alpujarras. Palpita el espíritu misional, netamente apostólico, de Fray Hernando de Talavera. Los vencidos encuentran en Toribio, el más joven de los tres inquisidores del Tribunal, un padre, consejero y protector. Sus compañeros "in solidum" eran Diego Messía de Lasarte y Diego Romano; éste último fue obispo de Tlaxcala y tío del capitán Juan Reinoso, quien declaró en el proceso de beatificación relatando la decisiva intercesión del prelado Mogrovejo para salvar a su hermano, condenado a muerte por agraviar al caballero Luis de Navares.

En frase de sus enemigos sería un "encubridor" como le calumniarán después, misionando en Perú. Sin embargo, el ejercicio de inquisidor le permite conocer la realidad en directo, especialmente cuando tiene que visitar las siete villas de la ciudad y sus anejos, así como las ciudades de Loja, Alhama, Archidona y la villa del Río Alejo. Fue el caso de las falsas beatas iluminadas, una de las cuales pretendía tener visiones místicas y otra, que defendía la bigamia; la que creía que la prostitución no era pecado. Sacaría lecciones de este primer contacto sistemático con la práctica religiosa y las convicciones teológicas del pueblo en una población plural. Fueron numerosos los casos tratados en los cinco años, dirigiendo más de un centenar de cartas al Consejo Supremo de la Inquisición. Resuelve una compleja querella entre la Chancillería granadina y el Tribunal del Santo Oficio. En toda su gestión granadina da muestras de rectitud como lo evidencia el hecho de que tras una visita oficial al tribunal, todos sus miembros son removidos menos Toribio.

Fue nombrado arzobispo el lunes 16 de marzo de 1579 por el Papa Gregorio. En ese momento, se supone que era ya clérigo de primera tonsura, requisito necesario según las Constituciones del Colegio Mayor de Oviedo para ingresar en el mismo, y le permitía recibir las provisiones de algún beneficio eclesiástico. Mogrovejo siguió como inquisidor de Granada Hubo que arreglarlo todo para conferir las cuatro órdenes menores y el subdiaconado en Granada, en el espacio de un mes, por mano del arzobispo de Granada don Juan Méndez de Salvatierra en agosto de 1580

Nos dirá su biógrafo León Pinelo: "Sentía en su alma notable desconsuelo, cuando se ofrecía el castigar delitos de blasfemias, herejías, judaísmo y otros semejantes. Amaba mucho a Dios y así era celoso de su honra. Quería con extremo a los prójimos y sentía con extremo el ver usar de rigor con ellos...Pero como en Dios los atributos de la justicia y de la misericordia, aunque son diferentes, no son contrarios, sino conformes y compatibles...era justiciero con misericordia y misericordioso con justicia...Aborrecía los delitos no los agresores".

Le acompañan seis granadinos como criados. Granada guardará siempre el recuerdo de su inquisidor y sacerdote. Apoyó con entusiasmo la beatificación y canonización, celebrando por bastante tiempo su fiesta en el convento de las Carmelitas Descalzas, e impulsada por Arias Campomanes, presidente de la Chancillería.

Nuestro arzobispo empeñará su vida en esta misión. La visita permanente, los escritos sinodales, las cartas, los informes son buena muestra de ello. Y, lo más importante, es la sensibilidad especial que se vive en la arquidiócesis, tal como nos muestra el presente Memorial elaborado por el P.Francisco de Angulo en 1592, encaminado a informar de primera mano acerca de la cruda realidad de los indios:

"Los españoles y encomenderos están tan apoderados y señores de los indios, que no hay esclavitud ni cautiverio en Berbería ni en galeras de turcos de más sujeción, porque, desde que nacen hasta que mueren, padres e hijos, hombres y mujeres, chicos y grandes sirven personalmente en granjerías exquisitísimas de los amos, sin alcanzar los pobres indios una camiseta que se vestir ni a veces un puñado de maíz que comer. Y así se van muriendo a grande prisa. Vª Sª, como metropolitano, podrá tratar con S.M. y con el Sr. Virrey saquen esta mísera gente de este cautiverio tan estrecho, quitándoles el servicio personal".

Estas denuncias y lo que él propiamente vio le llevará a elaborar todo un programa de lucha por los derechos humanos, de educación en valores, de desarrollo integral, que registra en los cánones de los concilios y sínodos. En el intento del jurista Mogrovejo, cabe destacar el presente catálogo de "derechos y deberes" registrado en las asambleas conciliares y sinodales por él convocadas. El deseo del Sínodo Limense de 1592 formula las intencio­nes de todas estas reuniones. "que se haga todo en mayor comodidad y beneficio de los indios"(c.28). Muchos de los títulos de las constituciones sino­dales o conciliares parecen estar sacadas de las recientes declaraciones de derechos humanos.

Fueron trece los sínodos convocados por Mogrovejo, aunque parece que dos no llegaron a celebrarse. De los tres concilios, e l más importante fue el Tercer Concilio Limense de 1583-4, que tiene como estructura temática: Primera Acción: inauguración, intermedio borrascoso, oposición cerrada, receso y apertura; Segunda Acción: concilios pasados, catequesis, sacramentos (matrimonio, confesión, eucaristía, varia del culto, extremaunción, orden sagrado, matrimonio de nuevo, gratuidad, doctrinas); Tercera Acción: obispos. Selección, clérigos. Reforma, pueblo fiel; Cuarta Acción: visitas y visitadores, trato con los indios, culto y liturgia, doctrinas, régimen diocesano; Quinta Acción: miscelánea, un solo Perú. En tercer lugar se centra en los "complementos pastorales", impresos en 1584 y 1585 por Antonio Ricardo, quien inaugura la imprenta en Perú con los tres catecismos trilingües -castellano, quechua y aimara- (Doctrina cristiana, Catecismo breve, Catecismo Mayor para los que son más capaces), el Confesonario para los curas de indios y el Sermonario -Tercer Catecismo- "para que los curas y otros ministros prediquen y enseñen a los Indios y demás personas".

