Revista Cine

Thornton salva la función

Publicado el 03 enero 2011 por Josep2010

Thornton salva la función
Hace cuatro días tuvimos ocasión de recordar una película reciente, estrenada en España en 2002, y quedó patente para este comentarista el poderío que las imágenes de la bella Scarlett Johansson tienen sobre los lectores de este sencillo bloc de notas, ya que de todos los que posaron un momento sus neuronas en el acertijo propuesto únicamente la que no había visto la película supo dar con la clave de la solución, tan simple que a buen seguro ahora más de uno -y sin distinción de sexo- se llevará las manos a la cabeza preguntándose cómo caramba no se le ocurrió, al ver este Vídeo , formular una simple pregunta, que admite variables:
Cuando los hermanos Coen (Joel y Ethan ó Ethan y Joel, que tanto da) ya revestidos de una fama de cineastas que últimamente se han cuidado poco de mantener, en el año 2000 se decidieron a rodar lo que ellos mismos auto definen como homenaje a los grandes clásicos basados en novelas de James M. Cain y se aprestaron a escribir un guión un tanto desnortado que ni siquiera tuvo título durante el rodaje de una película que por muchos meses se denominó en las plaquetas "untitled barber movie" y que acabó adoptando el nada original título de The Man Who Wasn't There (que ya había sido utilizado en dos ocasiones anteriormente), en algún momento, bien impulsados por una idea propia, bien por alguien de la productora, decidieron que la mercadotecnia se reforzaría ostensiblemente si la película se mostraba, se exhibía, se proyectaba en los cines en formato fotográfico de blanco y negro.
Thornton salva la función
Así que la pregunta correspondiente al acertijo basado en el vídeo puede ser:
¿Pero la película no es en blanco y negro? o...
¿De dónde ha sacado TVE una copia coloreada?
Recuerdo haber visto en estreno la película y haber quedado gratamente impresionado por dos poderosas razones, muy cinematográficas ellas:
La excepcional calidad de la fotografía en blanco y negro, con una enorme cantidad de matices en los grises, calidad que, ciertamente, no se alcanza a observar en el dvd que me compré hace unos años: en pantalla y bien proyectada, la película es un espectáculo visual, porque el trabajo de Roger Deakins, una vez más, tiene una factura excelente.
La sobresaliente labor interpretativa de Billy Bob Thornton como Ed Crane, ese barbero lacónico que llena la pantalla con su poderosa figura y los oídos del espectador musitando en off con su ronca y expresiva voz una historia que se va enredando por momentos.
Thornton compone a un hombre callado que no para de pensar y sus pensamientos están a nuestro alcance gracias a su voz en off: resulta muy curioso e interesante detenerse en el trabajo interpretativo de Billy Bob, porque aun a pesar que evidentemente sus palabras musitadas no componen ningún diálogo y por lo tanto se hallan huérfanas de contraste con otros personajes, el largo monólogo que nos va mostrando su discurso interior, conjuntamente con la expresividad corporal que no cede ante el mutismo del personaje, forma un todo expresivo de primera magnitud, una exhibición de arte interpretativo, una lección magistral compuesta de miradas y microgestos.
A Billy Bob le tendrian que haber dado el Oscar a la mejor interpretación masculina, pero está claro que el jurado aquel año no acabó de acertar del todo, pero es lo que hay.
Aun sin el reconocimiento académico, el trabajo de Thornton sigue siendo, pasado un tiempo prudencial, la mejor baza de una película que mantiene un aspecto visual potente gracias a la fotografía y a la caligrafía de los Coen, en este caso teóricamente Joel, que saben presentar la trama con suma eficacia moviendo la cámara y emplazándola donde mejor conviene, retratando a los diferentes personajes permitiendo que un elenco de primera categoría se muestre sin dificultad componiendo unos personajes que lamentablemente carecen de la fuerza necesaria para impresionar al espectador.
Da la sensación que el aspecto menos cuidado del conjunto es precisamente el guión, que puede leerse aquí y no por la falta de detallismo sino más bien por la escasa fuerza interna de los personajes que concurren en la trama: la pretensión de los Coen de revivir las antiguas películas de cine negro basadas en espléndidas historia de Hammet, Chandler o Cain falla precisamente en el núcleo: el protagonista acaba resultando demasiado inane, su mujer no acaba de perfilarse ni como fatal ni como víctima inusual y uno tiene la sensación que se les han hurtado líneas a esos personajes, porque no acaban de disponer de la necesaria fuerza que permita elevar la categoría del protagonista, como olvidando los hermanos Coen, autores del guión, que una buena película forzosamente requiere unos coadyuvantes poderosos para que, como una pirámide, eleven por encima de la media al centro de interés.
Si a ello añadimos algunos pasajes que resultan innecesarios, el lastre impide que el conjunto alce el vuelo y alcance el lugar esperado. La inclusión de la jovencita pianista sobra casi tanto como las bromas a costa de los platillos volantes, ideas descerebradas que pueden resultar jocosas en una reunión de amigotes pero que merman la unidad de una trama que no tiene porqué ser graciosa ni fantástica y desde luego querer aprovechar un relato de asesinatos para introducir un mal remedo de Lolita es una idea descabezada más que descabellada que acaba perjudicando al conjunto: unas buenas tijeras ayudarían a eliminar esos pasajes que engrosan innecesariamente el metraje y no llevan a puerto alguno.
En esta buena película, rodada con amor por el detalle recreando la época de los cuarenta del siglo pasado, hay una serie de intérpretes que son muy capaces de robar cualquier escena a poco que se les dé la oportunidad y a fe que Jon Polito y Tony Shalhoub no desaprovechan los pocos minutos que les dan, pero es una pena ver desaprovechada a Frances McDormand y a James Gandolfini en papeles con poca intensidad si como pretenden los Coen refrescamos la memoria con títulos como Perdición, y esto no es una maldad de este comentarista, ya que en el dvd hay referencias constantes a ese clásico y a las virtudes de la película en blanco y negro, cuando resulta que, a poco que uno investigue, se le ve el truco, la trampa y el cartón: el amigo Roger Deakins, que ya había realizado un trabajo notabilísimo en Barton Fink explorando las tonalidades y colores, realmente sigue ofreciendo lo mejor de sí mismo fotografiando esta película en un espléndido color, ofreciendo una paleta de sepias, ocres y tonos rojizos muy ajustados y adecuados a la historia que se cuenta; por si hay alguna duda, se le puede dar un vistazo a esta interesante página y puede que a algún cinéfilo le vengan ganas de conseguir ese dvd de colección que anda por ahí, en alguna parte, y luego nos preguntaremos porqué los Coen al final decidieron que su película era en B/N y procedieron a convencernos a todos de ello.
Seguro que Roger Deakins no quedó muy contento al comprobar que su estupenda labor con la paleta de colores se digitalizaba y pasaba a grises, pero ya se sabe: quien manda, manda.
Resumiendo, una película a la que el paso del tiempo no ha perjudicado porque no ha envejecido, pero que ciertamente en una revisión calmada, sea en B/N sea en su color original, impresiona menos que cuando uno la vio en pantalla grande, con su rutilante fotografía en B/N y, naturalmente, la persuasiva voz de Billy Bob Thorton dando soporte al largo flashback que, en definitiva, es todo el metraje, indicando la voluntad de sus autores de realizar una vuelta atrás en el tiempo cinematográfico, un homenaje que no acaba de funcionar, quedando como mera imitación, buena intentona, y poco más.
Tráiler


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