Revista Arte

Sobre la actitud… sobre la meditación…

Por Eltallerdelaeam @elTallerdelaeaM

Sobre la actitud… sobre la meditación…Aquí os dejo este maravilloso fragmento de Momo (de Michael Ende), que usábamos en aquel inicio del grupo de meditación del Taller de la eaM como referencia sobre cómo… de qué forma… bueno… de eso que llamamos “actitud“, y que en verdad no es una actitud, sino otra cosa (¿tal vez un lugar?), de la que todos tenemos experiencia, aunque a veces no nos acordemos. De vez en cuando nos tropezamos con alguien que nos recuerda “ese lugar”. Alguien que está allá más a menudo… y nos habla, y nos cuenta, y nos mira… desde ahí. En agradecimiento a esas personas que se cruzan en el camino y nos ponen otra vez en sitio… Ahí va:

A Beppo el barrendero le gustaban estas horas antes del amanecer, cuando la ciudad todavía dormía. Le gustaba su trabajo y lo hacía bien. Sabía que era un trabajo muy necesario.

Cuando barría las calles, lo hacía despaciosamente, pero con constancia; a cada paso una inspiración y a cada inspiración una barrida. Paso – inspiración – barrida. Paso – inspiración – barrida. De vez en cuando, se paraba un momento y miraba pensativamente ante sí. Después proseguía paso – inspiración – barrida.

Mientras se iba moviendo, con la calle sucia ante sí y la limpia detrás, se le ocurrían pensamientos. Pero eran pensamientos sin palabras, pensamientos tan difíciles de comunicar como un olor del que uno a duras penas se acuerda, o como un color que se ha soñado. Después del trabajo, cuando se sentaba con Momo, le explicaba sus pensamientos. Y como ella le escuchaba a su modo, tan peculiar, su lengua se soltaba y hallaba las palabras adecuadas.

- Ves, Momo – le decía, por ejemplo -, las cosas son así: a veces tienes ante ti una calle larguísima. Te parece tan terriblemente larga, que nunca crees que podrás acabarla.

Miró un rato en silencio a su alrededor; entonces siguió:

- Y entonces te empiezas a dar prisa, cada vez más prisa. Cada vez que levantas la vista, ves que la calle no se hace más corta. Y te esfuerzas más todavía, empiezas a tener miedo, al final estás sin aliento. Y la calle sigue estando por delante. Así no se debe hacer.

Pensó durante un rato. Entonces siguió hablando:

- Nunca se ha de pensar en toda la calle de una vez, ¿entiendes? Sólo hay que pensar en el paso siguiente, en la inspiración siguiente, en la siguiente barrida. Nunca nada más que en el siguiente.

Volvió a callar y reflexionar, antes de añadir:

- Entonces es divertido; eso es importante, porque entonces se hace bien la tarea. Y así ha de ser.

Después de una nueva y larga interrupción, siguió:

- De repente se da uno cuenta de que, paso a paso, se ha barrido toda la calle. Uno no se da cuenta cómo ha sido, y no se está sin aliento.

Asintió en silencio y dijo, poniendo el punto final:

- Eso es importante.

Otra vez se sentó al lado de Momo, callado y ella vio que estaba pensando y que quería decir algo muy especial. De repente, él la miró a los ojos y le dijo:

- Nos he reconocido.

Pasó mucho rato antes de que continuara con voz baja:

- Eso ocurre, a veces… a mediodía…, cuando todo duerme en el calor… el mundo se vuelve transparente… como un río, ¿entiendes?… Se puede ver el fondo.

Asintió y calló un rato, para decir en voz más baja:

- Hay allí otros tiempos, allí al fondo.

Michael Ende. Momo.


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