Su fin primordial será la construcción de lo que Mogrovejo denominó " la nueva cristiandad de las Indias. De su importancia da fe la vigencia mantenida hasta el Concilio Plenario de América Latina, celebrado en Roma el año 1899. Se puede hacer un catálogo de derechos humanos y una pormenorizada lista de obras de misericordia. La primera tarea para construir el edificio pedagógico del educando, en este caso el indio, consiste en remover una serie de obstáculos que lo dificultan como se advierte en el Sínodo de 1585: "...hay entre los indios un abuso común y de gran superstición de sus antepasados en hacer borracheras y taques y ofrecer sacrificios en honra del demonio en los tiempos de sembrar y coger y en otros tiempos cuando por ellos se comienza algún negocio que les parece importante"(c.76) Este mismo sínodo prohíbe el que se haga "azúa con jora y yuca"(c.46) (la chicha) por ser dañosa para la salud y causar muertes a los indios. Se impondrán fuertes sanciones, se prohíbe su fabricación y se pedirá al cacique su colaboración so pena de perder el cacicazgo (C3L, IV, 7). Otro de los temas debatidos y de importancia capital para la evangelización correcta fue someter a los indios a reducciones o poblaciones específicamente donde se busca la promoción del indio. De no menos importancia fue el problema de la escolarización; en concreto en el C3L se dedica todo un capítulo al tema de la educación de los niños cuidando que sólo ése sea el objeto de la escuela (II, c.43). Un problema capital que deben resolver para la escolarización es la lengua común. Continuamente se ordena la enseñanza en "la lengua del Cuzco, y en la Aymara"...pues les basta y aún les es muy mejor saberlo y decirlo en su lengua"(C3L, II, 6). Santo Toribio, siempre pragmático y detallista, impone como multa el tercio del salario al sacerdote que al cabo de un año no haya aprendido la lengua indígena (Sínodo de 1592) y ordena que los curas de indios aprendan la lengua de los indios en la Universidad o en la Catedral de Lima (c.12). Con el término "policía" se designa toda una serie de valores humanos necesarios para civilizar, promocionar humana y socialmente a los indios. Abarcaba múltiples facetas: el habitar casas compartimentadas, la limpieza de sus viviendas, el aseo corporal, la urbanidad en el comer, el evitar la desnudez y el desaliño en el vestido, el saber gobernarse por sí mismos sin la dependencia servil del cacique o del encomendero, el preocuparse de la educación de los hijos, el prestar auxilios a enfermos y pobres, la enseñanza de la lectura y la escritur a. El C3L destaca la vivienda digna (C3L, V, 4), el vestido y la higiene "(V, 4).

El deseo del Sínodo de 1592 formula las intenciones de todas estas reuniones. "que se haga todo en mayor comodidad y beneficio de los indios"(c.28). Se quiere otorgar un protagonismo del indio asignándolefunciones de colaboradores directos del misionero como "fiscales", "coadjutores", "alguaciles", "padrinos". Así, el Sínodo de 16O4 habla de "fiscales y otros ministros" como ayudantes del cura de indios para llamarlos a "cada uno por su nombre por el padrón, haciendo allí cabeza algún indio señalado para esto que conduzca a los que están a su cuidado"(c.8).Hay una clara conciencia de protección sociolaboralcomo manifiesta el Sínodo de 1585, que especifica distintas situaciones relacionadas con los derechos socio laborales del indio: " Que nadie perturbe a los indios estando en la doctrina (...) so color de llevar los dichos indios a sus granjerías"(c.47, c.52, c.54) Se manda también que en las fábricas de paños, ingenios de azúcar o minas se les ponga un cura de indios adaptado a sus necesidades a tenor de las constituciones 3.13-14 que se ocupan del asunto. De forma clara y rotunda el obispo de Mayorga exigirá a sus curas de indios que instruyesen a los naturales en las exenciones económicas, en sus privilegios y en sus derechos. Así lo formula el Sínodo de 1582: " tendrán particular cuidado los curas de indios, y Visitadores de dárselo a entender y declarárselo, y en particular cuando se hicieren las dichas visitas, para que entiendan lo que está proveído en su favor. Y los curas de indios tendrán cuidado de advertir a los indios de esto, y lo demás que está proveído en su favor, y no sean los dichos indios vejados, ni molestados en nada"(c.l9).

Con la bula Inter Coetera de 1493 de Alejandro VI se conceden las Indias (América) a los Reyes Católicos, siempre con la condición de que evangelizasen. La Santa Sede queda de algún modo marginada delegando en ellos la empresa. La Corona Española es la suprema rectora debido a las facultades otorgadas por el Real Patronato o Vicariato Regio, que degenera en Regalismo con la dinastía de los Borbones. A través del organismo del Consejo de Indias o de funcionarios indianos interviene en todos los aspectos y protagonismos de la vida eclesiástica, excepto los sacerdotales: selección y envío de misioneros, distribución, alimentación, construcción de iglesias. Es un arma de doble filo pues puede llevar a uno de los extremos: el regalismo o la teocracia. Gracias al equilibrio y buen entendimiento de virreyes y obispos, dará buenos frutos.

Uno de los asuntos más polémicos fue el tratamiento equilibrado de las Cajas de Comunidad, fondo común hacendístico de los distintos pueblos de indios. El problema se presentó en 1585, cuando Santo Toribio, visitando numerosos pueblos de su jurisdicción, constató cómo las iglesias y hospitales de esos poblados carecían de muchas cosas indispensables, por el hecho de que el dinero depositado en las Cajas de Comunidad, proveniente de los tributos de los nativos, no se utilizaba conforme a las normas establecidas, debido a la intromisión prepotente de los corregidores.

El arzobispo informó al rey, con carta del 4 de abril de 1585, protestando por esa forma de proceder y obteniendo como respuesta una Real Cédula dirigida al virrey del Perú, Fernando Torres y Portugal, Conde de Villar don Pardo, en fecha 29 de enero de 1587, en la que se le instaba a apoyar la actitud del arzobispo.

