Revista Cultura y Ocio
No se engañen. Aquí sólo vale la opinión que quieren que valga. ¿Quiénes? Los que están bien apoltrados en sus aposentos y tálamos. Los que desde una atalaya observan el mundo ajeno a todo en sus acomodadas vidas en las que eso de trabajar es un pecado porque ellos tienen ocupaciones, y no trabajos, de los más variopintos. Nadie dice que nadie se merezca lo que tiene o lo que no tiene, el azar nos puso en un sitio y de uno y el azar depende el resto. "Los ricos y los orondos sociales también lloran", pero no sé con qué tipo de lágrimas. La libertad de expresión es una mera línea de agua en un mar embravecido que apenas se ve. La libertad de expresión termina cuando a alguien de postín y peluquín le ofende. La libertad de expresión es una farsa social. Y la libertad de expresión es la que quieren que valga. Yo puedo insultar, pero "tú" si lo haces, me insultas y tienes que pagar. Una opinión de un periodista es libertad de expresión como la de un inútil político, pero el paisano de a pie, no tiene opinión sino "dice estupideces" y su libertad de expresión es una ofensa para el sistema. Siempre he creído que la libertad de expresión es "echarse flores" y si ofendes mejor, más vende. Internet ha tenido que dolerles. Y una tirita de miserables mentiras y actuaciones ya no valen para engatuzar al gato mientras el ratón se come el queso.