Éste va a ser un post de pocas palabras. American Graffiti: genial unión de Lucas y Coppola para retratar el tránsito de la adolescencia a la madurez en una sola noche de 1962. Me gustan los rituales de tránsito y me da igual el formato en que me los sirvan: novela, poesía, música, film... Sexteen candles, en su versión original de 1958 por The Crests, es una de las canciones emblemáticas de la película. Mi hijo pequeño cumple 16 años. Le veo y pienso en John Milner. Veo retazos de ese rebelde aunque sé que terminará mejor. Me veo y pienso en Wolfman Jack, un lobo solitario que disfruta en la oscuridad.
Mi hijo no bebe (que yo sepa...), pero decido abrir un par de botellas y darnos un homenaje. Wolfman Jack se lo pasa tan bien cuando elige su música como cuando la pincha en la radio. Georges Vernay, Le pied de Samson 2009. Vin de pays des Collines Rhodaniennes. Viognier con cuerpo y trabajo de lías. 12,5%. Una de las referencias de Condrieu. Heno. Agua fresca. Miel de tomillo. Flor de manzanilla. Vino profundo, de tierra adentro. Corteza. Brezo. Recuerdo de mínimo carbónico en boca. Con unos spaghetti al nero di sepia fuimos felices. Basserman-Jordan, Muskateller Auslese 2007. 8,5%. Uno de los moscateles de mi vida, referencia en el Palatinado. Qué más puede pedir un amante de la moscatel: frescor hiperbóreo para una uva que ama el sol y lo busca con el anhelo del explorador. Sirope de mandarina. Lemon curd. Dulce etéreo. Ligero, ágil. Caramelo de lima-limón. Balsámico de mentuccia. Flor de azahar. Con las horas gana en frescor y en perfil, cada vez es más limpio. Qué bien bailó con los restos de un panetone. Mi hijo olvidará pronto su 16 cumpleaños. Yo, en cambio, no pierdo ocasión de beber vinos que serán semilla de recuerdo en mi futuro.