En el caso de Cajatambo, por ejemplo, el problema había llegado a feliz conclusión, cuando el corregidor Alonso de Alvarado, el 2 de julio de 1585, había sido intimado por el virrey y la Audiencia para que entregase a Santo Toribio el dinero de la Caja de Comunidad, a fin de permitir la adquisición de ornamentos y otras cosas necesarias destinados a las iglesias de ese corregimiento. No sucedió lo mismo en el caso de El auto de excomunión al corregidor de Cajatambo fu e resultado de la lucha más tenaz que libró el Santo con Don Alonso de Alvarado. Éste, apoyado por el Virrey y la Real Audiencia, se negaba a entregar el dinero de las Cajas de Comunidad para edificar, mejorar, implementar las iglesias con los debidos objetos y ornamentos litúrgicos y acondicionar los llamados hospitales de indios. A pesar de las peticiones continuadas y el uso de los distintos medios pacíficos no posibilitaron que el corazón del corregidor se sensibilizase, por lo que el Prelado le excomulgó, mediante auto fechado en Recuay el 31 de mayo de 1585 y publicado en todas las iglesias del corregimiento. Puede ser que las doctrinas fueran visitadas en 1584. La energía puesta por el Santo posibilitó que el corregidor hiciera entrega del dinero solicitado, así, encontrándose en Yungay le llego una provisión real sobre el asunto y allí le fue comunicada. Alvarado recurrió al Santo pidiéndole le levantase la excomunión; el Santo le escribe desde Pallasca el 29 de septiembre de 1585 y le apoya. El corregidor se mantuvo recalcitrante y actuando a la defensiva. Sin embargo, la energía del Prelado por compasión o caridad a los indios enfermos y el abandono completo de las iglesias y hospitales lograron su objetivo, pues con la entrega del dinero pudo remediar las apremiantes necesidades y fue medida ejemplar para el resto da corregidores y encomenderos. La lucha fue larga sobre la administración de los bienes de las iglesias y hospitales, finalmente llegó en 1591 la Resolución real del monarca por la cual reconoce los derechos eclesiásticos y amparo al Arzobispo, los derechos espi­rituales de los bienes de las iglesias y le confió un derecho de intervención y de inspección en los mismos bienes legos de hospitales... El Rey quiere poner en monos del Arzobispo todo lo fundamental da la administración de esos bienes y conservando a los oficiales reales de función de cobranza y custodio en los Cajas de la Comunidad. El Prelado se reserva el derecho de inspeccionar, tomar cuentas y administrar el dinero de su iglesia y de los hospitales. No se suprima al corregidor como funcionario pero se le debe someter al control de los obispos. (Lissón: III, 350-372). Jauja, cuando en 1588 Santo Toribio visitó ese corregimiento y encontró que el corregidor Martín de Mendoza no cumplía con su obligación de entregar el dinero de la Caja de Comunidad para la provisión de las iglesias y hospitales de su jurisdicción. El arzobispo le requirió repetidamente dicha entrega, llegando a excomulgarlo por su negativa; pero el forcejeo siguió dilatándose en el tiempo y aumentando en resonancia, con intervención de la Audiencia, del virrey Fernando Torres y Portugal, así como del que le sucedió, don García Hurtado de Mendoza, y del Rey.

b. Es muy elocuente el testimonio de su primo y cuñado, La dura realidad de los obrajes. Fruto de las visitas será el conocimiento directo de lo que viven los indios y su sentido práctico para darle solución como sucedió con el informe recibido de quien fuese uno de los responsables para atender a los pobres. Logró que se levantasen los sueldos de los indígenas que trabajaban en los obrajes y en las minas don Francisco de Quiñones, quien informa al Rey Felipe II 4 de abril de 1587 de lo acontecido en la provincia de Huaylas, acerca de la dureza laboral de los indios en los obrajes:

"En lo que toca a los indios son tan pobres y miserables que es justo que sean muy favorecidos de vuestra Majestad y de todas las personas que por sus oficios les obliga lo que Vuestra Majestad tan encargado tiene. Andando en la provincia de Huaylas en compañía del Arzobispo de esta ciudad, que iba haciendo la visita general que de presente hace, vi grandísima cantidad de indios e indias cargadas con lana, que a mi parecer, sería dos arrobas lo que llevaba cada persona, y por unos caminos tan ásperos que de verlos yo a pie, aunque no llevaran carga, era harta compasión. Al Arzobispo le puso gran admiración el agravio que a estos pobres se les hacía; preguntó que adonde llevaban aquella lana; le respondieron que de donde se trasquilaba el ganado. A los obrajes ha llegado el Arzobispo, entró en uno de ellos donde vio gran suma de indios de doce a trece años que estaban hilando y otros mayores cardando, y visitándolo halló que había cepo y prisiones e indios con varas de justicia para castigar a los que no acudían a este trabajo del obraje; preguntó qué era lo que ganaban, dijéronle que los muchachos que hilaban al torno ganaban a cuartillo cada día por comida y sueldo; y de trabajo que hacen les dan tarea, y si por ventura el miserable indio con su niñez no acaba la tarea, le descuentan la parte que le toca del salario y le azotan. Al Arzobispo y a todos cuantos allí estábamos nos puso grande admiración y el Arzobispo estuvo determinado de mandar que todos los indios se fuesen a sus casas. Visto el agravio que los pobres recibían, suelen muchas veces venir con un niño de estos el padre y la madre para darles de comer, que es negocio de mucha ocupación y yo tengo por cosa cierta que es más que ser esclavos, porque la esclavitud consiste en la libertad, y éstos no la tienen; y lo que es ser esclavo, podré yo muy bien decir como persona que lo ha sido muchos años y así les hube gran compasión" .

Conviene insistir en la repercusión social de la fe en el ordinario ambiente laboral ya que es la fuente principal de la actividad del seglar. Se pueden distinguir en las cofradías hasta cuatro características fundamentales: La liturgia y la vida de oración; la caridad atenta a los más pobres y necesitados; la "cultura de vivir juntos la fraternidad cristiana"; el aporte de obras de valor artístico e histórico que mantienen viva la religiosidad popular.

Algunas de las cofradías en la catedral de Lima fueron la de San José, del gremio de carpinteros, fundada en Lima en 1560, contaba con capilla propia. Los gremios de carpinteros, albañiles y canteros indios y morenos se agrupaban en otras cofradías como la de San Juan Bautista de los Pardos en la iglesia de Santa Ana, la de Nuestra Señora de los Reyes en San Francisco o San Miguel en El Cercado. La de san José parece que fue fundada por el Santo, a ruego de don Hernando Moreno. La cofradía de san Crispín y Crispiano cuenta con constituciones redactadas por Francisco Cabello de Vargas, Mayordomo y Alcalde del oficio de los zapateros y Blas de Morales, su compañero, veedor del dicho oficio en 1599. Otras: Cofradía de Copacabana., Cofradía de la Purísima; la segunda fundada tras la del Santísimo Sacramento, Cofradía de la Veracruz, Visitación de Nuestra Señora, Nuestra Señora del Rosario: para españoles, indios, negros y mulatos.

Proliferaron en tal cantidad que el C3L de 1583 declara que "en cuanto sea posible se reduzcan a menor número y no den licencia para ordenarse otras de nuevo sin causa de mucha importancia" (III, 44). A santo Toribio le tocó confirmar la cofradía del Santísimo Sacramento en 1589. Fue gran impulsor de la Cofradía de las Ánimas; en los pueblos que visitaba fundó siempre cofradías en sufragio de ellas, alentándoles a que las sustentasen con limosnas. Era muy severo en exigir que se aplicaran debidamente las limosnas que se recaudaban para las ánimas y que se cumpliesen las fundaciones y obras pías. En llegando a un pueblo, al punto tomaba cuenta al Cura párroco. Así, en la visita de 1593 lo hizo acompañado de Marcos Cano, mayordomo, acompañado del Contador nombrado al efecto Juan de Lumbreras.

