Richard Kelly vuelve a la actualidad cinematográfica con The Box, su tercera película tras el sonado fracaso de Southland Tales y la obra de culto Donnie Darko. The Box nos sitúa en 1976 con una premisa tan sugerente como sencilla: un matrimonio recibe de un desconocido una caja, ésta contiene un dispositivo con un botón que pueden – o no – pulsar. Si pulsan el botón recibirán un millón de dólares, a cambio, una persona anónima en cualquier parte del mundo, morirá. Y sólo tienen 24 horas para aceptar o rechazar la oferta.
Lo dicho, un planteamiento prometedor que se basa “Botón, botón”, relato corto de Richard Matheson. El problema está en que es una propuesta con poco recorrido, presentado el dilema y su resolución, todo lo demás carece del gancho suficiente para sostener un film de 110 minutos.Y es que, ante la dificultad que plantea adaptar un relato de tan sólo 6 páginas, Richard Kelly ha tenido que engordar la idea con retazos de thriller de conspiraciones, mucho simbolismo, dobles lecturas y mensaje trascendente y todo ello envuelto en un aura de ciencia ficción. En este sentido, The Box recuerda mucho a las historias narradas en series como Los límites de la realidad o Más allá del límite.
Tras el varapalo que se llevó el director con Southland Tales, parece haber recurrido a las maneras apuntadas por su ópera prima (Donnie Darko) y recoger parte de su esencia. O al menos ésta es la sensación que le llega a uno que conozca y haya disfrutado de su primera cinta. Y la desilusión no puede ser mayor. Se percibe el intento, pero todo el mundo sabe que las comparaciones son odiosas… e inevitables… toda esa paranoia, ese rompecabezas que convirtió a Donnie Darko en un clásico de culto, aquí se queda a medio camino de todo. Tal vez porque se ha querido dar una profundidad y una complejidad a unos planteamientos que son tan simples y están tan claros de por sí que no tienen vuelta de hoja.
Por ello, The Box resulta algo desconcertante y con muchos altibajos de interés.
Otro de los aspectos negativos que se le pueden achacar a la cinta es su elección de actores. No todos claro. Frank Langella por ejemplo, hace un trabajo estupendo, logrando trasmitir un halo de temor y misterio al tiempo de una gran cercanía hacia su personaje. Por el contrario, el matrimonio protagonista: Michael Marsden y Cameron Díaz, sin dejar de ofrecer unas actuaciones bastante correctas son una pareja que no funciona en pantalla. A medida que va avanzando la película uno se va creyendo más su relación (las casi dos horas de metraje ayudan a ello), pero el choque inicial se va arrastrando durante más de lo recomendable. Lo que sí es de envidiar es la ambientación y lo trabajado del contexto y la atmósfera del film. Es todo un acierto ambientar la historia en la década de los 70 que, vista desde una perspectiva más contemporánea, es más ingenua; donde tendría cabida sin mayores dificultades que por pulsar un botón se consiguiera un millón de dólares y alguien pudiese morir simultáneamente. Vienen a la mente las historias de La Dimensión Desconocida o Creepshow y un agradable aroma a la clásica serie B.
Para hacerla más verosímil, Richard Kelly, introduce la trama en pleno apogeo investigador de la NASA, con el programa Viking que mandó los primeros “robots” para investigar la superficie de Marte. Contexto científico para una historia fantástica que tiene unas intenciones de reflexión poco afortunadas o mal planteadas.
Pero, en favor de las presumibles pretensiones del realizador, al concluir el visionado del film hay dos preguntas que se plantean casi obligatoriamente: ¿Y sí…? o ¿qué haría yo en su lugar?
En conclusión, The Box nos ofrece una premisa muy interesante pero con un desarrollo algo errático y falto de ritmo. Entretenida en muchos momentos, pero con otros sin mayor interés. Cinta curiosa que a los nostálgicos de las series clásicas de ciencia ficción dejará con un buen sabor de boca.