Hay cosas que parecen tan fáciles en Europa, mientras que acá nos cuestan tanto trabajo. Aunque el gobierno también tiene sus cosas (y la economía está en el piso), se pone las pilas en temas de salud... bueno, algunos grupos pero por lo menos tienen voto.
Me dieron clase algunos investigadores muy buenos que les hablaban del gobierno para pedirles opinión sobre asuntos de salud. Por ejemplo, tienen la ley de tener que anunciar en los alimentos cuando se usan productos genéticamente modificados. Razón por la cuál muy pocos los usan, les da miedo ponerlo en la etiqueta o algo así.
También se han negado a dejar poner en los paquetes de los productos afirmaciones como "con 15% menos azúcar" porque dicen, da mala información al consumidor y confunde (de mis favoritas). Actualmente solamente pueden anunciar algo cuando representa un 30% de cambio en el producto, pero están en pláticas sobre eso.
También estuve leyendo ayer en la revista científica de Inglaterra más respetada, Nature, un comentario que se llama "La verdad tóxica del azúcar" ("The toxic truth about sugar"), aunque los autores sean de la Universidad de California. Fuerte. Vean solamente la ilustración... que fue perturbadora para los recuerdos de mi niñez.
Hablan sobre cómo, por primera vez, la ONU declaró que hay más muertes por enfermedades crónicas (diabetes, cardiovasculares, cáncer) que por enfermedades infecciosas y que hay 30% más obesos en el mundo de lo que hay desnutridos. Las causas de estas enfermedades son el alcohol, el tabaco y la dieta pero nada más se tienen regulados el alcohol y el tabaco.
El consumo de azúcar se ha triplicado en los últimos 50 años y muchas personas consumen aprox. 500 kcal al día de azúcar. Dicen que "un poco no hace daño pero mucho mata... lentamente". Hablan del caso jarabe de maíz de alta fructosa y de la dependencia al azúcar.
Lo que proponen es que se ponga un impuesto a los azúcares, que se controle la distribución, que se ponga límite de edad para comprarla, que se prohiba en las escuelas y alrededores, que se requiera licencia para venderla, que se prohiban los comerciales en televisión sobre productos altos en azúcar, que se especifique en las etiquetas el azúcar añadido y que la fructosa añadida se quite de la lista de la FDA de productos seguros para consumir.
Fuerte, les dije. Yo creo que es como una negociación donde dices más de lo que puedes ganar para que te bajen. A final de cuentas, por más regulado que se tengan el alcohol y el tabaco, la gente sigue haciendo lo que se les da la gana y no creo que eso cambie con el azúcar.
Y para las personas a las que sí les interesa, con buenos hábitos, un poquito de azúcar toda purga endulzará.
Escrito por Fernanda Rodríguez del Peón