Después de que una cruel broma sale mal, Cropsy (Lou David), el malogrado cuidador de un campamento, decide vengarse de quienes él considera como los responsables de las múltiples quemaduras que ha sufrido su cuerpo. ¿Podrá un pequeño grupo de campistas escapar de este demente antes de que los asesine a todos?
Buscando sacar provecho de la creciente fiebre por los slasher films, la productora Miramax, en aquel entonces dirigida por Harvey Weinstein, se apresuró a realizar su aporte al subgénero. Bob Weinstein en compañía de Tony Maylam y Brad Grey, serían los encargados de escribir el guión del proyecto que tendría un presupuesto de 1.500.000 dólares. Para realizar los efectos especiales, Weinstein contrató al afamado Tom Savini, quien rechazó un trabajo en la cinta “Friday the 13th Part 2” (1981) para poder trabajar en “The Burning”. Lamentablemente para Savini, el productor le dio muy poco tiempo para diseñar algunos de los efectos especiales y el maquillaje del asesino de turno. De hecho, el mismo Savini declaró en una ocasión que sólo contó con tres días para diseñar el rostro desfigurado de Cropsy, razón por la cual el asesino no tiene la apariencia de una víctima de quemaduras, sino que más bien su rostro parece haberse derretido como si hubiese estado hecho de cera. Como muchos de los slasher realizados durante la década de los ochenta, “The Burning” toma prestado bastantes elementos de “Friday the 13th” (1980) con distintos resultados.
La premisa de la cinta consiste en que un grupo de adolescentes deciden realizarle una broma a Cropsy, el abusivo y alcohólico conserje del campamento al que ellos asisten. Mientras Cropsy se encuentra durmiendo en su cabaña, los adolescentes plantan un cráneo falso repleto de gusanos, el cual tiene un par de velas en su interior. Para su desgracia, su broma funciona demasiado bien por lo que cuando el conserje despierta, este empuja el cráneo hacia su cama prendiéndole fuego a las sábanas y posteriormente a la totalidad de su cuerpo. Luego de pasar cinco años hospitalizado intentando recuperarse sin éxito de las graves quemaduras que ha sufrido su cuerpo, un mentalmente inestable Cropsy se dirige al lugar donde estaba ubicado el campamento en el que trabajaba, para vengarse de un grupo de molestos adolescentes. Para establecer desde un principio el delicado estado mental del asesino, una vez que es dado de alta del hospital, este se dirige directamente a asesinar a una prostituta. Tras dicha escena, la cual es bastante explícita y que pone en evidencia la obsesión del asesino con las tijeras, pasaran alrededor de 30 minutos antes de que ocurra un nuevo asesinato.
Ya cuando la acción se traslada al campamento todo se vuelve bastante genérico. Como suele suceder en este tipo de films, la gran mayoría de los adolescentes que asisten al campamento solo piensan en sexo (razón por la cual en más de una ocasión se señaló que los slashers son cintas con un retorcido trasfondo moral, donde se castiga a los jóvenes que exhiben “malas conductas”) y en como molestar a Alfred (Brian Backer), un joven algo extraño el cual parece obsesionado con una de las muchachas. Por una razón que no se entiende demasiado, es Alfred quien ocupa un rol protagónico en la historia, lo cual dista de ser un punto a favor para la cinta, ya que dicho personaje es fácilmente uno de los más molestos del film, por lo que uno termina deseando que el asesino acabe pronto con su miseria. En ese sentido, probablemente los únicos dos personajes con los que el espectador logra empatizar en algún grado son Todd (Brian Matthews) y Michelle (Leah Ayres), quienes trabajan como consejeros del campamento Stonewater, y que eventualmente tendrán que enfrentar al en apariencia imparable e omnipresente asesino.
Por otro lado, el director utiliza bastante el “punto de vista del asesino” para aumentar la tensión de ciertas escenas (técnica bastante utilizada en los slashers). Y es que la cinta está plagada de clichés, presentando muy pocos elementos que escapan a las convenciones del subgénero. Además de las características ya mencionadas, nos encontramos con el típico asesino que tiene una fuerza sobrehumana pese a lo dañado que se encuentra su cuerpo, con un par de escenas de desnudo tanto parciales como totales, y con un asesino que exhibe una marcada inclinación por las armas blancas (en este caso una tijera de jardinería), entre otras cosas. Una de las pocas "propuestas originales" que presenta “The Burning”, le trajo una serie de problemas a la producción con los organismos de censura debido a su alto grado de violencia. Dicha “variante” es la famosa escena de la balsa, donde Cropsy a pleno día asesina a cinco jóvenes de manera sucesiva y violenta. Y es que curiosamente gran parte de los asesinatos ocurren a plena luz del día (aunque la verdad es que algunas escenas de asesinato son “víctimas” de un par de errores de continuidad, ya que supuestamente la acción está ocurriendo de noche). Afortunadamente, las escenas de violencia están bien orquestadas y cuentan con los estupendos efectos de Tom Savini, por lo que logran impactar al espectador pese a que el ambiente en el que se desarrollan no sea del todo escalofriante.
En el ámbito de las actuaciones, gran parte del elenco realiza un trabajo bastante mediocre, siendo Brian Matthews y Leah Ayres los únicos dos actores que realizan una labor aceptable. Como dato curioso, interpretando roles secundarios se puede ver a un joven Jason Alexander (conocido por su rol de George Costanza en “Seinfeld”) y a una igualmente joven Holly Hunter, quienes serían los únicos actores involucrados en el film que conseguirían cierto éxito en el cine y/o la televisión. Por otro lado, el trabajo de fotografía de Harvey Harrison resulta ser interesante, debido a que por momentos logra otorgarle un aspecto amenazador al escenario donde se desarrolla el film, aún cuando como había mencionado anteriormente, la mayoría de la acción transcurre durante el día. Y es que muy ligado al trabajo de Harrison está la labor de Tony Maylam, quien se las arregla para orquestar escenas sumamente efectivas. En lo que a la banda sonora compuesta por Rick Wakeman se refiere, pese a no ser demasiado memorable, esta resulta ser efectiva y por momentos se asemeja a las bandas sonoras utilizadas por Dario Argento en sus films.
En gran medida, Cropsy parece haber sido sacado directamente de una leyenda urbana y presentaba el potencial suficiente para convertirse en un ícono del terror de los ochenta. Lamentablemente, “The Burning” no obtuvo el éxito esperado y es comprensible la razón de aquello; pese a la cantidad no despreciable de gore, la efectiva banda sonora, y a presentar algunas escenas que escapan a las convenciones habituales del subgénero, la película no deja de ser un slasher promedio que cumple con todos los clichés esperables. Además le juega en contra no contar con personajes que resulten interesantes o empáticos, y concentrar gran parte del horror y la violencia en la última media hora de metraje. De todas formas, Maylam se las arregla para que la cinta no se torne tediosa, manteniendo un ritmo narrativo relativamente dinámico. En definitiva, “The Burning” puede que no sea uno de los mejores slashers realizados en los ochenta, pero es lo suficientemente entretenida como para justificar su visionado.
por Fantomas.