Cuando un colectivo artístico ha logrado un discurso coherente en cuanto a su obra y lo que con ella quieren plantear o exponer, no es impre
scindible aclarar, como en las tradicionales entrevistas o notas, quién dice qué cuándo. Y como este es el caso de una asociación creativa que parte de una visión compartida del mundo, bastará decir que en esta conversación interactuamos con Manolo Castro, Julio y Alberto Lorente. Una vez que se traspasa el lobby de la Facultad de Música de la Universidad de las Artes (ISA) aromas de inciensos alertan de que algo fuera de lo habitual ocurre. Y sin dudas es así: el cadáver de Osama Bin Laden sorprenderá a cualquier estudiante o profesor que vaya camino a clases. Pero no hay que alarmarse demasiado: se trata de una obra de arte. Y si al menos llamó su atención va cumpliendo sus objetivos. Comienza entonces este diálogo con los creadores.
“Nos proponemos en todas nuestras piezas recrear lo que Umberto Eco llamó efecto poético, o sea, que se genere un efecto que no tenga ningún tipo de definición posible. En ese sentido tratamos de hacer las cosas del modo más orgánico, del modo más abierto y universal.
“Uno de los ejes fundamentales de nuestra obra es desdibujar los límites entre nuestra propuesta y el entorno en que se inserta… lograr que la pieza se cuele como un troyano en los medios de comunicación, que no se pueda distinguir lo que es realidad y lo que es ficción”.
¿Qué pueden contarnos de esta obra?
“Lo que presentamos quiere generar todo tipo de expectativas sobre lo que está pasando alrededor de la figura de Bin Laden, la más mediatizada del mundo contemporáneo, y cuestionar lo que puede haber de falso en su desaparición”.
¿Cómo dialoga esta pieza con algunas de sus anteriores propuestas?
“Anteriormente presentamos en la pasada Bienal una escultura que hacía referencia a un encuentro entre Fidel Castro y José Martí. Esta obra partió de la misma intencionalidad de generar misterio, zonas indescifrables y dio comienzo a nuestra estrategia de utilizar el hiperrealismo como medio para establecer nuestro discurso artístico. Siempre trabajamos con temas candentes en el mundo de hoy, que puedan resultar atractivos al mayor público posible”.
¿Qué técnicas utilizan en estos trabajos?
“Apelamos a un hiperrealismo a través del tratamiento de la cera policromada, vamos modelando la pieza hasta lograr una similitud extrema con la realidad. La anterior la hicimos con resina, pero nos gusta más el resultado que logramos en esta ocasión. La inserción de cabellos en las manos llama mucho la atención de la gente. La idea es buscar impacto en los públicos, que logre borrar fronteras entre la realidad y la pieza”.
¿Cómo interactúan los públicos con sus piezas?
“La reacción de la gente ha sido maravillosa”.
¿Cómo funcionan las dinámicas creativas entre ustedes a la hora de concebir una obra?
“Trabajamos como cualquier grupo: comenzamos a generar ideas, a echarlas en el caldero y escoger los ingredientes, para decirlo en buen cubano, y luego sale un plato al gusto de los tres, que tenemos concepciones similares en cuanto a lo que es el arte. Todo parte de una visión y una percepción del mundo, y en este momento nace nuestro bebé”.