A la espera de que los rusos que más fuerte han calado entre la parroquia indie se decidan a dar continuación a su celebrado “Calendar“, los de Rostov-on-Don (curiosamente, la considerada capital del hip-hop ruso) nos tienen la mar de entretenidos con el goteo de (buenas) canciones. Quizá sea demasiado pedir que en su segundo disco nos entreguen un tema tan redondo como “To The South“, pero desde luego sí que va dando la impresión de que lo de Vlad Parshin y compañía es mucho más que una anécdota simpática con la que mirar hacia oriente con una cierta condescendendia, completamente injustificada. Que nadie se confunda: los rusos convencían con aquel largo, y siguen haciéndolo con el material que, a través de los medios dispuestos por el sello francés Talitres, han ido publicando poco a poco a lo largo de 2013 y 2014. Ni siquiera la marcha de su hasta ahora baterista (por lo visto Roman Belenky decidió abandonar la banda por motivos familiares) parece haber hecho mella en el sonido del grupo: ahí está la herencia post-punk en la sección rítmica con la que les conocimos, endulzada con melodías dignas del mejor twee-pop y unas guitarras que parecen alimentarse del catálogo de Captured Tracks. Y la verdad, por mí que no cambien, si lo que hacen, lo hacen tan bien: revivalistas, sí, pero también podría haber sido algo muchísimo peor. Por lo pronto, sí que parece que, mirando con una cierta perspectiva, el grupo está dejando atrás con éxito el fantasma de Ian Curtis, al tiempo que esquiva el (más temible) fantasma del aburrimiento: no es poco.
Vamos a justificar el párrafo anterior, con canciones. Publicado el año pasado, “Eyes” era el tema de pop desacomplejado que todos esperábamos encontrar en el disco de The Drums (Jacob Graham ya he reconocido lo mucho que le interesan Motorama, en más de una ocasión) antes de que a estos últimos les diera por sonar enfurruñados, y su correspondiente cara-b (de título “Winter At Night“) dejaba atrás a muchas de las agrupaciones que hoy en día provocan tantos titulares como bostezos. En lo que respecta al material publicado este año, de momento tenemos que conformarnos con el single con el que el quinteto nos ha puesto a salivar hasta que ese segundo largo por fin vea la luz: acompaña al tema principal una “Special Day” que es como unos Joy Division de buen humor, pasándose a la efervescencia del más entrañable jangle-pop: lo de cara-b me parece que se le queda muy, muy corto.
Y acabamos, claro, con la pista titular, esta reluciente “She Is There“: la fabulosa melodía de sus estrofas no deja lugar a dudas, y sólo es necesario imaginar el efecto de reemplazar la cavernosa voz de Parshin por la característica afectación morrisseyana para apreciar lo bien que se siguen viendo las cosas, más de treinta años después, bajo esa luz que encendieron The Smiths a principios de los ochenta. De modo que, venga, dadle al play y dejad que llegue el estribillo, que ya me encargo yo de decirlo: esa luz, melancólica y necesaria, no se apagará.
“Sick and poor
He runs through everglade
Face is covered with grey dirt
Color of his clothes
Bengal Lights illuminate his way
Fiasco for the daytime
Triumph for the night
Who is there
With black feathers in white hands
Her perfume is filling up his head
Weight and depth
Only weight and depth
Bottomless depth
Bottomless depth
And in the safety of her bed
In the nameless place
You know she is there
And in the safety of her bed
In the nameless place
You know she is there (she is there)“