“El camino del exceso conduce al palacio de la sabiduría”. La célebre cita de William Blake es quizá una de las más recurrentes a la hora de justificar los posicionamientos más variopintos, y aunque es evidente que no acabo de estar de acuerdo con ella (en realidad, creo que en la mayoría de los casos el camino del exceso no hace otra cosa que no sea dar vueltas en círculo), me viene como anillo al dedo para referirme al francés Anthony Gonzalez, conocido con toda seguridad por los lectores de este blog bajo su alias artístico: M83.
Nos ahorraremos las presentaciones, por tanto: nunca como ahora ha sido tan conocido el proyecto musical de Gonzalez , a raíz sobre todo del éxito desmedido de “Hurry Up, We’re Dreaming“, su álbum doble de 2011. Que la todopoderosa Pitchfork eligiera “Midnight City” como la mejor canción publicada en el mundo en aquel año (también situaban el disco en el top3 de su ranking de discos ) ayudaría mucho, supongo, pero por aquí también llovieron los parabienes: aquel mismo tema ocupaba el puesto más alto en la selección anual de canciones internacionales de la revista Rockdelux. De modo que tampoco vamos a dedicar mucho tiempo a hablar del artista: en apenas 13 años, el hombre ha pasado de ser adorado por el público indie a componer fastuosos scores para taquillazos hollywoodienses, así que si no habéis oído hablar de él, es porque no habéis querido.
El caso es que con esta historia de M83 tengo una extraña relación de amor-odio. Por un lado, no puedo evitar que me incomode la grandilocuencia de unas canciones nacidas para apabullar al personal, con el más-es-más como punto de partida y el subidón por filosofía. El adjetivo épico se queda algo justito para definir el exhibicionismo sonoro de unas sinfonías de synth-rock que piden a gritos un tratamiento visual digno de un Jean Michel Jarre (de quien Gonzalez ya se ha confesado admirador) con un presupuesto ilimitado, pero tras la sobrecogedora escucha, me queda una rara sensación de haber escuchado muchas más notas musicales que nuevas ideas: la proporción entre unas y otras se me antoja algo corta. ¿Me equivocaré (seguro que sí, como futurólogo no doy una) si digo que no me parece que la de M83 sea una propuesta con un recorrido muy largo? Que se entienda bien: son ya trece años de carrera con ese alias, y vamos por el (incluyo la última banda sonora para la peli esa de su hermano) el séptimo álbum, pero no puedo evitar que me asalte la sensación de que la idea ya ha dado de sí todo lo que podía, y que del futuro sólo cabe esperar una cierta redundancia.
Dicho lo cual, supongo que puede deducirse que ni “Hurry Up, We’re Dreaming” se convirtió en mi favorito de la discografía de M83, ni participé del entusiasmo exacerbado originado por su principal sencillo. Que sí, que lo tengo en casa, y que su escucha tiene una extraordinaria capacidad para provocar imágenes, pero nada de lo anterior consigue alejar la sensación de déjà vu. Me quedo -de largo- con sus dos trabajos anteriores, “Saturdays = Youth” -quizá no tan redondo, pero diantre, es el disco de “Kim & Jessie“, la que considero cumbre creativa del francés- y este disco sobre el que tengo intención de escribir hoy.
Veamos: “Before The Dawn Heals Us“, es desde luego, un artefacto de título tan grandilocuente como la música que contiene. Como he comentado en los párrafos anteriors, es un disco de esos ante los cuales la catarsis no es una opción, simplemente porque es la única de las posibilidades ofertadas. Pero es que en verdad SÍ QUE ES excitante, caray: los sentidos se ven aturdidos por las muchas capas que dejan entrever los temas, y las sensaciones se disparan conduciéndote en un viaje profundamente cinematográfico que lo mismo bordea la histeria, que te conduce a la euforia o se instala en (todavía me sigue impresionando “Car Chase Terror“) la angustia. Las vistas urbanas que se dejan ver desde su portada son, por decirlo de algún modo, las mismas que contempla el personaje de Edward Norton en “El Club De La Lucha” antes del colapso definitivo: en un mundo sediendo de emociones, incluso aquellas que son hostiles a nosotros nos complacen en la medida en que nos hacen sentir vivos. Y eso es lo que hace justamente este disco: sacudirte con riffs gloriosos, fuegos artificiales (literalmente: están en “Safe“), sintetizadores shoegaze (imaginad un cruce entre Vangelis y My Bloody Valentine y lo tendréis) y coros stadium-size. Las voces que escuchamos, en realidad, no hacen sino recitar versos en los que el significado es lo de menos, porque lo importante es su contribución sonora al fascinante escenario de esa fantasía distópica. Quizás más cerca de la ciencia ficción que de algo en lo que podamos creer, pero sorprendemente sólido en la construcción de una mentira fascinante.
“Teen Angst” se apunta, como el título deja ver claramente, a la sublimación del drama. El tema fue publicado como sencillo evidente del álbum, y como no podría ser de otra manera, justifica él solito todo lo escrito en los párrafos anteriores. Perfecta para esos días en los que uno lo que necesita no es la áspera honestidad, sino sentir el ventilador de emociones a plena potencia en la cara; inmejorable cuando nuestro nivel de exigencia (ojo: no es una crítica) es de la de un adolescente ansioso por entrar en la sala de cine a ver los mejores efectos especiales jamás vistos. Y como me imagino que no tenéis un buen equipo de rayos láser o luces estroboscópicas en casa, probad simplemente a subir el volumen antes de iniciar la reproducción. Al máximo, claro.
“How fast we burn!
How fast we cry!
The more we learn,
The more we die!
The more we learn,
The more we cry!
How fast we burn!
How fast we die!
I hear the planet crying now
I hear the planet crying now“
Publicado en: Greatest HitsEtiquetado: 2005, Before The Dawn Heals Us, Jean-Michel Jarre, M83, Mute, Shoegaze, Synth-RockEnlace permanente2 comentarios