Hasta hoy en el blog jamás había dedicado una entrada a un cómic pero “Sherlock Holmes i la conspiració de Barcelona” bien se lo merece. En primer lugar, por ser una novela gráfica ambientada en la Barcelona de 1893 y luego por su habilidad al mezclar una historia real (el atentado al Liceu) con la ficción. Éste es un cómic de Norma Editorial, guionizado por Sergio Colomino y dibujado por Jordi Palomé. Fue presentado en el pasado Salón del Cómic de Barcelona y arrasó con todo. En tan sólo unos días se agotó la primera edición y la segunda salió a la calle de inmediato.
Un día lo ví por casa y el título y la portada ya me llamaron la atención. Absence, sabiendo de mis gustos, enseguida me lo recomendó y fue idea suya que me pusiera en contacto con los autores para entrevistarlos en el blog, cosa que él ya había hecho en su sección del Cabaret Elèctric de IcatFM.
La historia que el cómic relata se ubica en la época del “Gran Hiato”. Es decir, el período de tres años durante el cual el personaje de Conan Doyle viajó por Asia y Europa en misiones diplomáticas por encargo del gobierno de su país. Sergio Colomino situa a Holmes en una de esas misiones en la Barcelona de 1893 para seguir la pista de un submarino perdido que extrañamente aparece en esta ciudad. A partir de ahí, se verá involucrado con un grupo anarquista responable de la bomba del Liceu.
Colomino, que es miembro del círculo Holmes, hacía años que quería escribir un relato protagonizado por su personaje favorito, aprovechando que es libre de derechos y dio con la historia perfecta cuando descubrió la coincidencia de fechas. 1893: el año en que Conan Doyle decidió terminar con la vida de Holmes en las cataratas de Reichenbach durante un enfrentamiento con Moriarty, su eterno rival. Con ese relato Doyle pretendía acabar con el personaje pero las presiones recibidas (por parte de sus lectores y de su propia madre que le dejó de hablar por ello), le obligaron a resucitarlo y continuar sus aventuras. Ese mismo año, el 7 de noviembre, el anarquista Santiago Salvador lanzaba dos bombas Orsini en el Liceu durante la representación de “Guillermo Tell” de Rossini, de las cuales sólo explotó una causando una veintena de muertos.
Santiago Salvador, autor de la bomba del Liceu
Cuando acabé de leer el cómic quise saber más sobre su proceso de creación y me puse en contacto con sus autores que, muy amablemente, accedieron a hacer la entrevista que les propuse. Les dejo con ella y con todas las cosas interesantes que me explicaron.El cómic fue presentado en la pasada edición del Salón del Cómic de Barcelona y en pocos días se agotó la primera edición. ¿Esperábais que tuviera tanto éxito?
SC: La verdad es que ha sido toda una sorpresa, aunque muy agradable. Ciertamente, el personaje de Sherlock Holmes disfruta actualmente de un momento especialmente dulce, y esperábamos que al añadirle una marca de tanto prestigio como "Barcelona" atrajera el interés de los lectores, pero ni la editorial ni nosotros mismos podíamos prever que tendríamos una segunda edición en marcha en apenas unos días. Debo decir, sin embargo, que en ningún momento planteamos la obra como una mera excusa para unir al personaje con la capital catalana: nuestra idea era presentar un cómic que no se quedara en el título, sino que debía ofrecer una historia interesante y bien trabajada.
Sergio, la idea de hacer una historia con Sherlok Holmes protagonizando la investigación del atentado del Liceu sé que fue cosa tuya y que lo tenías en mente desde hacía años. Pero, ¿cómo escogiste a Jordi Palomé para que se encargara de dibujarla?SC: Fue todo fruto de la casualidad: llevaba un tiempo moviendo el guión entre mis amistades y conocidos, con la esperanza de poder encontrar a algún dibujante que aceptara unirse al proyecto, que por entonces no tenía todavía luz verde por parte de Norma Editorial. Por suerte, un amigo me presentó a Jordi Palomé, y nos entendimos desde el principio. He tenido mucha suerte al encontrar a Jordi y que aceptara ser el ilustrador de la obra: pese a ser su primera incursión en el cómic, su dibujo tiene una madurez y una perfección que ha sorprendido a todo el mundo, y a mí el primero. Gracias a él, las páginas de muestra que presentamos a Norma pasaron la prueba y la editorial aprobó el proyecto.
