Los niños son un encanto. Siempre. Porque dicen lo que piensan, y porque sienten lo que dicen. Son sinceros, afectuosos, nobles. No hay simulación en ellos... (¿Oh tal vez sí?)
Este anuncio es un pequeño homenaje a su sinceridad, a los buenos deseos que guardan en sus corazones, y al afecto que sienten hacia sus madres. Quieren jugar, aprender, experimentar el mundo. Y eso puede exigir esfuerzo, constancia... incluso rebajarse hasta el barro. Pero saben que el fruto llega, que serán mejores, que el trabajo ilusionado siempre merece la pena.
Hay un doble juego en este anuncio, como en el que os puse en otro spot semejante: "The Force", la propuesta del Volkswagen Passat en 2011. En aquel se mezclaba el humor y el sentido de familia, la sencillez del niño y la comprensión del padre. También aquí se aprecia esa doble cara: la historia bascula de la sinceridad al engaño, de la ternura al humor. Pero no olvida la genuina rectitud que anida en el alma del niño. Y esto, aunque sus trastadas alguna vez disgusten a las madres...
Bien mirado, la última exclamación de todos esos niños no es más que la más sincera manifestación de lo que piensan y de lo que sienten. Un aplauso para la publicidad argentina.