El post de hoy creo será muy útil para quienes se dedican a la redacción en general y a la gastroredacción en particular, aunque si no os dedicáis igual os servirá para aclarar dudas.
Primero contaros que soy una enamorada de las palabras. Me fascina conocer significados, usos, ¡etimologías! (algunas son superinteresantes, aprovecho este segundo para darme autobombo y mostraros este post que una vez escribí sobre el origen de la palabra siniestro), el idioma como herramienta de comunicación me parece un tema apasionante, quizás de ahí mi amor por la escritura. Os cuento todo esto para explicar que estoy suscrita al boletín diario de Fundeu, la institución patrocinada por la agencia EFE y el BBVA y que asesora la RAE, encargada de impulsar el buen uso del español como idioma. Si os gusta el tema, os recomiendo que os suscribáis, es gratuito.
El caso es que recibo desde hace bastante tiempo un post diario en el que corrigen términos y/o recomiendan algún dato lingüístico basándose en las noticias que van saliendo en los medios de comunicación. Como voy guardándome estos correos, he hecho una recopilación de los consejos que me han llegado de palabras relacionadas con la gastronomía… Sobre ello hablo en esta entrada. Os muestro a continuación algunas acepciones que han ido surgiendo en el mundo culinario o sus aledaños y el buen uso a la hora de escribir que debemos hacer de ellas…
La primera es un término que se ha puesto de moda en los últimos años tanto en la restauración como en la gastronomía en general, y que antes solo tenía una aplicación. Se trata de añadir el prefijo gastro en ciertos sustantivos. Términos como gastrobar, gastroteca, gastrofestival, gastroguía (¡gastroredactora!) ya forman parte del lenguaje común de los aficionados a las artes culinarias y son palabras bien formadas al juntarse sin necesidad de guión, cursiva o algún símbolo, puesto que la Real Academia Española señala que cualquier prefijo se escribe unido a la palabra que acompaña, salvo algunas excepciones (ver aquí dichos casos). “Gastro” no entra en este grupo, así que a la hora de emplearla se redacta todo junto. Como señalé antes, hasta que surgió esta forma, solo se usaba en temas relacionados con el estómago: gastritis, gastrointestinal.
Patanegra. Esta palabra deriva de la expresión “de pata negra”, referida a los jamones que literalmente presentan la pezuña del cerdo de color oscuro. Este es un producto de mucha calidad por la crianza que le han dado al animal y todo el proceso de curación de las piezas. Por esta razón en España el término se ha extendido en el lenguaje y se ha convertido en un sinónimo de excelencia, patanegra es también “la persona o cosa de grandes cualidades o que representa los valores más característicos de un grupo u organización”, y en estos casos, el término se escribe como una sola palabra, tanto si se usa como sustantivo que como adjetivo; además, no tiene diferencia de género -un patanegra o una patanegra- y su plural es regular: patanegras. Un ejemplo sería ”este blog es un patanegra ;)”.
Si vamos a escribir sobre un producto que sea “sin algo” en un texto profesional lo conveniente es especificar a qué nos referimos y redactarlo de forma normal sin ninguna señal adicional (sin cafeína, sin alcohol, sin calorías). No obstante, cuando se añade a “nombres de algunos productos en los que se deja sobrentendido aquello que supuestamente no tienen, principalmente alcohol, cafeína, calorías y aditivos”, la preposición sin debe escribirse entrecomillada, por ejemplo, cerveza “sin” (sin alcohol).
La razón se debe a que este uso no forma parte de la lengua general sino que proviene de una táctica publicitaria para ciertos productos como la cerveza “sin” antes citada (sin alcohol), los refrescos “sin” (sin cafeína) o productos “sin” (sin calorías). En casos como estos a la hora de referirnos a ellos, lo aconsejable es escribirlos con comillas o en cursiva. Y si los mencionamos en plural, la preposición no cambia: cervezas “sin”, refrescos sin.
Por último, un sustantivo muy conocido en España por su extendido empleo en el lenguaje cotidiano: táper, referido a los recipientes de plástico que se usan en cualquier casa para guardar comida u otros elementos, y que en su día popularizó la empresa Tupperware; de ahí que el nombre de su fabricante se extendiera acortado a sus productos, tupper, y su castellanización sea táper (en plural táperes). Es tan común el uso de esta palabra, que al escribirla con su adaptación al español no hay necesidad de entrecomillarla o ponerla en cursiva.
Para terminar un poco de humor cruel, no tiene nada que ver con redacción gastronómica pero me pareció bueno el chiste y por eso lo comparto con vosotros, es de dosisdiarias.com
Y vosotros, ¿conocéis otras palabras relacionadas con gastronomía y/o restauración que tenga alguna particularidad a la hora de escribir? ¡Podéis comentar!
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