El cómic mezcla muy bien la historia real con la ficción. El protagonista es un joven anarquista que trabaja en la imprenta de Salvador Comellas (que por cierto también sale en el Quijote) y se ve involucrado en el atentado del Liceu. ¿Fue muy costoso ligar historia real y ficción?
SC: Sin duda, porque hacer un cómic (o un libro, o un film, o cualquier tipo de obra) que no se sitúe en la época contemporánea implica necesariamente un trabajo de investigación. Tuve que empaparme de la época, leer libros de autores de finales del siglo XIX, consultar fuentes, buscar imágenes... El rigor histórico no era una obsesión, ya que se trata de una obra de ficción, pero queríamos evitar caer en errores o anacronismos, así que desde el primer momento revisé y comprobé todos y cada uno de los datos y referencias que aparecen en el cómic.
Fachada del edificio de la calle Call, 14, donde estaba la Imprenta Comellas
Jordi, cuando Sergio te propuso trabajar con él en este cómic ¿dudaste en aceptar el encargo o bien lo viste muy claro y aceptaste con facilidad?JP: Mi afición al dibujo empezó leyendo cómics desde muy pequeño, después fui practicando por mi cuenta hasta que pude cursar estudios sobre la materia, aunque en muchas universidades y academias de arte el cómic no está muy bien visto, y la verdad es que en este país no hay una salida laboral bien remunerada haciendo cómics. Así que me dedique a la ilustración, pero aplicada en otros campos.
Sin embargo, siempre me quedó la espina clavada de poder dibujar un cómic. Cuando un amigo común me presentó a Sergio y me leí el guión del primer capítulo, no dudé ni por un momento que quería trabajar en esa obra, mi único reparo era si podría dar la talla, así que me esforcé para dar lo mejor de mí.
Tus viñetas están llenas de detalles que denotan que hubo un trabajo previo de documentación muy exhaustivo sobre la Barcelona de finales del siglo XIX. ¿Este trabajo lo hacías juntos? ¿era cosa tuya? ¿Sergio te indicaba lo que quería? ¿Cómo os organizábais?
JP: Efectivamente, hubo un trabajo de documentación muy profundo y también muy necesario. Sergio me pasaba tanta documentación como podía, yo con toda esa información me hacía una idea de lo que necesitábamos, y luego, o bien buscaba más información por mi cuenta o rellenaba los huecos con la imaginación, procurando ser lo más verosímil posible. Luego le pasaba las páginas a Sergio y él hacía la última revisión buscando anacronismos, incongruencias históricas, etc. También contamos con el apoyo del director de archivo del Gran Teatre del Liceu, Joaquim Iborra, que nos echó una mano en las correcciones del tercer capítulo, especialmente el aspecto del interior del teatro.¿Tuviste algún tipo de dificultad para reproducir lugares que ahora son diferentes a como eran en 1893? Y si és así, ¿como lo solucionaste?
JP: Me llevé algún que otro susto, y más de una vez, teniendo ya muchas páginas acabadas tuve que volver sobre ellas, porque Sergio encontraba errores. Por ejemplo, en la Plaza de Sant Jaume, donde se encuentra el ayuntamiento de Barcelona y el Palau de la Generalitat, encontramos el Carrer del Bisbe, en el que hay una especie de puente que la cruza y conecta la Casa dels Canonges con el Palau. Pues bien, yo lo dibujé tal cual, ya que tiene un aspecto totalmente gótico y a simple vista parece una construcción antigua y contemporánea al resto de edificios, pero después Sergio se dio cuenta de que ese puente fue construido en 1928, así que me tocó borrar y modificar.
Plaza Sant Jaume sin el puente de la calle del Bisbe, construido en 1928
Plaza Sant Jaume hoy en día, con el puente que une el Palau con la Casa dels Canonges
Otra parte que me dio muchos dolores de cabeza fue, como comentaba antes, el interior del Liceu, pues en casi la mitad del capítulo dibujé en los pisos superiores unas barandillas con personajes apoyados en ellas... pero en la época en que transcurre en el cómic no estaban ahí (cosa que me pareció bastante peligrosa, pues la altura es considerable), de manera que tuve que eliminar la barandilla en todas las viñetas, y modificar a los personajes.