    Cartas y memoriales presentados por los indios.

Sorprende el constatar los numerosos documentos incoados y alentados por los indios para informar sobre sus realidades de pobreza, para reivindicar sus derechos. Es el caso de la Carta Memorial desde el Pueblo de Copa, firmada por el cura doctrinero de Ocros, Diego Rodríguez de Saavedra y que figura en el bloque del citado proceso contra el corregidor de Cajatambo, enviado al Santo cuando se encontraba en San Juan de Pararín, 6 de febrero de 1585. Refiriéndose a los hospitales de indios dirá el autor del memorial:

"pues cierto es cosa de lástima ver enfermo al miserable indio y no poderlo socorrer por lo que quizás por ganarlo les causó aquella enfermedad de que muere o que padece miserablemente"

Aquí mismo, recibe el Memorial para el Arzobispo del Vicario de Huaylas Gutiérrez de Cárdenas. Succha, 28 de febrero de 1585. También hicieron sus memoriales los caciques y gobernadores de Pampas y curacas y gobernadores de Coris, los caciques del pueblo de Maravia (Pararín). El cura en su memorial hace notar el abandono de las Iglesias "en la tierra más rica y abundante de plata y oro...como la grandísima fertilidad de las tierras y superabundancia de comidas haya tantas necesidades en las Iglesias...como vuestra Señoría lo habrá visto en las doctrinas que hasta ahora se han visitado o en las que ahora se visita..."

En los pueblos donde hay 2000 cristianos las iglesias no tienen puertas ni cerrojos sin embargo los indios hacen 'derrama' es decir juntan dinero según sus posibilidades para la adquisición de lo necesario, así mismo se esfuerzan para comprar las veneradas imágenes. Refiere que en el pueblo de Guanchaytorcan los indios con 'derramas" compraron la campana "sacando el dinero de su pobreza". Mientras el corregidor vive tranquilo guardando en su poder el dinero de la comunidad.

En el Memorial entregado al Arzobispo en el pueblo de Santo Domingo de Pira, el día 2 de abril de 1585, por los presbíteros Benito de Villafana y Martín Gil Moreno, se constata que las iglesias están derruidas y que las injusticias cometidas por los corregidores que no invertían el dinero de las Cajas de Comunidad en los hospitales de indios son grandes. El Memorial contiene 23 puntos y expresan aunque con buena dosis de exageración tan común en aquel entonces; el sentir y el pesar poniendo su confianza en el Arzobispo que vea lo conveniente incluso si fuera posible se dirija al Rey: " Pedimos a Vuestra Señoría Ilustrísima como al Prelado y cabeza principal de estos Reinos con notable encarecimiento sobre este capítulo muy en particular encargue la conciencia real pues en Dios y nuestra verdad estamos ciertos en toda la llave y principal fundamento para que estos pobres naturales sean con nuevas fuerzas aprovechados en su salvación, que es lo que VSI y nosotros y sus súbditos en estos reinos debemos pretender y procurar".

7. VISITAS PARA UN ENCUENTRO DEL PASTOR CON SUS FIELES

Una vez llegado a Perú, desde su condición de arzobispo, tendrá que legislar y visitar. Además de prescribírselo las leyes civiles y eclesiásticas, Mogrovejo -prelado viajero, itinerante- desea un contacto directo con sus fieles, especialmente los indios. L e urge la pasión de evangelizar. Aunque era consciente de que sus salidas de la Ciudad de los Reyes podían ocasionar cierto abandono en el corazón de la archidiócesis, nada le hizo desistir de su propósito de visitar hasta el último de sus poblados. Como le visitase un colegial de san Salvador de Oviedo, de Salamanca, Gregorio de Arce, y le manifestase las quejas que circulaban en España sobre su ausencia de la sede limeña le respondió "que el andar en las visitas era lo que Dios mandaba y lo que estaba a su cargo para enseñar y atraer a la fe cristiana a los bárbaros e idólatras, bautizándolos y confirmándolos y reduciéndolos a que se confesasen...por Dios y por cumplir con su obligación y para dar ejemplo que se debe dar a los prelados que tienen a su cargo almas". Al monarca le dirá que saldría a visitar en 1593 "en conformidad de lo proveído por el Santo Concilio de Trento y Provincial y cédula de Vuestra Real Persona".

Nada más llegar a Lima, traía como primera misión el encargo real de convocar y celebrar el Concilio Provincial. De este modo lo convocó para el 15 de agosto de 1582. Este intervalo de tiempo, de mayo de 1581 a 15 de agosto del 1582 lo empleará en visitar los Llanos de La Nazca. Como la extensa costa norte de su Arquidiócesis que comprendía desde Lima hasta Jayanca, la había visitado en su largo viaje de llegada que realizó por tierra, viniendo desde Paita con dirección a su Sede, llegado a Lima en 1581, ahora emprende la visita del sur, hasta Nazca. Allí permanece hasta enero del 1582 debido a su apoyo a la publicación, predicación y distribución de la Bula de Cruzada. Él mismo lo cuenta al Rey. Por estas fechas, Santo Toribio Mogrovejo nos ofrece un valioso testimonio de la importancia concedida a la Bula. Se encontraba en la visita preliminar de 1581 como preparación al Tercer Concilio Limense, en los Llanos de La Nasca. Se encontraba el arzobispo en su primer año de ejercicio y ocupado en la visita desde hacía varios meses con la intención de dirigirse después a Huánuco.

Pasa la Cuaresma y la Pascua en Lima, y celebra el primer Sínodo Diocesano. Movido por el deseo de conocer a su pueblo, Santo Toribio, aprovechando el tiempo que aún faltaba para la apertura del III Concilio, se dirigió en visita pastoral hacia Huánuco, el extremo oriental de su Arquidiócesis, llegando prácticamente hasta los confines de su jurisdicción, muy cercana a las montañas vírgenes, donde terminaba la civilización. Simultáneamente iban llegando a Lima los obispos de Cuzco, La Imperial y Santiago de Chile; en Lima le esperaba el electo obispo de Paraguay para ser consagrado obispo. El Santo no pierde el tiempo y anota para sí y lo transmite al Rey la problemática y las soluciones:

"He visto gran parte de este Distrito por mi persona, y lo que he entendido tener necesidad de remedio es: proveer y dar doctrina a los indios por carecer de Sacerdotes, por tener cada Sacerdote en muchas partes muchos lugares de indios a su cargo y mucha distancia de camino, que es causa de que muera muy de ordinario los indios sin confesión y bautismo y demás sacramentos" (AGI, Patronato 248, Rº 5; Lissón, La Iglesia IIII, 36, n.11).

