Revista Vino
Qué mas da la DO o la DOQ: garnachas de altura en los viñedos sobre Escaladei, en las estribaciones ya occidentales de la Serra Major, entre 700 y 800 msnm. Suelos de arcilla roja y cantos rodados, suelos muy viejos del Montsant, los que proceden de lo más profundo del mar. Altura, frescura, temperatura, raíces. No todas las grandes garnachas tienen por qué dar cosas hermosas en las mismas condiciones, cierto, pero éstas de la parte alta de Escaladei tienen algo especial...Masdeu, L'Espectacle, Les Manyes... Como explicaba en las Horas de la Primavera Sara Pérez, la garnacha de esta zona (y, por supuesto, algunas otras como su Escurçons), tienen una "naturaleza expansiva, amable, llena de matices, aérea y poderosa". Les Manyes 2011 es un vino que empieza así: con fruta, mucha fruta, expansiva, aérea, parece que un globo de esa fruta roja y oscura esté elevándose por momentos ante tu paladar. Amplitud y seriedad en boca. Tanino jugoso y rústico a la vez, algo cuadrado. Sin florituras y con empaque. Mirto. Humedad al amanecer en la altura del Priorat. Frescura sin límites.
Al mismo tiempo, profundidad de sabores. Pastel de cerezas. Compota de ciruelas. Pimienta roja. Buqué garni: laurel y tomillo sobre todo. Con las horas, orégano: el monte bajo cercano a los viñedos se hace presente en la copa. Se me antoja un buen fricandó de llata de ternera con llenegas negras. La melosidad de la seta, la delicadeza de la carne, la fruta y la frescura de Les Manyes…Es un vino más ancho que afilado, más amplio que recto, invade con suavidad el paladar en toda su amplitud. Arcilla fresca antes de empezar a amasarla con tus manos de niño. Tinta china azul. Brezo. Con las horas, el tanino se vuelve más oscuro, más serio y rústico. Con los días (sí, lo confieso...a pesar de todo, quise conservar la botella un par de días), el vino se alarga, gana en esbeltez y ligereza, aunque mantiene su seriedad y empaque. Este es un vino para grandes platos de caza: sangre y menudillos, bosque y frío. Invierno y aves de paso. Un arroz de becada me viene de nuevo a la cabeza. O una liebre cómo sea. Este vino me recuerda el placer, antiguo, del trago largo y fresco del Priorat que salía de los pellejos de cuero que llevábamos en las excursiones. Esfuerzo. Trabajo. Placer de otros tiempos. Vino de siempre. Mediterráneo en estado puro… Felicidad del banquete homérico tras la larga y dura travesía.
Mares y océanos de dos continentes, en apariencia ajenos y lejanos, se reúnen en este vino. Bajo la majestad del Montsant y con la serenidad del monte Fuji. La intensidad, la belleza, la frescura escondida de las calas bajo los pinos del Mediterráneo que, por azares de la historia no escrita, se han convertido en monte alto, se reúnen con la fragancia, serenidad y, también, belleza e intensidad del jardín de cerezos en flor. Así veo y bebo Les Manyes 2011 ahora mismo. Así lo siento.