El vídeo que he seleccionado esta semana es un relato de amor contado sólo con imágenes. Sobran las palabras, porque los gestos y las miradas lo dicen todo.
Empieza con un encuentro, una sonrisa, un breve saludo. Y la historia arranca, casi sin darnos cuenta. Una historia entre un atractivo fotógrafo y una joven y tímida peluquera. Todo muy normal, muy cotidiano, y hasta casi previsible. Pero es la narración tan sutil, tan redonda en los detalles, lo que la hace sublime.
Hay paralelismos muy logrados. Como el fotógrafo, experto en “ver” los instantes mágicos de la vida, que se vuelve “ciego” para los gestos que ella espera: no valora, por ejemplo, que la chica quiera compartir el paraguas en vez de que cada uno pasee con el suyo bajo la lluvia. Y al revés: ella, que es la primera en ver el afecto que surge entre ambos, se vuelve finalmente ciega por la intensidad de ese amor… Cruel ironía del destino.
La metáfora de la ceguera “ilumina” toda la historia de principio a fin. Casi al comienzo, en la escena en que ella le lava el pelo, la joven arroja sin querer un poco de jabón sobre los ojos del fotógrafo, y eso le provoca un fuerte escozor. Más adelante, en el estudio de fotografía, ella deja caer desde lo alto un líquido que marcará trágicamente sus destinos. Previamente, hemos visto caer la lluvia durante su primera cita, anticipando la amenaza que sobre ellos se cierne.
Pero son muchas más las metáforas que realzan esta historia de “visión” y “no visión”. Como la constante presencia de la cámara fotográfica, que capta lo exterior, pero nunca lo interior de las personas. O esa fotografía casual, en su primer encuentro en el parque, que acabará siendo la imagen que le haga triunfar como fotógrafo. O ese rostro de la chica que se vuelve hacia la cámara, como interpelándonos a cada uno de nosotros. O esos dos recién operados, que no se ven, que no se encuentran…
Una historia hermosa… salvo el desenlace, que nos deja con un terrible amargor. Todos hubiéramos deseado que acabara de otro modo: “Yo te cuidaré, pase lo que pase, por todo lo que me has dado…”. Eso debería haberle dicho ella. Pero así son muchas de las historias orientales: tienen una fuerte querencia por la tragedia. Con todo, es hermoso el amor que aquí se cuenta. Y con él podemos quedarnos…