Realista y prudente, escribe:

"Por acá no veo cómo cómodamente se pueda proveer esto, porque cargar a los indios que ellos paguen el salario al Sacerdote no lo podrán sufrir por ser tan miserables y pobres y estar tan cargados de otros tributos...Los encomenderos, asimismo, no podrán con tanta carga...Reducir unos pueblos a otros no se puede hacer en todas partes...así por el peligro de muerte que hay en mudarlos de unos pueblos a otros de diferentes temples y haberse de deshacer de sus haciendas y chácaras y quedar perdidos y por ello muy pobres".

Hasta 1606 serán tres las grandes visitas generales, a continuación de los concilios de 1583, 1591 y 1601. Si se añaden otras visitas particulares se pueden calcular unos 40.000 kilómetros los que recorre.

Las visitas, más allá del carácter prescriptivo, legal, representan entrañables encuentros del padre y pastor con sus hijos y fieles. Sin obviar momentos tensos, de enfrentamientos con los representantes del poder -normalmente los corregidores- abundan los momentos gozosos en los que sienten la presencia del prelado que les escucha, les habla, les consuela, les enseña, gobierna y santifica. Selecciono algunos de los innumerables episodios registrados por los testigos en el proceso de beatificación.

El dominico Fr. Diego de Narváez da fe de un hecho singular. Dos indios de Moyobamba fueron buscarle, ofreciéndole como regalo monos y papagayos, al tiempo que le invitan a que vaya a su tierra a bautizarlos. "Estando en la ciudad de Chachapoyas, una jornada hacia la ciudad de Moyobamba para ir a él llegaron dos indios infieles de los motilones y le trujeron unos miquillos y papagayos y cosas de aquella tierra y el dicho señor arzobispo los agasajó y abrazó, pero no quiso recibir cosa ninguna de las que traían, los cuales le pidieron que entrase donde estaban con que recibirían muy gran gusto porque querían ser bautizados y cristianos y el dicho señor arzobispo dijo a este testigo y al dicho Padre Fray Diego de Ayala que estaban allí en aquella ocasión, que qué les parecía si entraría o no. Y este testigo y el dicho Padre le respondieron que sus ovejas eran , que obligación había para reducirlas a la fe católica y el dicho señor arzobispo se resolvió a entrar adentro a donde estaban los dichos indios motilones infieles donde entiende que entró con el riesgo de la vida".

b. En Yauyos: Hecho pedazos por los indios. Lo refiere Mogrovejo en una carta dirigida al Rey con motivo de su tercera visita en abril de 1603:

"Salí habrá 8 meses en prosecución de la visita de la provincia de los Yauyos, que hacía 14 años que no habían ido a confirmar aquella gente, en razón de tener otras partes remotas a que acudir y en especial al valle asiento de Huancabamba, que hará un año fui a él, donde ningún prelado ni visitador ni corregidor jamás había entrado, por los ásperos caminos y ríos que hay. Y habiéndome determinado de entrar dentro, por no haberlo podido hacer antes, me vi en grandes peligros y trabajos y en ocasión que pensé se me quebraba una pierna de una caída, si no fuera Dios servido de que yéndose a despeñar una mula en una cesta, adonde estaba un río, se atravesara la mula en un palo de una vara de medir de largo y delgado como un brazo de una silla, donde me cogió la pierna entre ella y el palo, habiéndome echado la mula hacia abajo y socorriéndome mis criados y hecho mucha fuerza para sacar la pierna, apartando la mula del palo, fue rodando por la cuesta abajo hacia el río y si aquel palo no estuviera allí, entiendo me hiciera veinte pedazos la mula. Y anduve aquella jornada mucho tiempo a pie con la familia y lo di todo por bien empleado, por haber llegado a aquella tierra y consolado a los indios y confirmándolos y el sacerdote que iba conmigo casándolos y bautizándolos, que con 5 ó 6 pueblos de ellos tiénelos a su cargo un sacerdote que, por tener otra doctrina, no puede acudir allí si no es muy de tarde en tarde y a pie, por caminos que parece suben a las nubes y bajan al profundo, de muchas losas, ciénagas y montañas.

...Confinan estos indios de este valle de Huancabamba con mucho número de indios infieles, gente que me dicen son pacíficas y que vienen a aquel valle a pedir bautismo, espero en Dios ha de ser de muchos y grandes efectos la asistencia de sacerdote propio y conversión de aquellos indios.

Ahora, siendo Dios servido, voy a la provincia de Jauja, a entrar en otros Andes, tierra muy escabrosa donde se ha de ir a pie y hay indios que los tienen cargo religiosos de aquella provincia que los van a visitar algunas veces que así mismo confinan con gente infiel y han venido algunos a bautizarse y poblarse con cristianos. Vuestro Virrey me ha pedido le dé aviso del estado de aquella tierra, gente y doctrina, con deseo que los sacerdotes que estuvieren en aquellos Andes sean personas muy virtuosas y desinteresadas que traten y regalen a aquellos indios para viendo esto los infieles y el amor del padre acudan a hacerse cristianos y los bautizados los vayan atrayendo con suavidad y los curas asimismo de que entiendo Nuestro Señor se ha de servir mucho.

Después que vine a este Arzobispado de los Reyes que fue por el año de 81 he hecho otras entradas semejantes a esta a pie y algunas de ellas careciendo de comida y cama yo y mi gente y habrá dos o tres días que me vi en mucho trabajo y ayer así mismo de donde me resultó una gran calentura causada del camino a lo que entiendo discurriendo por el Arzobispado muchas veces y acudiendo a la ciudad de los Reyes a sus tiempos confirmando como he escrito a Vuestra Majestad a lo que se ha podido ver y entender más de seiscientas mil ánima y andando mucho número de leguas con cuya presencia han recibido sumo contentamiento las ovejas. Dios me dé fuerzas para trabajar en esta su viña, las cuales tengo de presente como cuando salí del Colegio Mayor de Oviedo en Salamanca, sin tener achaques ni enfermedades algunas que lo impidan. A Nuestro Señor las gracias por todo"

