Fiel a la temática y al espíritu aventurero que caracteriza al cine de Steven Spielberg, J.J.Abrams nos ha regalado “Super 8”, con toda la trepidación, sentimiento, emoción y algún que otro guiño cinéfilo a las películas de terror y catástrofes. De fondo, el miedo como generador de violencia y el amor como vehículo para resolver los conflictos, aquí desde la vertiente del perdón y del sacrificio. En la primera secuencia, vemos la herida abierta que sufre el pequeño Joe tras la muerte de su madre y la distancia que se ha creadado respecto a su padre… a la vez que se siente atraído por Alice, un amor prohibido por “cuestiones de familia”. Lo extraordinario llega enseguida, con un nuevo E.T. y con un ejército en orden de batalla que se mueve con intenciones oscuras y métodos cuestionables. Abrams también nos ofrece una vertiente meta-cinematográfica, donde la vida vuelve a presentarse como algo más rico que la ficción hasta llegar a alimentarla, a pesar de la ya poderosa imaginación que demuestran esos niños que juegan a ser directores de cine.
El dúo Spielberg-Abrams construye una historia con dos mundos superpuestos que amenazan con no llegar a conciliarse nunca, el de los adultos y el de los niños. Mientras que los mayores se debaten entre asuntos de vida y muerte en la lucha con las misteriosas fuerzas que les visitan, para los más pequeños todo se reduce a ser considerados en la película que protagonizan y en lograr presentarla en el concurso, o a lo sumo en conseguir una sonrisa de ese primer amor. Son dos esferas en apariencia irreconciliables pero que participan de una misma herida, la de una familia rota por la muerte o por la infidelidad. Es patente el deseo –y la preocupación constante de Spielberg en su cine– de ofrecer la familia como lugar para la reconstrucción de una sociedad amenazada por elementos extraños o interiores (el mal acecha desde cualquier esquina o se incuba también en el interior, viene a decirnos), y para eso debe imperar el perdón y la capacidad de sacrificio en las relaciones.
La escena final es esencial para poner la guinda a esta entretenida película llena de valores, pues Joe siente cómo las circunstancias le reclaman un último acto de heroísmo para su total regeneración y la de su familia. El extraterrestre necesita una prueba más de esos sentimientos positivos en favor de la vida que ha apreciado en los ojos del niño cuando se disponía a sacrificarlo (imposible olvidarse de King Kong que claudica ante la belleza), y por eso le exige la entrega de lo que es más precioso para él: el recuerdo de su madre, el medallón, que se había levantado como obstáculo para mantener unida la familia en torno a su padre. Es asimismo la pieza que faltaba a la nave espacial para poder volver “a casa” (resuenan los ecos de “E.T. El Extraterrestre”) y formar un hogar. Entonces, fruto de su generosidad y madurez, Joe está ya en condiciones de crear una familia duradera… con Alice por ejemplo, porque ha aprendido a tomar iniciativas con audacia y arrojo (tanto que resulta irreconocible para sus vecinos), porque conoce el valor del sacrificio y el perdón.
&En las imágenes: Fotogramas de “Super 8″, película distribuida en España por Paramount Pictures Spain © 2011 Amblin Entertainment, Bad Robot y Paramount Pictures. Todos los derechos reservados.
Publicado el 5 Septiembre, 2011 | Categoría: 7/10, Año 2011, Ciencia-ficción, Hollywood, Opinión
Etiquetas:adolescencia, E.T. El extraterrestre, familia, J.J.Abrams, muerte, Steven Spielberg, Super 8