est qui nec ueteris pocula Massici
nec partem solido demere de die
spernit, nunc viridi membra sub arbuto
stratus, nunc ad aquae lene caput sacrae.
Los hay que no rechazan una copa de añejo Másico
ni robar una buena parte del día entero,
bien echándose cuan largos son a la sombra de un verde
arbusto, bien acercando con suavidad su cabeza a la fuente sagrada.
En Italia hay muchos bosques y fuentes sagradas. Desde que el mundo es literatura y se explica con palabras, el agua y la madera, la naturaleza, los bosques y las fuentes han formado parte del rito fundacional de cualquier civilización que se precie. Roma no iba a ser menos. Cuando Eneas llega al Lacio agua, madera, fuego y aire (espacio) son los elementos imprescindibles para sobrevivir y empezar a construir la idea de una nueva ciudad. Llevó a cuestas, claro, no sólo a su padre (literalmente), sino la leyenda de su madre, Afrodita/Venus (metafóricamente). Venus, nacida del Cielo, a quien el Tiempo cortó los cojones...que cayeron sobre el mar de Chipre a gran velocidad y provocaron una mezcla colosal de agua, semen y férvida espuma de la que nació la diosa del Amor. Desde siempre, pues, la civilización clásica, que es la que nos acaba salvando de todo (lo sepamos o no...), tiene muy en cuenta el paso del Tiempo, el Cielo, el Agua y el Amor. Con frecuencia, todos estos elementos se mezclan en las termas, en los baños romanos: una cultura que siente devoción por el elemento que les asegura la supervivencia, concreta ese sentimiento en el culto al agua.
¿A qué viene todo este rollo? Se preguntará el lector que haya llegado hasta aquí. Lo explico. Ramón Coalla tenía en la cabeza sacar un moscato d'Asti. Como uno de los mejores négociants de este país, Ramón tenía la inquietud de ofrecer uno de los vinos de verano por excelencia. Un vino que está sobre el 5% de alcohol, un vino hecho con moscato bianco, un vino de conversación agradable, de tardes pasadas al amparo de una buena sombra y escuchando el suave murmullo del agua (es decir, lo que nos cuenta Horacio en su primer poema), con un poco de azúcar residual y una mínima refermentación que produce ligero carbónico. Siempre he pensado que los buenos moscati d'Asti (como los brachetti d'Acqui: sus parientes tintos) no son vinos para postre, sino para aperitivo (cómo casan con unas buenas anchohas y pan con tomate...) o, más sencillamente, para estar y charlar a cualquier hora de la tarde o de la noche.
Sito Venere 2010 es todo esto. Habíamos pensado en otras palabras, pero el registro da para lo que da. Situs Veneris, Sito Venere, es el lugar en el que se complace Venus, allí donde se siente cómoda y en disposición de inspirar a quienes quieren escucharla. Puede ser cualquier lugar, pero las inscripciones latinas nos dicen que uno de sus preferidos, allí donde se sentía más cómoda, era el agua. Ya sabéis por qué...BALNEA VINA VENUS, dice un retazo de inscripción. "Baños, vinos, amor". La fórmula es mágica y este vino le rinde homenaje porque nace en una zona del Piemonte (entre Asti i Acqui Terme) que rinde culto al agua (en forma de termas) desde hace más de dos mil años. Y es un vino que se bebe como el agua, un vino que seduce y enamora, un vino de 5,5% que hay que tomar sobre los 10ºC. Aroma de pera limonera, manantial puro de montaña, jazmín, agua de rosas, pétalos secos y moscatel maduro, lima-limón. Frescor, fragor, descaro contenido. Es el vino que hay que tomar tras el baño vespertino, dulce estar recostado al fresco de una buena sombra, escuchando el murmullo del agua, espíritus libres, cuerpos atentos a la llamada de la diosa. Venus no suele fallar a la cita...