Alonso Niño de las Cuentas narra cómo un cura le dijo a un indio de la sierra que no podía ir por la noche a confesarle por estar atendiendo a STAM: "el dicho siervo de Dios, sin hablar palabra, luego instantáneamente llamó a un criado y le mandó ensillar una mula y subiéndose en ella sin avisar a otra persona se fue solamente en compañía del dicho indio que había venido a llamar al dicho cura para que le guiase a la parte donde estaba el enfermo que distaba de allí más de dos leguas de cuestas y sierras asperísimas y habiendo llegado a el lugar y confesado al dicho enfermo en su lengua general porque la sabía y dejándole el dicho siervo de Dios muy consolado se volvió al lugar de adonde había salido y reprendió gravemente al dicho cura".

d. Cura las verrugas a los indios de Catahuasi

Sus viajes quieren proporcionar el mayor bien al mayor número de indios. Las Actas del Proceso de Beatificación informan de varias curaciones obradas por Mogrovejo como la relatada por el campesino Gaspar Lorenzo de Rojas. "Y especialmente sabe este testigo por haberlo visto el tiempo que asistió al dicho siervo de Dios en la visita que iba haciendo de su Arzobispado, en la cual le servía así de guía para los caminos que eran muy dificultosos, fragosos y extraordinarios como de intérprete, así de la lengua general de los indios como de la particular y maternas de cada pueblo en la que este testigo es muy versado y que llegando al corregimiento de Yauyos que es jurisdicción de este arzobispado y en especial al pueblo de San Jerónimo de Mas, doctrina que es de los religiosos de Santo Domingo y a la de Catahuasi que es de la misma provincia y del mismo orden adonde de ordinario da un mal y enfermedad que en esta tierra llaman de verrugas y es de grandísimos dolores en todo el cuerpo y de encogimiento en todas las cuerdas y nervios de él hasta llegar a tullir a las personas que las tienen, dándoles de ordinario grandes calenturas y en tanto extremo que hasta los animales como perro y otros muchos les suele dar el dicho mal por los cual los criados y otras muchas personas que iban en compañía del dicho siervo de Dios enfermaron gravísimamente de la dicha enfermedad de las verrugas de tal suerte que están acostados en sus camas sin poderse menear y sólo el dicho siervo de Dios estaba sano y sin ella y queriendo proseguir su visita y camino les dijo a sus criados que se animasen y levantasen para hacer camino y respondiéndole ellos que no podían moverse por estar tan doloridos y encogidos los miembros con el dicho mal de las verrugas y el dicho siervo de Dios poniéndoles las manos sobre las cabeza alentándoles y diciéndoles que se levantasen, luego instantáneamente se levantaron buenos y sanos, disponiendo lo necesario para su camino y así lo hicieron inmediatamente; lo cual este testigo, como los dichos enfermos y otras personas que estaban presentes de los dichos pueblos de cuyos nombres ahora no se acuerda tenían por milagro y obra sobrenatural que Dios era servido de obrar por mano del dicho siervo de Dios".

Publicó el Dr. Guillermo Lohmann Villena las cuentas que su fiel administrador y esposo de su hermana Grimanesa, D. Francisco de Quiñones, administraba al santo. Del finiquito estudiado para 1594, sale una suma total de 165.264 pesos ensayados gastados y 158.588 ingresados, por lo que los 6.676 pesos de déficit debieron ser enjugados por su cuñado y primo Quiñones. Su inseparable escudero Sancho anotará otra cantidad: "este testigo ha visto sus libros del gasto, por ellos parece haber dado de limosna, de diez años a esta parte, a los pobres, hospitales, viudas y religiosos, más de 120.000 pesos". Útil será advertir que el gasto indicado excede en 21.920 pesos a la cantidad expresada por su primer biógrafo, León Pinelo, para las limosnas dispensadas desde 1581 hasta 1597, lo que supone tres anualidades más. Este autor, al subrayar el desprendimiento del prelado, concluirá: "Testigo hay que le da la palma en ella [la caridad] y dice que se pudiera llamar Santo Toribio el limosnero". Uno de los declarantes en el proceso de beatificación llegó a señalar que "para tener más que repartir, moderaba su gasto todo lo posible". El propio santo lo confesaba: "... distribuyendo mi renta a pobres con ánimo de hacer lo mismo si mucha más tuviera".

Para los pobres vergonzantes nombró un ministro de confianza, Vicente Rodríguez, para las limosnas secretas. Declaró el hijo de este mayordomo, el sacerdote Mauricio Rodríguez, que tenía encargado hacer padrón de los pobres, "para que cada semana fuesen socorridos con sus limosnas para el gasto ordinario suyo y de sus mujeres e hijos con mucha liberalidad, cuidando de su vestido y demás cosas necesarias para pasar su vida. Y estas limosnas se hacían entre personas huérfanas, viudas y necesitadas [...]. Y en el remedio de doncellas pobres huérfanas daba limosnas muy largas". "Y de tal manera llegó a socorrer las necesidades de los menesterosos -afirma Juan Delgado de León en el proceso de beatificación- que fue comúnmente llamado el Padre de los pobres"

El Padre dominico Fray Alonso de Arenas (56 años, natural de la ciudad de Moyobamba, secretario del Rev.mo fray Juan de Arguinao, Arzobispo de Santa Fe del Nuevo Reino de Granada, hoy Colombia, y en alguna ocasión Visitador de la Provincia de San Juan Bautista del Perú (de la Orden de los Predicadores), nos relata "haber oído decir al Padre fray Lorenzo de Saravia, sacerdote religioso de Santo Domingo, como a testigo de vista, que, estando en esta ciudad el dicho Siervo de Dios comiendo un día en si palacio arzobispal, entró en aquella ocasión un pobre indio pidiendo limosna, y como el dicho Siervo de Dios estuviese comiendo unas sopas en una escudilla de plata, llamó al dicho pobre y, sentándolo en el suelo junto a su silla, le dio la dicha escudilla en un plato de plata y con una cuchara de plata, y habiendo acabado de comer el dicho pobre, pareciéndole que no le veían, la escondió, poniéndola debajo de la manta, y se la llevó fuera con dicho plato y cuchara. Y llegando al patio del dicho palacio, la echaron de menos los criados, y rajando el dicho manto se la quitaron, dándole muchos golpes y llevándole a la presencia del dicho Siervo de Dios, el cual, entendiendo el caso referido, reprehendió ásperamente a los dichos pajes, diciéndoles esta palabras: "­Volvedle todo esto, que suyo es!". Y en su presencia volvieron al dicho indio pobre lo que le habían quitado; en que mostró el dicho Siervo de Dios su ardiente caridad y virtud de la limosna, especialmente con los indios, a quienes mostró siempre gran amor"

