Para mí leer es parecido a viajar, ya que ambas experiencias permiten visitar lugares diferentes a los que estamos acostumbrados. Desafortunadamente, en la mayoría de novedades norteamericanas que nos llegan la protagonista no sale de su pequeño barrio suburbano, mientras que en el caso de las nacionales, raramente visitamos otra ciudad que no sea Madrid o Barcelona. Claro que siempre hay excepciones, y de inmediato me vienen a la cabeza libros como Un beso en París, cuyo título lo dice todo; Bajo la misma estrella, donde Hazel y Gus, dos adolescentes enfermos de cáncer, viajan a Ámsterdam en busca del escritor favorito de la primera; o ya en el ámbito nacional, Lengua de gato, que tiene Estambul como escenario.
Aunque en mi opinión, el premio se lo lleva la trilogía Hija de humo y hueso, de Laini Taylor. Si en el primer libro la autora nos paseaba por las calles de Praga, en el segundo nos traslada a Marruecos, cuyos mercados ya habíamos visitado con Karou anteriormente. En concreto viajamos a un lugar que Karou describe a Zuzanna como “una tierra de polvo y estrellas”, donde, oculta en un castillo situado al sur del país, levanta un ejército de quimeras que sea capaz de hacer frente a los serafines. Y es que Días de sangre y resplandor (Alfaguara, 2013) versa sobre la guerra, una guerra larga y cruel que parece no tener fin. Atrás quedaron para Karou aquellos tiempos en los que su mayor preocupación era reconciliar las dos caras de su vida: la de estudiante y la de ayudante de Brimstone; ahora debe asumir la responsabilidad de mantener con vida a toda una raza que, además, no le tiene mucho aprecio debido a la traición que supuso que en su vida pasada como quimera se enamorara de un serafín.
Se trata también de una novela mucho más madura que su predecesora, lo que en este caso también implica menos romance. A algunos esto les defraudará, pero teniendo en cuenta las dimensiones de la traición de Akiva, alegra que la autora no haya tratado el problema con frivolidad. Aparte de eso, conocemos a nuevos personajes, mientras que viejos conocidos, como Zuzanna y Mike, siguen teniendo protagonismo. También visitaremos Eretz, un lugar tan mágico como la tierra que Laini Taylor nos describe: ya no sólo se trata de Praga o Marruecos, la mera mención de otros lugares como Hong-Kong o la ciudad de Samarkanda le otorga a la obra un sentido de globalidad pocas veces visto.