Hay algunos momentos de especial decisión o inflexión en la vida de un hombre, un chico, un niño. El primero es cuando ese niño decide pasar a mayor, etapa alargada frente a la vida de las niñas que empiezan a ser mujeres mucho antes. En ese momento, hormonal, con vello en la cara, con estirones y cambios de voz es un primer momento donde el hombre se construye, se decide, se designa.La imagen del hombre, social, política, ideológica, emocional y psicológica es, en parte, natural, consustancial e instintiva pero en otra parte también establece un corsé de comportamientos culturales, forma de ser y de sentir que puede no coincidir con el sentir de la mayoría la mayoría del tiempo. Puntualizando, puede ser imposible para algunos hombres en algunos momentos y para la mayoría aceptable en la mayoría del tiempo.
Parece que la conformación del hombre como sujeto arriesgado y aguerrido, con temperamento y a veces caracter, con interés por los asuntos técnicos y tecnológicos, por los coches y por el fútbol constituye, en verdad, una especie de construcción de la "cebolla" del hombre al revés y a partir de ese corazón previo del niño-a-hombre. En esos momentos de hormonas, testosterona, se da el deseo de ver, dominar y conocer el mundo y de pudor, ocultación de los sentimientos, tanto por cultura como por elección, ser resistente al dolor, pero solo en apariencia, inflamable y con tendencia agresiva, notoriamente menos dotado para la comunicación que las mujeres, las eternas enemigas-rivales-adversarias-Ítacas. Por supuesto que esas características no son generales ni básicas en el hecho de ser hombre sino características que adornan esa "cultura de ser hombre" a la que atañía en el primer párrafo de este texto.Un segundo, a veces no existente, es la elección de la orientación sexual. Digo que a veces no importa porque la impronta natural del hombre-heterosexual hace coincidir el paso anterior con la cercanía a las chicas, muchachitas púberes pero muy deseadas. En el caso de los hombres que tienen inclinaciones homosexuales es clave porque es, quizás, un punto de enfrentamiento frontal con la sociedad, lo presupuesto, lo dado por sentado, y en si mismo genera un drama, sin otros adjetivos, drama en algunas familias, en la propia persona, en la concepción de uno mismo y del resto del mundo. En no pocas ocasiones, quizás salvo en el pasado muy reciente, siempre ha dejado profundas cicatrices siempre visibles a partir de ese entonces.Ese puente es el paso del hombre-niño al hombre-guerrero. El hombre guerrero lleva una conducta a veces arriesgada, luego lo pagará en esos cinco años de vida media menos que las mujeres, valiente pero no exenta de duda, aunque no la muestre, arrebatada, aunque luego la neurona maldiga a la hormona del impulsivismo, obstinada, pero a veces flexible, y visceral que no siempre se cumple. Un dueño de su presente y su futuro con disposición de construir en sus manos. Una posición valorada, querida, incluso atractiva para las mujeres, siempre dentro de un orden.El siguiente momento llegará quince o veinte años después, quizás a los cuarenta. Es el momento del comienzo del declive físico, de la constatación que ese espíritu de indolente impunidad e inmunidad del hombre en la veintena o treintena no es cierto. Que el mundo no es un caballo sobre el que se pueda montar, que el pelo comienza a desaparecer, la grasa a rodearte, las ilusiones a desvanecerse al conocer el mundo y las fuerzas a claudicar ante la repetición de circunstancias. Es un periodo de crisis. Es el tiempo donde, como decía Gil de Biedma, se tiene constancia que no nos marcharemos entre aplausos sino que la verdad desagradable comienza a asomar.Al igual que el comportamiento de crisis que pasa del infante al hombre determina su futuro en este caso la crisis viene determinado por el pasado: la capacidad de obtener lo que cada cual considera éxito, la compañía, la familia, la salud, la autoestima y consideración. El pasado de hombre-guerrero no es bueno para ver como la naturaleza, la sociedad, aboca a una vejez adelantada o, al menos, a una traición a esos principios de jóven guerrero que parecía que eran eternos.En este momento, en estos momentos, casi siempre vividos con poca comunicación y silencio aparentemente autosuficiente pero que en realidad es falta o vergüenza por comunicar a otros "guerreros" de esas debilidades es cuando la personalidad del hombre se construye o, casi mejor, se fragua y templa. Es el tiempo donde el hombre mira su propio yo, su mismidad, y lo que le rodea con la despaciosidad dada por un tic-tac que no deja de sonar rápido detrás.El siguiente gran hito, el gran paso es el no saberse ni guerrero ni siquiera guerrero adulto sino pasar a la etapa donde los hitos de la ancianidad, del hacerse viejo son tan evidentes que ni el trampantojo del aspecto físico y la actitud son capaces de esconderlo. Comienza al retirarse del trabajo, verdadero teatro del guerrero en tiempos de paz, se ve acomodado en el terreno del hogar, psicológicamente terreno femenino, alejado de esas tareas de importancia capital para su "pequeña" tribu, y acaba siendo un estorbo de tiempo eterno junto a otros guerreros jóvenes que no admitirán ni siquiera el consejo del sabio de la tribu y esperará, sorprendido por la diferencia entre el aspecto mental y físico, al momento que llegará de una desaparición cantada. Dejando, casi siempre, a sus deudos y mujer entre lágrimas y recuerdos que serán de dos dimensiones.Este somero y, probablemente parcialmente desacertado zeitgeist del hombre como sujeto social y psicológico esté poblado de lugares comunes y errores pero es una sensación que tengo yo, ya en la segunda de las tres etapas y que no puedo ni borrar ni esconder.Hombres, hombres, en Recuerdos del día de mañana.Vínculos:
- http://www.taringa.net/posts/humor/9408531/La-dificultad-de-ser-hombre.html
- http://poderciudadano.mx/nota.php?id=702
- http://28opiniones.blogspot.com/2010/10/si-ser-mujer-no-es-facilser-hombre.html