Es el ritornelo o estribillo constante que repiten los declarantes en el proceso de beatificación. Quizás el más rotundo es el de Sancho Dávila, su escudero por más de 40 años, en el proceso de beatificación de 1631 "Y era tanta la afición y voluntad y gran amor que tenía a los pobres indios que gustaba .viniesen al mediodía y les daba de comer en su mismo plato y los sentaba junto a su mesa" En el resumen de su vida preparado con motivo del proceso de beatificación, el artículo nº 3 inquiere a los testigos cuántas veces lo han visto : "predicando a una a los indios por su propia persona y socorriéndolos en sus necesidades y enfermedades a todos los pobres, dándoles largas limosnas, gastando en esto toda su renta con tanto desinterés que no sabía qué cosa era dinero ni codicia hasta quitar de su propia persona y casa lo necesario". Espiguemos algunos testimonios:

, con motivo de traer su cuerpo desde Zaña para ser enterrado en la Catedral, nos dirá que "más de dos leguas antes que llegase el dicho cuerpo a ella salió mucha gente con hachas encendidas y las trajeron delante y aleladas del dicho cuerpo y entre ellos a. Juan de la Roca muchos indios con sus cirios en las manos encendidos y todos llorando con gran ternura y clamando por su santo padre y pastor y a la entrada de la dicha ciudad salió gran suma de gente de todos estados a entrar con el dicho cuerpo y acompañarle y fue tanta que parecía día de juicio, todos mostrando gran sentimiento y derramando lágrimas tiernamente y luego que entró en la dicha ciudad fue notable cosa que nunca se ha visto los sentimientos y clamores que había por las calles y ventanas por donde pasaba el dicho cuerpo, lo cual enterneció notablemente a todos". "Su celo fue tan grande del servicio de Dios y bien de las almas que no sólo se contentó de procurar el de los que estaban a su cargo sino que aventuró su persona y se entró en indios de guerra, infieles, por atraerlos al gremio de la Santa Fe Católica y así convirtió a muchos y lo proveyó de cura que los bautizó y él los confirmó, procediendo él a catequizarlos" (Arcediano, 30-VI-1631, ff.9I, f.8).

, "conoció de su señoría muy gran virtud, llaneza y humildad sin que le ensoberbeciese el oficio y dignidad, tratando a sus súbditos con mucha llaneza y amor de Padre y Pastor, siempre con un rostro alegre y unas entrañas] de un ángel, grande honrador de hombres virtuosos y en sus conversaciones muy modesto y en su vestir muy llano y asimismo muy honesto y b. Fernando de Guzmán amigo de pobres, y en especial de indios y gente humilde" (Maestrescuela, 5.VII.1630, f.30v-31). Ç

c. Juan de Guzmán Ponce de León : "Tuvo un amor ardentísimo para con los prójimos y un deseo entrañable de que todos se salvasen amándolos y queriéndolos a todos como hijos, no perdonando trabajo ni peligro por su salvación exponiéndose por cualquier indiecito a peligros en los caminos muy fragosos y haciendo entradas en la visita de mucho trabajo y aspereza como fue en la provincia de Chachapoyas y Moyobamba....hasta entrar en tierra de indios infieles ...y así como llegaba a cualquier hora de día o de noche al pueblo hacía oración en las iglesias y luego hacía juntar los indios e indias chicos y grandes a los cuales hacía una plática en se lengua y les decía el catecismo de la doctrina cristiana y si acaso hallaba algún indio que vivía mal amancebado lo procuraba casar y sacarle del pecado en que estaba" 6.VII.1631 de Ronda, f.43v)

d. Diego González Chamorro, que le trató y comunicó muchas veces en esta ciudad [80v] "Fue un hombre sin altivez...y ejemplo de santidad y humildísimo en su trato y conversación con todo género de personas, muy amigo de los indios y personas miserables y pobres, de mucha llaneza en su conversación (de Fregenal (Extremadura), racionero de la catedral, 80 años; I, 167v-202v.

e. P. Fray Melchor de Monzón. Desde que entró en mayo en 1581 'porque lo trató y comunicó muy de cerca en muchas y diversas ocasiones en su arzobispado, siendo cura este testigo en doctrinas fuera de la ciudad de Lima"[269] "y decía la Misa con muy grande devoción que la causaba a todos los que la oían, atento siempre al temor y amor de Dios"...predicaba a los indios por su propia persona con grande espíritu y deseo de convertirlos a la fe católica y por su medio fueron convertidos muchos millares de ellos, quitándoles las idolatrías, adoratorios y supersticiones, y este testigo siendo cura en el pueblo de Calango le vio confirmar y en el pueblo de Coayllo desde por la mañana hasta después de las dos o las tres de la tarde, sin desayunarse y habiendo acabado de confirmar en el dicho pueblo de Coayllo saliendo de la iglesia yendo a comer supo que dos indios se habían quedado por confirmar por estar enfermos de viruelas en la cama de, dejó de comer y fue en su busca y mandó llevar el pontifical para confirmarlos y entró en sus ranchos, donde los consoló y con grande humildad y caridad los confirmó allí y después se vino a comer y encargó[270v] a este testigo los mirase y regalase y era tanto lo que trabajaba el dicho señor arzobispo que no tenía una hora ociosa y pasaba malas noches y días cuidando de las almas que se le habían encomendado...salvación de las almas y por convertirlos y atraerlos al conocimiento de la fe apostólica en que trabajó con gran valor y con gran servicio a Nuestro Señor en los pueblos y doctrinas extirpando las idolatrías y supersticiones en que los indios estaban con gran cuidado y celo, de manera que quedaron tanta inmensidad de indios como hay en este arzobispado instruidos en la doctrina cristiana y asentada la fe en sus ánimos...y así fue Prelado amado y querido y respetado de todos por su gran llaneza y humildad"., OP, de Lima, 74 a (ff.268-273).

f. Juan de Cáceres Farfán , ayudante de Sargento Mayor, de Jerez de la Frontera. "Le conoció y comunicó en Trujillo, donde fue teniente ...del Valle de Churibal, Guaman, Sañe y Cahor y le habló muchas veces familiarmente y se hospedó en su casa y lo fue acompañando en toda la jurisdicción de Trujillo y por tiempo de más de diez y doce días andando visitando. Y cayendo en una ladera, llegó este testigo a asirle de la mano, y le dijo el dicho arzobispo que el demonio le debía de haber hecho caer, porque no fuese en busca de los dichos indios. Y, sin embargo, de todo bajaron y llegaron hechos pedazos de cansados y este testigo bien arrepentido de haber bajado por parte tan peligrosa por donde no se podía andar a caballo ni con carneros. Y así dejaron las cabalgaduras en lo alto más de tres leguas. Y el dicho arzobispo, con mucha alegría y la boca llena de risa, sin comer bocado en todo el día, llegó adonde estaban los dichos indios con tres o cuatro hijas y hijo, de más de catorce y quince años, que tenían ya nietos sin bautizar. Y estuvo todo el dicho día allí y una noche, sin tener camas ni qué comer" (I, 357-364).

g. Fr. Andrés de Lissón : "y en su caridad era tan entendido y en la piedad tan liberal que todo cuanto podía hacer en el servicio de Dios NS así en la reformación del pueblo con españoles como en la enseñanza con los indios que hallándose desocupado no lo fiaba de otro que de su persona, de manera que con ser la lengua de los indios dificultosa, hizo muchas diligencias en saberla para enseñarla y catequizarlos por su persona en las cosas de la fe cristiana como es público y notorio en las visitas que hacía en todo su arzobispado de que este testigo tiene muy gran noticia por personas fidedignas de su Sagrada Religión que se hallaban en las doctrinas.( Dominico, f. 393).

h.Fr. Tomás de Mayorga. Le conoció desde "que tuvo uso de razón" y fue su criado de diez a once años y le sirvió de 8 a 10 meses de paje y le trato y le comunicó mucho y sabe que fue de sangre noble y de linaje muy limpio. Porque el Padre de este testigo que se llamó Alonso de Mayorga era de la tierra del dicho Sr. Arzobispo y le oyó muchas veces tratar de la genealogía del dicho Sr. Arzobispo y decía que era de lo fino y acendrado de las montañas y en esta posición de persona limpia e ilustre fue tenido Fue muy apacible y llano con todo género de personas, así españoles como negros e indios y a todos los amaba y quería como a hijos y su vestido fue muy llano y sin ostentación ninguna y a los indios quería y regalaba mucho como si fuera Padre suyo" [...] "y los domingos y fiestas predicaba a los indios por su persona en su lengua sin faltar día ninguno en la iglesia de san Lázaro y los doctrinaba y catequizaba y enseñaba las cosas de la doctrina cristiana y lo mismo hacía en la puerta de la iglesia catedral con gran fervor y deseo de salvar sus almas" (Agustino, maestro en Teología, 50 años, fue su criado, ff.408-410v)

Mogrovejo era jurista y descendiente de eminentes juristas. Llevaba en la sangre y en su mente la defensa del más débil, del más necesitado. Sabía que los pobres más pobres de todos los pobres en América eran los indios. Conoce de cerca su dramática realidad y la falta de humanidad hacia el indio por parte de corregidores y administradores. Lucha denodadamente por remedir sus agravios. Constata que "están muy desconsolados y a mí no me ha cabido poca pena y congoja en razón de estimarlos y quererlos tanto"

Concluyo con dos de sus cartas al Rey Felipe III en las que nos da a través de su pluma la pasión que siempre tuvo por defenderles y protegerles:

Carta desde Lima 17 de mayo de 1602: Carta a favor de la libertad de los indios del Cercado. Señor: Mucho tiempo ha que se despachó una ejecutoria de VM cerca de los indios de San Lázaro que están en el Cercado para que fuesen puestos en su libertad o donde ellos quisiesen y aunque por mi parte y la de los indios ha solicitado muchas y diversas veces con vuestro Virrey no ha habido remedio de que se ponga en ejecución de que los indios han estado y están muy desconsolados y a mí no me ha cabido poca pena y congoja en razón de estimarlos y quererlos tanto deseando tengan el descanso que VM pretende y que por mí sean favorecidos en conformidad de la CR que para ello tengo en se me ordena y encarga que si hechas mis buenas diligencias no se remediaren y atajaren los agravios de los indios dé aviso a VM poniéndome la conciencia por delante. A VM suplico con las veras y encarecimiento que pudo se despache provisión para sin dilación alguna se cumpla la dicha ejecutoria y se les dé libertad para que se puedan volver a san Lázaro que tanto los indios desean no dando lugar a que se vayan perdidos huyéndose por diversas partes viendo que no aprovechan ni tienen efectos los despachos que de VM vienen de la ejecutoria pasada con la cual recibieron sumo contentamiento y se les ha vuelto en tristeza y llanto por haberse suspendido el cumplimiento de ella yendo en prosecución de mi visita estando en este pueblo de Santa Inés cinco leguas de Lima, vinieron los indios por caminos muy ásperos a pedirme los favoreciese dándome la petición que va con ésta y otra para VM las cuales me ha parecido enviar en mi pliego para que sean amparados y favorecidos con la mano fuerte de VM escribiendo a vuestro virrey y audiencia apretadamente pongan en ejecución la dicha ejecutoria para que no los saquen de San Lázaro que será causa de que todos los que hay ausentes y huidos se vuelvan allí y con los españoles que son muchos y iglesia que hay en san Lázaro y así mismo indios que será de mucha cantidad se podrá hacer un gran beneficio y doctrina con un sacerdote que los tenga a cargo como por otras lo he representado a VM convenir hacerse así poniendo cura propio por estar algo apartado de la catedral de manera que cerca de todo se descargue la conciencia y NS se sirva el cual guarde la católica persona de VM de Santa Inés 18 de abril de 1603 BIBLIOGRAFÍA 18-abril-1603. Escrito tengo a Vuestra Majestad cerca de algunos agravios que reciben los indios, convendrá acudir al remedio de ello, en especial ordenando a los corregidores que de los indios que se han muerto y de los que se han ausentado y de los que son viejos y de los demás reservados de tributo y de estos no se consienta cobrar. Los meses de febrero, marzo y abril hay muchos calores en esta ciudad de los Reyes y en razón de esto y comer mucha fruta, los indios serranos por venir de tierra fría a tierra calurosa, enferman y mueren como se me ha dado aviso, será mucho servicio de Dios Vuestra Majestad mande no se consienta ni permita, ni dé lugar a que corregidor ni persona alguna los envíe en estos tiempos a esta ciudad ni a otra parte de los llanos donde hay calor para que cesen las muertes y enfermedades que les sobreviene a estos miserables indios...Importaría, asimismo, que en los obrajes y haciendas de los indios donde hay algunos de ellos que las puedan gobernar y administrar, se diese orden no hubiese administradores que les consuman las haciendas con salarios que se les señala, y que lo que se diese de los dichos obrajes y haciendas se gastase en beneficio de los indios y gozasen de lo que fuese suyo, cada uno a cómo le cupiese.

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